Capitulo 8.

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Credence terminó de cenar en compañía de Albus y Gellert, bebió un poquito de vino tinto y se limpió la boca con una servilleta de tela blanca y bordados, el joven admiró cada pieza del lugar, todo se veía tan bonito, tan limpió, se sentía bien estar allí... a pesar de no conocer casi a esas personas, por primera vez Credence se sintió... tranquilo y a salvo.

– Credence, ¿te gusta el dulce? – preguntó Albus

El muchacho asintió y Albus movió su varita para servir mágicamente un buen pedazo a cada uno de pie de limón.

– Lo hice yo – explicó Albus – Quizá no esté tan bueno.

Credence probó un pedazo – Está bueno. Gracias.

Albus sonrió hacia el joven y luego miró a Gellert que asintió hacia él para que empezara con la charla que el mismo Credence quería tener.

– Lo cierto, es que yo te mandé a buscar con Newt Scamander – dijo Albus mirando al joven – Por eso él trataba de ayudarte.

El azabache dejó al lado la cucharita de postre y miró a Albus – ¿Por qué usted querría ayudarme sin conocerme?

– Verás, hace mucho tiempo... mi padre fue detenido y llevado a Azkaban, quizá la historia te la cuente después, luego de eso... no volvimos a saber mucho de él pero hace un buen tiempo quise saber de los días que pasó metido en ese lugar, y hay varias... razones por las que una mujer lo visitaba clandestinamente, le pagaba a muchos guardias mucha cantidad de dinero solo para verlo, de ese... romance, nació un niño – Albus miró fijamente a Credence – Sospecho que ese niño seas tu.

La mirada de Credence, hasta el mismo Gellert lucía sorprendido.

– Pero... ¿por qué sospecha que yo...?

– La mujer viajó a Estados Unidos hace un buen tiempo, pero supe que murió y dejó al niño o a la niña en una casa hogar, ese niño creció solo, y cuando escuché del obscurus... – Albus sonrió escuetamente – Pensé que podías ser tu.

– ¿Sería su...

– Si, serías mi hermano, Credence –

El joven pelinegro se imaginó siendo pariente de ese hombre, en sus ojos se podía ver la bondad, la honestidad, no sería nada malo pertencer a su familia, en caso de que así fuera. Y rogó para que no fuera de otro modo.

– ¿Cómo podemos saberlo? – preguntó Credence

– Hay un hechizo para analizar la genealogía – respondió Gellert –

– Lo haremos y saldremos de dudas, ¿Estás de acuerdo? – preguntó Albus

Credence asintió ligeramente y miró a Gellert.

– Gracias...

– ¿Por qué?

– Por traerme aquí, al menos estoy un poco más cerca de saber quien soy – respondió el joven

Gellert sonrió endeblemente y se levantó del asiento – Me retiro. Descansa, Credence.

– Igualmente, señor Grindelwald.

El mago búlgaro no miró a Albus cuando caminó hacia las escaleras. El profesor supo que, de alguna forma, lo había herido.

– Ven conmigo, te enseñaré la habitación – dijo Albus poniéndose de pie.

El joven lo siguió por la primera planta, atrás en las zonas de habitaciones de huésped, había una amplia y cómoda, una cama, dos mesitas de noche con lámparas, una alfombra y una ventana amplia que daba al jardín.

UNA VIDA A TU LADO. - GRINDELDORE.Место, где живут истории. Откройте их для себя