Capítulo 17: ¿quiénes eran?

42.9K 2.6K 42
                                    

POV de Amanda

Cerré la puerta tras de mí y me dirigí a la cocina. Estaba muerta de hambre, pues no había comido nada desde el almuerzo, y ya era tarde.
Cuando entré, Nora estaba preparando la cena, que olía riquísimo. Noté que habían más porciones de lo usual.

-Hola, mi niña, ¿cómo te fue hoy?- me saludó cariñosa como siempre, volteando su corpulento cuerpo para darme una sonrisa.

Me senté sobre la encimera.
-Muy bien. ¿Por qué tanta comida?

-Tus padres van a cenar aquí.

Gruñí internamente.
-¿Qué? ¿Por qué?

Mis padres casi nunca cenaban o almorzaban en casa. Siempre estaban fuera en restaurantes o en casas de colegas, amigos, o de alguno de sus tontos clubes. No recordaba la última vez que habíamos cenado juntos, pero juraría por mi propia vida que yo y mi madre discutimos. Hace mucho que no cenaba con ellos.
Pero me gustaba, porque no tenía que soportarlos, y podía comer en la cocina con Nora.

-No lo sé, solo me dijeron que cenarían contigo y me dijeron qué preparar.

-¿Y qué es?

-Arroz con verduras vaporizadas y salmón aumado.

-Ugh, yo quería macarrones con queso- me quejé y Nora rió. Pero, claro que esa jamás sería una opción para mis padres, siempre tenían que comer cosas extravagantes, exóticas, muy producidas o con nombres inpronunciables.
Yo prefería cosas simples. Además, así Nora no tenía que estar horas cocinando.

Hablamos un rato, ella me comentó sobre una de sus telenovelas, yo sobre el libro que había comenzado hace unas horas, el mismo que saqué luego de probar cómo reaccionaría Lucas si me acercaba tanto a él.
Nuestros labios habían estado a centímetros, podía ver cada detalle de su bello rostro, y el no se movía, me permitía acercarme.
Y, sí, claro que tenía ganas de besarlo, pero, aunque el no me apartó, tampoco sabía si el quería, y habría estado mal, así que agarre un libro y me fuí, aún así triunfante de que el hubiera reaccionado así, quieto, mirándome fijo, y su respiración entrecortada.

-La cena está lista- anunció Nora.

Una de las empleadas salió de la cocina para avisarles a mis padres, los que probablemente estaban arriba (mi madre recostada en el sillón de su habitación frente al espejo y mi padre en su estudio), que bajaran a cenar, mientras yo, Nora y otra de las empleadas poníamos la mesa, procurando que mis padres no me descubrieran ayudando o enloquecerían.

Primero entró mi padre en el comedor y me saludó antes de sentarse. Al parecer ni notó mi ropa. Pero, cuando entró mi madre, esta se detuvo y se quedó mirándome indignada.

-¿Qué traes puesto? ¿De dónde has sacado toda esa porquería barata? Dime que no has estado así en público. ¿La has visto cómo está vestida?- se dirigió por último a mi padre.

Me cruzé de hombros.
-No es porquería. Me gusta así, y a partir de ahora deberías acostumbrarte, porque así me voy a vestir todos los días.

-No voy a permitir que mi hija arruine nuestra reputación vistiendo esos trapos baratos. Hija nuestra no puede salir de esta casa al público vistiendo así. Ni siquiera deberías usar esas cosas estando sola en tu cuarto.

Rodé los ojos. Era ridícula. Ni comenzábamos a comer y ya discutíamos. Ojalá se hubieran ido a comer a otro lado, o me dejaran comer con Nora en la cocina.
-Lamento informarte que ya tomé una decisión. No es mi problema que no te guste- le respondí.

Abrió la boca para decir algo, pero mi padre intervino, levantando la voz.
-Por favor, siéntense y basta de discutir. Quisiera cenar tranquilo. Muy pocas veces tenemos la oportunidad de cenar en familia.

Y ojalá no la tuviéramos nunca. A ellos ni siquiera les importaba yo, menos pasar tiempo conmigo, solo lo hacían por comportarse como si fuéramos una familia normal y feliz. Pero en realidad ellos preferirían comer afuera sin mí, y yo también.

Asentí y me senté de mala gana.
Comenzamos a comer mientras mis padres hablaban de trabajo y eventos sociales.

-¿Donde estuviste esta tarde? No llegaste a casa directo de la escuela- quiso saber mi padre, seguro por puro chismoso.

-En la biblioteca.

-¿En la biblioteca?- preguntó algo sorprendido, seguro había esperado que diga en una fiesta o en casa de alguno de los populares.

-Y, ¿quiénes eran esos dos chicos que te acompañaron a casa? Los vi desde la ventana- dijo mi madre, seguro esperando que ambos fueran mis pretendientes millonarios.

-Lucas y Nate- respondí, aunque sabía que no los reconocerían por nombre.

-¿Son del equipo de fútbol?

Negué con la cabeza, llevándome más comida a la boca.

-¿De baloncesto? ¿Volleyball?

Volví a negar.
-Van a mi clase.

-¿Con ellos estuviste en la biblioteca?- preguntó impaciente, ya asumiendo que no eran populares.

-Ajá.

-¿Son nerds? Amanda, ¿estuviste con nerds? ¿Qué hay de tu reputación? Los nerds no son populares. ¿Qué hay de tus amigos?

-Ellos son mis amigos- gruñí harta. -No Liv, no las porristas, no los del equipo de fútbol. Ya no me junto con esos tarados. Y no me importa lo que piensen los demás.

Mi madre estaba indignada.
-¿Y desde cuándo, se supone?

-Si me prestaras atención y te importara aunque sea un poquito en vez de las joyas, ta habrías dado cuenta que básicamente desde siempre.

-¿De qué estás hablando? ¿Te has vuelto loca?

-La loca eres tú. Nunca me ha gustado la atención por mis joyas, zapatos y bolsos caros, ninguna de esas porquerías innecesariamente caras que me gustan y me haces usar. No me gustan.

-¿Cómo no te van a gustar todas esas cosas de marca que te compramos?- intervino mi padre incrédulo. -Hay gente que mataría por las cosas que tú tienes.

-Pues a mi no me gustan. Prefiero vestirme así- señalé mu ropa. -Preferiría no ser popular y no juntarme con toda esa gente hueca, falsa, superficial, que solo les interesa el dinero y la popularidad. Como ustedes. Como a ti- me dirigí a mi madre. Se enfureció, aunque yo tenía razón.

-¡Amanda!- chilló. -¿Qué falta de respeto es esta?

-Es la verdad. Nunca te ha interesado saber cómo estoy. Siempre estás pendiente de las apariencias y de tus fiestas y eventos. No te importo. Solo quieres que me vista para agradarles a los mismos estúpidos que van a tus cenas y fiestas y mantener tu tonta reputación. No te importa nada más. Menos re importo yo, una mierda, y lo sabes- exploté, ya harta, y no quería escuchar ni una palabra suya o de mi padre más, así que me levanté de la mesa y subí a mi habitación.

Cerré la puerta con llave y me tiré sobre la enorme cama. Me quedé recostada por un buen rato hasta que decidí darme una ducha de agua fría.
Luego me cepillé los dientes y me puse mi pijama para recostarme sobre mi cama y leer hasta que me quedé dormida.

Él Es Un Nerd [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora