III. Te extraño.

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Elena
Actualidad.

Me tiembla cada centímetro de músculo que poseo, siento el corazón casi en la garganta, ese pitido en los oídos y se me ha erizado la piel cuando su aroma a flores invadió el espacio, mis fosas nasales y cada sistema de mi ser.

<< Solo Briana puede oler de esa manera>>.

La emoción, la alegría se unen a la ecuación de nervios que se abrieron paso sin pedir permiso, impulsando, moldeando todo mi sistema a su antojo, arrojando un manojo de ansiedad. Es gratificante observar otra vez su figura, su rostro, sentir la energía que emana. Se siente bien observar como su andar sigue siendo el mismo, como lleva el cabello casi igual, solo un poco más largo que la última vez que tuve el regalo de tener sus mechones caoba entre mis manos.
Analizo su expresión algo consternada, como si no me esperase tampoco, como si no tuviese idea de que estaba solicitando una plaza para trabajar para mí, como si no esperara volver a verme. Mientras que yo siempre supe que la volvería a ver, que volvería a encontrarla, que por cuenta propia o de nuevo por la mano del destino estaría frente a ese precioso cabello caoba, frente a ese cuerpo escultural, frente a ese ángel cuya imagen no me abandonaba incluso antes de saber que realmente existía, antes de otorgarle un rostro completo. Supe que podría volver a gozar de su imagen cuando decidí regresar, ella motivó en parte esa resolución, no obstante el miedo de su reacción al verme hacía que no la buscase, eso y que según sabía estaba en una feliz relación, una que se merecía, una que por más que deseara, yo no hubiese podido darle, a mi lado, en aquel entonces solo hubiese recibido sombras, mentiras, excusas y escondrijos.
Poco hubiese podido hacer para brindarle parte de la alegría que alguien tan noble merecía. No era que no deseara hacerlo, poco tenía que ver con que yo no estuviese dispuesta a ello, era más bien el destino, la crudeza de la vida, la necesidad de frenar algo que ya no tenía vuelta atrás y el capricho de terceros que nunca comprendieron que el ser diferentes e imperfectos —Por lo menos a sus ojos —no es sinónimo de incorrecto.

Mi mente es un vendaval de figuras, de memorias, fantasías, sueños; todas ellas rodeadas del perfume de Briana, de su esencia, del calor de su alma, de su adictiva sonrisa.

Qué placer es volverla a ver a pesar de que no tenga idea de qué hacer, a pesar de que me sudan las manos, esas que se mueren por volver a percibir la suavidad de su tez.

Reviso de nuevo la carpeta en la que se encuentra la hoja de vida de quien se supone era la siguiente a entrevistar.
Camila Moreno, la foto no es ni de lejos el precioso retrato de la mujer que tengo en frente, esa que paraliza con su penetrante mirada, esa que deseo estrechar entre mis brazos, como tantas noches atrás, y por supuesto, su nombre tampoco figura en estos documentos. Suspiro cayendo en cuenta de lo obvio.

Luisa debió hacer pasar a Briana antes que a Camila, reviso el siguiente y último currículum con dedos temblorosos, donde efectivamente una hermosa foto profesional de la peli castaña me da la bienvenida, pienso en que tan legal puede ser quedarme con esta.

Alzo la vista rumbo a quién pasea por mi mente, siendo consciente de que está allí de pie sin moverse.

—Siéntate por favor, Briana —intento modular de forma correcta, excluyendo la ansiedad, la sorpresa y el deseo de tenerla cerca.
Ella hace lo que le pido, camina directo a una de las sillas frente al escritorio, poco puedo hacer para que mis ojos no la sigan, para que no se pierdan un instante en el vaivén de sus caderas, en sus anchas piernas color canela. Me aclaro la garganta regresando la vista a los documentos —. ¿Deseas tomar algo?

—No, gracias —su voz sale pausada, estudio su rostro un momento dejándome embrujar por la dulce miel de sus ojos.

—¿Cómo estás? —es una pregunta que sé que  no esperaba, sus cejas se alzan un poco.

Almas PerdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora