| Capítulo 11

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Yo debía estarme volviendo loco, esa frialdad, esa indiferencia, esas extrañas reglas, lejos de hacer que saliera corriendo de ahí me plantaban en esa habitación, como un árbol echando raíces. Él ejercía un extraño embrujo en mí, estaba volviéndome adicto, esa era la palabra correcta para describir lo que sentía, nunca antes había experimentado esa sensación, tomaba alcohol en fiestas, pero nunca he sentido la necesidad de consumirlo sin sentido, el cigarro lo había probado solo una vez y no me gustó. Pero, el verlo ahí, parado frente a mí, mirándome como si me estuviera analizando me hacía desearlo, necesitarlo y sentirlo dentro de mí y eso debía sentir un alcohólico cuando tenía una botella en frente.

Acortó la distancia que nos separaba, con la punta de su lengua lamió mis labios mientras sus dedos desabrochaban el par de botones que yo había logrado abrochar de mi camisa, la abrió y colocó sus manos en mi cintura atrayéndome hacia su cuerpo en tanto introducía su lengua en mi boca y frotaba la mía.
Mis manos rodearon su cuello y se lo acariciaron, sentí como acariciaba la piel de mi espalda, me separé un poco mientras él me dejaba completamente desnudo de nuevo, sin dejar de besarnos, empezó a caminar dirigiéndome hacia la cama, cuando la sentí con la parte trasera de mis piernas me senté. Él fue por otro condón mientras yo me subía y me acostaba.

Él se tumbó en mí y lamió mis pezones alternadamente, en tanto su mano acariciaba mi cadera, yo acariciaba su cabello, él continuó besándome hasta mi cuello, al que le dio ligeras mordidas. Lo hice darse la vuelta y yo fui ahora el que quedó encima de él, le besé y lamí el cuello tomando el condón de su mano, me incliné sobre sus piernas y le coloqué el condón deslizando las yemas de mis dedos en su erección, él jadeo y acto seguido me senté sobre su miembro y comencé a moverme en círculos colocando mis manos sobre su abdomen apoyándome. Él gimió más fuerte.

— Oh sí, así— exclamó con la voz entre cortada.

— ¿Te gusta?— pregunté con un hilo de voz.

— Sí, sigue, no te detengas— suplicó.

Seguí moviéndome lentamente, tratando de prolongar la excitación, puse mis manos entre mis cabellos ahora moviéndome suavemente arriba y abajo sintiendo sus dedos apretar mis caderas y me detuve. Con un ágil movimiento, él hizo que me acostara y me embistió con fuerza, entrando y saliendo de mi cuerpo haciéndome gritar mientras nos mirábamos fijamente rozando sus labios con los míos, sentía su aliento que, sumado a sus movimientos, me estaban volviendo loco. Incrementó la velocidad y yo lo abracé con mis piernas por sus caderas, sentí que llegaba al orgasmo mientras él embestía por última vez y colapsaba en mi cuerpo.

— Eres fantástico— susurró en mi oído.

— Y tú eres único— respondí aún con la voz distorsionada.

A lo lejos escuchaba sonar mi móvil, levanté mi mano hacia la mesita de noche, pero no lo sentí, entonces abrí los ojos y me enderecé un poco, me di cuenta que seguía en la habitación del hotel, no supe en qué momento me quede dormido, ni siquiera me di cuenta cuando él se levantó de la cama. Me levanté ya que el móvil estaba encima del escritorio y cuando llegué a él había dejado de sonar, entonces vi que un papel doblado estaba sobre la mesa, lo tomé y lo abrí. «Espero que hayas disfrutado de la comida tanto como yo»— decía con letra de ordenador, una enorme sonrisa apareció en mis labios, pero, me sobresalté al escuchar de nuevo mi móvil, era Kulap en el identificador.

— Win, ¿Dónde estás? Son las diez de la mañana y la junta con el nuevo cliente es a las once, el jefe está desesperado porque no encuentra la presentación y tenemos horas buscándote, estaba a punto de marcar al 911.

— Estoy bien, solo que me quede dormido y no escuché el despertador.

— Pues date prisa antes de que al jefe le de un infarto y de paso a mí por estar escuchando sus gritos, prepárate porque te espera un fuerte regaño.

¿Estás libre esta noche? | BrightWin | Adaptación ✔️Where stories live. Discover now