15.

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Elsa.

Entré azotando la puerta, sentía la rabia correr por todo mi cuerpo y sobre todo un dolor inexplicable.

¿Por qué dijo eso? ¿Fue en verdad ella o solo fueron palabras de su abuela? No sé en qué creer, en verdad quisiera pensar que fueron palabras de alguien más y no de Isabela.

Aunque la vi demasiado segura... No, no... Ella no podría decir eso...

—¡Elsa! —me sobresalté al escuchar a Elina— ¿En dónde estabas?

—Salí a dar un pequeño paseo... Eso es todo —respondí tartamudeando y me dirigí a mi habitación. Mi vista fue hacia un envoltorio que estaba sobre mi cama—, Elina —le llamé, ella vino en seguida— ¿Qué es eso?

—¡Oh! Es un regalo que dejó la señorita Isabela. Usted estaba con la señorita Dolores cuando ella vino a dejarlo, fue en la mañana —respondió alegre.

—Ya veo... —murmuré. Lo tomé entre mis manos y empecé a desenvolverlo, cuando por fin pude ver su contenido, apreté con fuerza mis ojos.

Mis manos estrujaron levemente el ramo de brezos púrpuras ¿En verdad la Isabela qué hace un momento dijo no amarme había dejado esto?

—¡Qué hermosos son! —chilló Elina de emoción—, vaya que la señora Isabela sabe hacer excelentes flores.

"¡No significas nada para mí, Elsa!" "Nunca te amé, Elsa Arendelle", aquellas palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez lastimando hasta la fibra más profunda de mi corazón.

Miré el ramo y en definitiva, será la único que podré guardar de Isabela. Aunque mi último recuerdo de ella haya sido doloroso.

—Elina, por favor dales el trato que merecen éstas flores —le ordené entregándole el ramo.

—¡Majestad! —gritó Anders—. La señora Alma Madrigal desea hablar con usted —Bufé y caminé hacia la entrada principal.

—Anders ¿Podrías hacerme un favor? —él asintió—, acompaña a Elina, por favor y solo vigila que haga un buen trabajo con las flores.

—Por supuesto, majestad —aceptó algo confundido por mi orden y se alejó hacia el patio.

Tomé aire preparándome mentalmente para lo que podría venir. Abrí la puerta y vi a la señora Alma enfrente mío.

—No creí que quisiera verme —dije cerrando la puerta y cruzándome de brazos.

—Por favor, no vine a pelear —su tono estaba calmado.

—Pues será mejor que seleccione bien sus palabras, no estoy para soportar demasiado —mi tono de voz realmente demostraba lo molesta que estaba. Alma suspiró.

—Considero que lo mejor que puedes hacer es irte del Encanto... No quiero que el problema se extienda por el pueblo, deseo que solo quede como asunto familiar —jugó con el anillo en su mano—. Isabela tomó su decisión.

—Tomó la decisión por manipulación suya —repliqué sin alterarme—. Pensé quedarme a arreglar las cosas, pero viendo la situación de cómo usted toma las decisiones no solo del pueblo sino también de su familia, prefiero adelantar mi partida del Encanto.

—Amo a mi familia y en realidad quiero protegerla de todo lo que haga daño —murmuró—, espero que podamos estar en paz, pero le sugiero no regresar de nuevo.

—Le daré un consejo de alguien que también dirige a un pueblo —dije tomando aire—, cambie su forma de pensar y de hacer muchas cosas —ella me miró indignada—. Odio esto, pero para un líder, el bienestar de su gente es lo primordial. Sí usted no transmite tranquilidad, bienestar y seguridad para su pueblo, quiere decir que está fallando cómo líder —su boca se abrió queriendo hablar, sin embargo le interrumpí—. Si usted, transmite todas estas palabras y pensamientos, créame que su pueblo no estará conforme y tendrá miedo... Un buen amigo mío me dijo alguna vez, el miedo será tu mayor enemigo.

Aquellas Flores [ElsaxIsabela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora