34

2.1K 257 59
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Luego de estacionar la motocicleta en la orilla de una carretera solitaria, tomó mi mano, y como si de un infante se tratase, me paseó de aquí para allá.

Él cargaba una bolsa grande de tela que seguramente antes era totalmente blanca, y que ahora la cubre un color cenizo.

—¿adónde vamos?

—si vuelves a preguntar te tocará cargar la bolsa— cerré la boca al instante, pues esa cosa tenía pinta de pesar mucho.

—oye, Takashi— por desgracia para Takashi, el silencio no duró tanto tiempo. Yo tenía una rara necesidad de decir algo para quitarme el terrible nerviosismo que me cargaba.

—¿hmm?

—¿no se van a robar tu moto?

—no lo creo.

—¿estas seguro? Porque no tengo mucho dinero como para cubrir perdidas, tampoco para seguir como una idi-

—____~, guarda silencio y deja de preocuparte por eso...todo va a estar bien.

—...si tú lo dices...

—este lugar esta más lejos de lo que recordaba— volteó a verme y sonrió, cambiando por completo el rumbo de la conversación y el rumbo de mi sangre, la cual se acumuló en mis mejillas.

Esto se siente raro, pero bonito.

Reí estúpidamente, disfrutando de la cálida sensación en mis manos y del frio viento que amenazaba con robar mi viejo gorro.

—llegamos— nuestras manos se separaron al momento de parar.
Observé los alrededores y me pasó por la mente el caso de un homicidio que fue cometido en un bosque.

—oye, Takashi. ¿no estarás pensando en abrir mi piel y sacar mis órganos?— cuestioné mientras tomaba asiento sobre el pasto y seguía mirando de aquí para allá.

Árboles, árboles, árboles y más árboles. ¿pues cuanto estuvimos en moto? ¿y cuanto caminamos?

―no, no estoy pensando en eso.

Suspiré aliviada al escuchar su contestación, pero entonces hubo más dudas.

¿acaso él quiere...

Golpeé mi cabeza en cuento esos pensamientos impuros se hicieron presentes.

¡no soy una pervetida!, así que tengo que dejar de pensar en esas cosas.

―concentración...¡yo te invoco!― susurré mientras arrancaba con lentitud el poco pasto que había, luego acaricié el musgo que estaba por todas partes.

―¿qué dices?― levanté la cabeza al escuchar su voz tan cerca, él estaba frente a mi, de cuclillas, sonriendo como sólo él sabe hacerlo y quemando varias de mis neuronas.

❝No Importa❞ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora