-- ¿Te vas?


-- Sí.

-- ¿Quieres que te lleve?


-- No es necesario, gracias.


-- ¿Me darás un besito de despedida?


-- Creo que ya me has robado unos cuantos sin permiso, ¿no te parece?


-- ¿Y uno con tu permiso?


-- No pasará, lo siento, tengo que irme.


Recogió sus cosas y se fue a su casa en taxi. Al llegar, fue directo al bañó y se dio una ducha; de pronto, los recuerdos comenzaron a cobrar vida en su mente y rompió en llanto. Cuando pudo calmarse un poco, salió del agua y se puso el pijama para acostarse, pero alguien tocó el timbre.


-- ¿Qué hace aquí?. -- preguntó al ver a Diego.


-- Hola a ti también. Olvidaste tu bolso y tu amiga me pidió que te lo trajeta.


-- Oh, gracias. -- dijo mientras lo tomaba.


-- ¿Estuviste llorando?


-- No, solo me entró algo de jabón en los ojos. -- dijo tratando de sacarle importancia.


-- Ah, bien. Entonces, mañana trae algo de ropa extra, porqué, si se hace muy tarde, dormiremos allí.


-- De acuerdo, buenas noches.


Cuando él se fue, ella cerró la puerta y se acostó. Pensó en todo lo que había pasado durante el día, hasta que se quedó dormida. Por otro lado, Diego llegó a su casa y fue directo al bañó para darse una ducha y, cuándo miró su abdomen, vio la marca de chupetón, respiró hondo y trató de entender lo ocurrido. Después, se fue a la cama, pero no podía conciliar el sueño y daba vueltas de un lado al otro acordándose de Emma y Pedro besándose. Se preguntó que hacía pensando en eso, cuándo podía ponerse a recordar a las mujeres con las que había esto. Eso hizo hasta que se durmió.


A la mañana siguiente, la joven se despertó con un poco de dolor de cabeza, por lo que se tomó un calmante. Luego se aseó, guardó algo de ropa en su bolso y se vistió. Cuando estaba terminando de tomar un café, su jefe tocó el timbre.


-- Buenos días, iré por mi bolso. -- le dijo.



-- Bien, te espero en el coche.


Tomó sus cosas, cerró la puerta y se subió en la parte de atrás del automóvil, como hacía siempre. Isadora estaba allí y sonrió y le dió un beso.


-- Hola, linda. Te extrañe mucho, ¿lo sabes?


-- Emma, yo también a ti. Y mi papi te va a llevar a casa de la abuela.


-- Sí, princesa, ¿estás emocionada?


-- ¡Claro!


El hombre miró por el espejo retrovisor mientras conducía y vio lo entusiasmada que estaba su hija. Después de cuarenta minutos, estaban allí: en una casa enorme y muy elegante. Bajaron del coche y Emma ayudó a la niña a salir, mientras su padre tocaba el timbre y una pareja abría la puerta.


-- Hijo mío, me alegró de que hayas venido. -- saludó su madre, Amanda, en cuánto lo vio.


-- Hola, mamá, ¿cómo estás?


-- Bien, ¿y tú?


-- Estoy bien. -- contestó el hombre.


-- ¡Ahí está mi nieta! Hola, querida.


-- Hola, abuela.


-- Hola, hijo. -- le dijo Vinicius a su hijo, quién le devolvió el saludó.


-- ¿Y está hermosa mujer?. -- preguntó la madre.


-- Hola, encantada de conocerlos, soy Emma.


-- Bienvenida, querida, qué hermosas eres.


-- Le agradezco mucho, señora.


-- Dios mío, no me digas así o me sentiré una anciana. -- dijo entre risas.


-- Hola, cariño, bienvenida, yo soy Vinicius y ella es mi esposa, Amanda.


-- Es un gusto conocerlos.


-- Abuela, ella me cuida todos los días. -- contó Isadora entusiasmada.


-- ¿Ah, sí? Qué bueno, ¿y eso te pone contenta?


-- Hiper contentísima.


-- Pues me alegró mucho. Pasen y pónganse cómodos.


Entraron y tomaron asiento en la sala de estar. La niña fue de inmediato con Emma y se sentó en su regazo, jugueteando con su cabello.























































Hermosa canción 😍💓

Hasta aquí el capítulo 10.

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Una madre por contrato para mi hija [ PAUSADA ]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora