Siempre he sido solitario. Nunca sentí la necesidad de ser respaldado por alguien, quitando a mi padre, que es el único ser humano, que en mayor o menor cantidad, me importa.
Pase toda mi vida en Outer Banks, los Bancos Externos, o como quieran deci...
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U
na semana después de la fiesta del siglo todo se encontraba bastante normal y con normal quiero decir en calma. Todo estaba en calma.
No había escuchado de peleas ni enfrentamientos en toda la semana y eso era bueno.
A veces pienso que si resolviéramos las cosas con palabras, la vida sería más sencilla ya que no nos detendríamos a hacer maldades ni ejercer violencia de ningun tipo.
Pero el mundo perfecto no existe, asique mucho menos las personas perfectas.
Y lo comprobé cuando una tarde de un viernes algo ventoso me dirigía hacia un sector de la isla que había conocido hace poco. Era como un gran parque, aunque no era un parque sino un campo, lleno de árboles, pasto, un lago muy tranquilo y verde. Mucho verde.
Me encantaba el verde.
Había encontrado ese sitio unos días antes, cuando lleve a Oli a pasear como siempre que pudiera. Adoraba caminar con ella, es tan dulce, aunque pensar en algo tan tierno cuando frente a mi se encontraba algo tan triste, no era correcto.
Volvamos a lo que hablabamos antes. La perfección humana, algo que no existe ni existirá jamás.
Y el chico con pantalóncillo negro, zapatos cerrados y un polo amarillo era un ejemplo de eso. Si la perfección existiera, no habría seres sintiéndose mal, ni llorando, mucho menos estando solos en una especie de bosque.
Se encontraba sentado sobre el cesped, de cara al lago, abrazando sus piernas mientras su cabeza descansaba en sus rodillas.
No veía su rostro pero no era necesario.
Lo supe desde que lo vi.
Rafe.
Intento acercarme poco a poco sin que note mi presencia. Solo quiero saber si esta vivo como primera medida porque no lo veo moverse y es perturbador.
Como segunda medida, planeo saludarlo y preguntarle si esta bien, lo cuál es estúpido porque se nota que se encuentra mal aunque no vea su rostro.
Como tercera medida...podría preguntarle si quiere hablar sobre eso. Sobre lo que le sucede.
- Daphne.-su voz me saca del trance de mis pensamientos pero en todo momento desde que decidí acercarme no deje de mirarlo, asique mis ojos conectan instantáneamente con los suyos ni bien elevó su cabeza.-
Lucían rojos, junto con lágrimas que dejaban sus mejillas del mismo tono.
Lucía roto.
- Hola.
No pude decir más. Solo podía verlo, nunca había visto a un chico llorar, tal vez por ese estúpido estereotipo de que "los hombres no lloran", frase que detesto y no apoyo para nada.
