Capitulo 20

1.4K 172 35
                                    


Albus corrió su plato de fruta mientras miraba los papeles y formas que tenía que llenar para empezar con la legalización de la adopción, no había dormido, definitivamente dormir con Gellert durante tantos años le pasaban factura de cobro, ahora no tenerlo a su lado, sentir esa sensación de protección, sus labios acariciar la piel de su cuello, su respiración lenta, sus brazos rodeándolo suavemente, su delicioso aroma... no, sin eso Albus Dumbledore, no podía concebir el sueño, a demás, estaban discutiendo, que era peor aun. Usualmente, ellos no solían discutir, quizá si tenían sus diferencias pero con el tiempo han solido resolverlo como se debe... sin embargo ahora, era diferente... muy diferente.

Albus suspiró, se talló el puente de su nariz y escuchó las aves cantar... ¿Cuándo ya se había vuelto tan de mañana? Ni siquiera se dio cuenta cuando el sol comenzó a salir. Aurelius continuaba durmiendo y él se había quedado en el sofá toda la noche mirando la chimenea y tratando de leer un libro, también calificó algunos trabajos de sus alumnos. Miraba de vez en cuando la puerta o la chimenea, a veces, Gellert utiliza la red Flu cuando se encuentra fuera del ministerio... ¿Dónde estará? ¿con quien estará? ¿seguirá molesto? ¿no volverá a casa? Todas y más preguntas similares ronroneaban con fuerza en la cabeza de Albus.

Un sonido en el corredor lo disipó de sus tortuosos pensamientos, cerró lentamente el libro cuando vio una figura alta y fornida entrar al salón, era Gellert, lucía impecable, y cuando sus ojos se encontraron, Gellert comenzó a quitarse el gabán para dejarlo colgado encima del perchero.

– ¿Dónde estabas? – fue lo primero que preguntó Albus

Gellert se dirigió a la enorme vitrina llena de botellas costosas de alcohol, sacó un whisky de fuego añejado y se sirvió una copa.

– En el ministerio – respondió, su voz ronca y suave regresó.

– ¿Pasaste toda la noche allá?

Gellert asintió y se sentó en frente de Albus, mirándolo. Albus dejó el libro al lado de todos los papeles que tenía encima de la mesita de centro.

– Gell... – Albus suspiró – Detesto enfadarme contigo.

– Debiste pensar en eso antes de hacer cosas que nos involucran a los dos sin consentimiento – dijo Gellert, a pesar de las palabras su tono de voz era calmada.

Albus cerró los ojos, asimilando que esto sería largo y agotador.

– Entiéndeme ¿si? Solo trata de entenderme y comprenderás porqué lo hice.

Gellert pasó un sorbo de licor y dejó la copa a la altura de su mandíbula, mirando fijamente a su pareja.

– Te entiendo, Albus – le dijo – ¿Quién más que yo para conocer el lado noble de tu corazón? Pero, eso no exalta el hecho de que últimamente no confíes en mi, ¿recuerdas lo que Aurelius? Preferiste contar con ese tal Scamander que conmigo.

– Me disculpe por eso.

– ¿Y por esto también te disculparás? ¿Así pasaremos el resto de nuestra vida? – preguntó Gellert.

Albus lo miró, quería abrazarlo y besarlo, le costaba mucho mantenerse distante después de varios días sin tener contacto alguno... su corazón, su cuerpo, todo él lo necesitaba, tanto o más que respirar.

– Se que te he dado motivo, en el pasado, para desconfiar de mi – puntualizó Grindelwald – Pero ha pasado mucho tiempo y todo lo que he hecho hasta ahora ha sido por ti, para que seas feliz a mi lado como te lo mereces, Albus. Dime, ¿Qué más tengo que hacer para que te des cuenta que te amo con todo mi corazón? Dímelo, y lo haré.

UNA VIDA A TU LADO. - GRINDELDORE.Where stories live. Discover now