3.

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Isabela.

Comienzo a pensar que mi don de verdad me causará problemas, cuando comencé a usar mi don usualmente salía de control y eso dependían mis emociones, pero ahora he tenido tres incidentes en este recorrido que he hecho con Elsa.

Ambas estábamos en silencio, ahora mismo acompañaba a Elsa a la casa que mi abuela había dejado para ella. 

—Creo que Mirabel nunca volvió con nosotras —comenté escuchando una risa de parte de ella. 

—De igual manera, disfruté mucho el paseo, gracias Isabela —volteó a verme. 

—Faltó mucho por ver, pero de verdad me alegra escuchar eso —hice una pausa—, en teoría estoy libre a no ser que mi abuela me pida algo pero eso no ocurre generalmente, ¿gustas seguir conociendo el Encanto? Me ofrezco como guía —ambas nos detuvimos frente a la entrada. 

—Suena bien —respondió con una leve sonrisa de lado—, aceptaré tu oferta. 

—¿Es demasiado temprano venir a la misma hora que Mirabel? No quiero hostigar —apreté mis labios, puede que mis preguntas sean muy directas y puedan incomodar. 

—Estoy acostumbrada a despertarme realmente temprano, está bien a esa hora —tomó aire—, te veo mañana, creo que ya es hora que yo entre y tú vayas a cenar. 

—Cierto, adiós y descansa —me despedí comenzando a alejarme, ella se despidió haciendo un leve movimiento con la mano y entró a la casa. 

Suspiré con fuerza y me encaminé rápidamente hacia la casa. Si llego tarde mi abuela explotará y no quiero generar un problema familiar. 

Al llegar a la casa noté como entraban y salían de sus habitaciones, al menos había llegado a tiempo.

—¿Acabaste tu cita con Elsa? —escuché a alguien detrás mío. 

—¡Dolores! —exclamé asustada, ella tapó sus oídos—, lo siento.

—No te preocupes —destapó sus oídos—, creí que me habías visto, estaba a unos metros de ti despidiendo a Mariano

—Tengo el don de hacer crecer flores y plantas, no el don de vista periférica —ambas entramos a la casa. 

—Como tu digas —chilló levemente mientras caminábamos— ¿Responderás mi pregunta? 

—No fue una cita —respondí rápidamente. 

—Si claro ¿Entonces por qué no dejas de sonreír? —preguntó con una sonrisa pícara. 

—Siempre estoy sonriendo —reclamé. 

—¿Debería creerte? —enarcó una ceja—, escucho todo Isa. No puedes mentirme aunque quisieras, yo conozco del tema. 

— ¿Cuál? —la miré confundida y ella movió sus cejas—, no entiendo nada —dije negando con mi cabeza mirándola. 

—Cuando dos personas se encuentran, puede surgir algo llamado A-M-O-R —contestó deletreando la última palabra. 

—Los enamoramientos no funcionan tan rápido —ella suspiró frunciendo sus labios—, lo tuyo con Mariano no debería contar, estuviste escuchando cada cosa que hacía todos los días, eso es realmente perturbante —noté como frunció su ceño indignada.

—Ya quiero escucharte dentro de unos días o tal vez unas semanas —suspiró sonriente. 

—No confundas las cosas, Dolores. Hice una buena amiga, no hay algo más ahí —repliqué. 

—Estaré vigilándote, necesitarás mucha ayuda para romper ese hielo —ella comenzó a picar mis costillas con sus dedos. 

—No hagas eso —alejé sus manos quejándome, ella reía y yo evitaba gritar para no lastimarla—, soy capaz de construir una buena base de amistad con Elsa —me crucé de brazos. 

Aquellas Flores [ElsaxIsabela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora