Cerca de dos años han pasado, las aventuras han terminado, Leo San Juan, el héroe de Puebla, al fin puede vivir su vida como cualquier adolescente normal... ¿Eso puede ser posible?
Después de tantas aventuras, ¿se acoplara a la vida "normal"? Bueno...
Hello, hello, aquí Ohayo de vuelta, le quiero pedir una enorme disculpa por hacerlos esperar tanto... Es que apenas me logro dar tiempo de hacerlo y de plasmar la.idea que tenía en la cabeza.
Debo decir que si me costó, pero espero les guste el capítulo.
Cómo compensación extra, les dejo un dibujo de Nando cuando estaba en el realista.
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Pd: Además de que este es el cuarto borrador xd
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Jajaja y aun así me faltó más en el capítulo jajaja Lo siento ;;.
Ahora sí el capítulo uwu
Si alguien le hubiera dicho a Leo que estaría "cacheteando la banqueta" por un joven adulto, realmente no creería dichas palabras. Tal ves hubiera reído de forma nerviosa y hubiera dicho algo como "No creo que sea capaz de algo así" o algo por el estilo. Pero, la vida daba demasiadas vueltas y justo se encontraba en esa situación, sentado en las gradas, mirando como los charros iban de un lado a otro, pero sobre todo, mirando a Manuel.
Leo no negaba que había hombres atractivos, realmente si los notaba pero nunca le habían llamado la atención, o al menos no como el hacendado en esos momentos. Manuel no solo se veía galante con ese traje blanco de detalles dorados, sino que se le veía ese porte elegante y coqueto que los charros solían tener. Junto al caballo blanco que esté montaba, lo imagino como algún tipo de príncipe como los de esos cuentos que su abuela le contaba de pequeño. Cuando sus ojos castaños se encontraron momentáneamente con los cobres del mayor, este rápidamente le regaló esa sonrisa "amable" (porque realmente era de coquetería) que tanto gustaba a San Juan.
Bajo la mirada por el gesto de López, aunque frente de él, unas chicas dieron un chillido de emoción, tal ves pensaron que se las dedico a ellas.
---¿Y como van las charradas? ---La voz de Don Andrés lo saco de sus pensamientos, lo miro sintiendo las mejillas arder.
