오십. real life

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Nari no era muy fan de su cumpleaños. Era un día más de su vida, no suponía un gran cambio, ni se ponía nerviosa o emocionada cuando estaba a punto de llegar. ¿Para qué estarlo cuando no había nada por celebrar? Solo se hacía mayor. Nada más.

Este año no era distinto, le era bastante igual, aunque parecía que a sus amigas no pensaban de ese modo, ya que lo habían estado comentando por el grupo bastante emocionadas, como si se tratase de sí mismas.

Y lo apreciaba, valoraba mucho que la tuviesen en tanta consideración y quisieran que pasase un día inolvidable en el que no pudiera pensar en lo que le preocupaba, que no era poco.

Las últimas semanas habían estado llenas de trabajo, no había tenido casi momentos libres, y los que tenía, prefería desconectar de todo y Minho ayudaba mucho en ello, hacía que no pensase en nada más.

Sin embargo, el trabajo no había sido lo único que le daba quebraderos de cabeza. Y eso último, de lo que se había enterado hacía dos semanas, era lo que más le preocupaba y le daba quebraderos de cabeza.

¿Por qué parecía que no se acababan los problemas con respecto a ello? ¿Por qué no eran capaces de dejarla tranquila?

Ayaka, junto a Jiyong, habían organizado un día ocupado y en el que no podía quejarse o protestar por todo lo que iban a hacer, aunque era lo que le apetecía, porque había dado su palabra de que intentaría disimular su estado de ánimo y lo hastiada que estaba de la vida delante de ellas.

Primero habían ido a un centro de belleza exclusivo en la mejor zona de la ciudad, donde recibieron tratamientos faciales, corporales, manicura y pedicura y de peluquería mientras cotilleaban de cualquier cosa, siendo la medio japonesa la que llevaba el peso, como era habitual.

Por sus trabajos, Gaeul y Eunji, no pudieron reunirse con ellas hasta la hora de comer, donde la actriz había reservado mesa en uno de sus restaurantes preferidos y en los que sabía que podrían estar tranquilas, lejos de miradas curiosas o gente que no respetase su intimidad, donde le habían dado algunos de sus regalos.

Para acabar el día, habían ido de compras, donde de nuevo, Jiyong y Ayaka se habían aliado para comprarle varias cosas alegando que no podía negarse, que era su cumpleaños y merecía que la mimasen y agasajen con todo lo que quisiera, aunque fuese exageradamente caro y no creyese que lo mereciese.

Estar rodeada de ellas, con la alegría constante de Ayaka, la calidez de Jiyong, el dramatismo divertido de Gaeul y la inocencia llena de preocupación de Eunji, había sido un bálsamo, uno que le había servido para no pensar ni comerse la cabeza. Estaba muy agradecida de tenerlas en su vida y que ellas, pese a su carácter difícil, serio y directo, quisieran que también estuviera en la suya.

—¿Se puede saber cómo has entrado?

Lo último que se esperaba al llegar a su apartamento, después del día tan cansado que llevaba, era ver a Minho, moviéndose con naturalidad en la cocina, como si estuviera en su propio piso, como si no hubiera entrado sin su permiso. Podía ser su novio, pero había unos límites, unos que aún no quería que sobrepasase.

Any ― Lee KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora