X. Sinceridad.

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Elena
Actualidad.

Siento el intento que hace la luz de filtrarse por mis párpados. Muevo de forma ansiosa los dedos de los pies, una y otra vez, bajo las sábanas.
Me acurruco más contra el cuerpo, abrazándome fuerte las piernas, recostada en el cabezal de la cama, escuchando como a veces, quien me roba el sueño se desliza en el cuarto a dos puertas de este.
Tenía supremamente claro que me sería imposible dormir con ella a escasos pasos, que la incógnita por saber lo que estaría haciendo, el deseo por verla me llevarían a una duermevela constante, solitaria.
<<Al menos tengo su regalo>>. Extiendo un tanto la mano, sin abrir los ojos, para tocar los pétalos de uno de los girasoles que tomé a escondidas del resto. Lo acomodo sobre el regazo para que su olor me llegue cuando vuelva a tomar la posición de antes.

Me pierdo unos minutos fantaseando los movimientos de Briana sobre el lienzo, cómo mueve las brochas para impregnarlas de color, cómo su precisión absoluta al momento de trabajar me adormece la piel, cómo su cabello se desliza por su cuello al igual que sus hombros haciendo que quiera acercarme, apartarlos y darle un beso a su hermosa piel.

<<Así que eres otra alma infeliz, preciosa>>. Pienso rememorando el rostro que puso cuando formulé aquello, me es difícil evitar un tibio sentimiento de congoja, que se esconde tras la curiosidad de conocer qué aspectos le faltan para sentirse plena. Supongo que su carrera la hace feliz, la forma en que su cuerpo se deja llevar mientras trabaja dice cuán cómoda se halla en esta faceta, entonces ¿qué te llena poco, Briana?
Me dejo arrastrar por la suave melodía clásica que se filtra por las paredes preguntándome si se sentirá tan sola como yo, a pesar de que está rodeada de personas, si en las sombras extraña días pasados, si le duele el pecho a veces al ver a alguien más a su lado. Pongo en duda si me extraña y qué tanto. Si puedo volver los pasos, o no, de hecho no volver los pasos, deseo avanzar, de ser posible con ella.

Quiero ir a hablarle en este instante, mas, sé que es mejor esperar a descansar para no cometer alguna indiscreción. Debo tener cada sentido puesto en la plática, deseo ser coherente y expresarle todo lo que sucedió, lo que me llevó a privarme de ella, de su entrega, de la alegría que experimentaba a su lado.

Briana, susurra mi mente mientras se deja llenar de un recuerdo tras otro. Me quedo en una imagen que me llama la atención en exceso pues llevaba el cabello atado de una forma similar a la de hoy; sus mechones cortos estaban sujetos por una pequeña pinza que se notaba, hacia un esfuerzo hercúleo por sostener aquel peso, tenía cadejos rebeldes que se salían de esta, que le acariciaban gracias al viento, el cuello, las mejillas y los hombros. Tengo presente su perfil concentrado en una cinta que a decir verdad, no tengo idea de cuál era pues me la pasé viéndola a ella en lugar de sumergirme en la historia.

Llega a mi mente su voz suave, haciendo que se me acelerara el corazón cuando de la nada me cuestiona con los ojos puestos aún en la pantalla si deseaba casarme algún día, vuelve mi respuesta afirmativa, esa que me regaló su mirada brillante, esa que le dio pie para decirme que era muy probable que me viese hermosa con vestido. Sé que le dije que no deseaba ser yo la que llevase vestido, que le devolví el cumplido, que más tarde estábamos dejando olvidada la película para sumergirnos en un paseo de besos y caricias en los que ya no nos imaginábamos con prendas, todo lo contrario.

<<Y terminé siendo la que usó un vestido para casarse>>. Aprieto los párpados para aliviar el suave dolor de cabeza que me traen algunas memorias: el estar en el altar, a punto de dar el sí, con más de 20 pares de ojos viéndome con desconfianza pues sabían que entre Gabriel y yo había algo más que cariño, menos que amor para llegar a tomar la decisión de casarnos. La mirada cansada, pero llena de comprensión de mi ex esposo me tranquiliza un poco, me brinda serenidad como lo hacía cuando estaba en vida, siendo ese amigo que haría hasta lo impensable.

Almas PerdidasWhere stories live. Discover now