2.

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Elsa.

—Majestad, la señorita Mirabel vino a verla —escuché a Anders. 

—Anders, no estamos en Arendelle para seguir la etiqueta —murmuré caminando a la puerta del lugar donde nos hospedábamos. 

Gracias a Alma nos alojamos en una casa que está a la entrada del pueblo, bastante ostentosa, aunque en lo personal no necesitaba grandes cosas, pero ella mantuvo el estándar de una reina con lujos. Odiaba ese estereotipo pero me veía obligada a aceptar. 

—Lo siento si llegué a interrumpir algo, pero creí que tal vez quisiera dar un paseo por el pueblo —escuché a Mirabel una vez que salí—, aunque claro es demasiado temprano y posiblemente la desperté...

—Está bien, en serio —la interrumpí—, me serviría bien una persona que me guiara. 

—Soy demasiado buena haciendo eso, lo juro, conozco el pueblo a la perfección cómo si fuera la palma de mi mano —ella jaló la correa de su bolso mientras sonreía. 

—Entonces estoy lista para salir —dije pero sentí como Anders me sostuvo del brazo— ¿Sucede algo? 

—No creo que sea buena idea que ande por el pueblo sin compañía —comentó—, le prometí a la princesa Anna de cuidarla. 

—Estoy acompañada y agradezco que sigas las ordenes de Anna, pero estaré bien, por favor ve a visitar el pueblo, tómalo como unas vacaciones temporales —puntualicé y rápidamente seguí a Mirabel quien ya había dado unos pasos—, lamento lo que acaba de pasar. 

—Es normal que se preocupen, al final es usted la reina —Mirabel apretó levemente los labios mientras caminábamos—, además sigue las ordenes de su hermana. 

—Si fuera por Anna yo tendría un escudo humano rodeándome —ella soltó una leve risa—, aunque debo admitir que es estresante. 

—¿Por qué? Recibe atención y ellos hacen todo lo que diga —cuestionó. 

—Por esa misma razón, tener a un grupo de personas que te vigilan todos los días y a todas horas es agobiante —suspiré—. Por cierto, gracias por rescatarme —comenté. 

—¿Yo? —preguntó confundida. 

—Sí, deseaba salir y tomar un respiro de todo, gracias —ella sonrió y corrió hacia un mural. 

—Bien, porque mañana volveré a salvarla —dio algunos brincos—, primera parada —señaló el mural que en letras grandes decía "Los Madrigal". Ella comenzó a señalar a cada integrante comenzando por su abuela y terminando hasta su primo menor. 

Agradecía en este momento mi buena memoria para aprenderme los nombres de cada integrante. 

—Una pequeña familia —bromeó causando la risa de ambas— ¡Oh, ahí está mi hermana Luisa!, le encantará ver lo que puede hacer, puede mover casas enteras. 

—Wow, no creí que tuviera demasiada fuerza —comenté con asombro. Había escuchado que era fuera, pero no creía que demasiado. 

—La tiene, aunque detrás de esa fuerte apariencia en realidad es una chica demasiada tierna. 

Ambas llegamos a la plaza principal y señaló entusiasmada a Luisa. Su hermana levantó una iglesia completa recolocándola en otra posición. 

—¿Impresionada? —escuché a mi lado.

—Bastante —respondí cerrando la boca, de verdad estaba impactada. 

—¡Isa! No te encontraba —gritó Mirabel, confundida miré a mis lados y a la izquierda tenía a Mirabel mientras que a la derecha estaba su hermana, Isabela. 

Aquellas Flores [ElsaxIsabela]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant