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Dos semanas habían transcurrido. Ambas las pasé siendo custodiada por Masaru, él me llevaba y recogía de la escuela, no tenía permitido salir de esa casa, pedía reportes diarios de mi comportamiento y empeño en las materias, en conclusión, fueron dos semanas repletas de mierda; ni siquera he visto a Ran, tampoco a Rindou.

La primera semana fue más aburrida, Chifuyu sólo fue a clases un día, y ese único día estaba todo golpeado, con moretones, raspones y un ojo parchado; él no quiso darme detalles, y yo no insistí, sólo me dediqué a cuidarlo de las personas que lo miraban mal, enseñándoles el dedo medio de ambas mano y la lengua llena de colorantes rojizos, claramente hacia esto después de verificar que ningún profesor me veía.

Hoy es domingo, de la tercera semana,  en la cual podría decirse que me la he pasado encerrada en contra de mi voluntad, comunicándonme con Smiley, Chifuyu y Mitsuya mediante mensajes de texto para sentirme menos jodida.

Terminé de hacer las tareas y acomodé todas las cosas que necesito para ir a la escuela, luego fui a recostarme en el suelo de mi habitación, sobre una alfombra lanuda llena de polvo.

Observé el techo y suspiré cansada/frustrada.

Estar dentro de esta casa es un asco.

En ese mismo lugar y posición, cerré los ojos e imaginé cosas lindas, en una línea del tiempo que desconozco, con un escenario de fondo repleto de bellas incoherencias, contando amapolas de ese valle azul con mi amigo de la infancia, ambos sonreímos mientras corremos hacia un pequeño lago cristalino, dejando de lado las plantas para sumergirnos en aquel viscoso líquido que ahora es verdoso, con plantas acuáticas vivientes que tratan de arrastrarnos hasta el fondo con sus largas extremidades; los dos seguimos sonriendo como idiotas, al mismo tiempo que luchamos para no hundirnos y quedar atrapados en el fondo pegajoso y lodoso del que ahora es un pantano oscuro. No hay gritos de auxilio, en su lugar hay expresiones de desesperación y movimientos bruscos.
De un momento a otro, Kazutora ya no esta pataleando a mi lado, sólo yo estoy en la superficie, viendo con horror aquellas plantas que adoptaron rostros humanos/inhumanos y que tratan de acabarme; estoy por perecer, cansada y agitada, mis musculos se relajan y mi hundimiento es lento, fresco, y enfadoso. Por un momento todo esta tranquilo, las platas no me atacan porque yo misma decidí caer, no hay más ruidos que me desgarran los oídos, no hay nada, sólo yo y el silencio.

"Ayúdame" 

Repentinamente la voz de Kazutora se hace presente en la nada. Mi cuerpo reacciona por si solo y vuelvo a moverme estando debajo del agua, con los pulmones llenos de agua pero luchando por encontrarlo en este lugar, que ahora es de un verde opaco, y en donde ya no hay plantas con extremidades.

Logro divisarlo y lo tomo en brazos, nado hasta la superficie y noto su rostro desalmado, ese rostro que pide a gritos y llantos silenciosos ser salvado de la nada, del todo.
Dejo su cuerpo en la orilla del pantano, y me esfuerzo por salir; el pantano ya no es un pantano, son arenas movedizas dispuestas a tragar a quien las pise. Vuelvo a hacer acciones desastrosas y desmedidas, que no le hacen daño a Kazutora, tampoco a las amapolas que logro ver mínimamente a lo lejos, sólo a mi.

La mitad de mi cuerpo ya no es visible, y el hundimiento es constante. Vuelvo a pensar en resignarme para encontrar la tranquilidad, mi mano derecha se levanta sin consentimiento y mi boca logra hablar sin abrirse.

"Ayúdame".

Kazutora sigue  en la orilla, inconsciente, sin escuchar, ver, ni sentir.

Todas mis extremidades se entumen y mi cuerpo esta por perderse entre la arena.

Un fuerte y feo sentimiento me rodea de imprevisto y puedo sentir el agua en mis pulmones.

¿quién me salvará a mi?

Una silueta extraña se posa al lado de la arenas, me mira y extiende su mano, aún así no esta lo suficientemente cerca como para tomarla, así que prefiero descansar dentro de esa arena rasposa e invasora, que penetra mis oídos, boca, nariz, ojos, y que se adhiere al resto de mi cuerpo con facilidad.

               ════ ∘◦❁◦∘ ════

Desperté agitada y sudada, en una posición completamente diferente en la que dormí. Toco mi pecho y respiro con lentitud, miro todo mi cuerpo y por primera vez en mucho tiempo, me siento feliz de tenerlo.

Desconcertada, hago mi rutina mañanera, sin poder sacarme ese extraño sueño de la cabeza, que mágicamente logré recordar.

Estando lista y con la mochila colgada de los hombros bajo hasta la cocina para dar los buenos días a quien sea que encuentre.

Padre esta sentado y con la cabeza gacha, fumando de su cigarrillo, y con las ropas desalineadas, algo que me parece muy raro en él.

—buenos días—  me quedo a dos metros de distancia, mirándolo y tratando de predecir sus movimientos, o entender el porqué de su accionar.

—ujum...— ni siquiera levantó la cara, sólo expulsó mucho humo de la boca.

—...¿vas a llevarme a la escuela?

—¿qué no ves que estoy ocupado? Sabes... los adultos como yo tienen muchas cosas por hacer, ahora más que nunca... Todo se fue a la mierda por tu culpa...— levanté una ceja confundida y di varios pasos hacia atrás.

—¿adónde vas? Parate aquí y guarda silencio. Tienes que escuchar todos tus errores para que puedas remendarlos— me acerqué un poco, sin dejar de verlo y apretando la agarradera de mi mochila.

—todos estos días he que tenido que cuidarte como si fueras una niña pequeña,  sólo porque no sabes como debes actuar en el instituto... y por eso mismo, los policías atraparon a cinco de mis hombres, les quitaron la mercancía y mi dinero se fue a la basura. ¿entiendes toda la mierda que me causas?— se levantó y caminó hacia mi, al estar frente a frente puso sus manos en mis hombros y deslizó la mochila por mis brazos hasta que cayó al suelo.

Soltó un suspiro en mi cara, dejándome un fuerte olor a tabaco y alcohol.

—me pregunto porqué no heredaste el cuerpo de Oshin, así podríamos divertirnos más, o tal vez me harías ganar dinero...— comenzó a quitarse el cinturón, luego lo posicionó entre sus manos —...lo siento, pero de alguna forma tienes que entender, y no lo haces más que con golpes—  elevó un de sus manos, teniendo el cinturón de cuero en ella, luego, con velocidad, la bajó hasta estrellarla contra mi pierna derecha, luego volvió hacerlo, una y otro y otra vez.

—hoy no habrá escuela.

               ════ ∘◦❁◦∘ ════

Cinco de la tarde marca el reloj.

Masaru esta en la sala dormido, yo estoy en mi habitación untando crema en mis piernas para aliviar la hinchazón, dolor y picazón.

Miro el armario y una brillante idea me cruza por la mente:

Tengo que irme.

❝No Importa❞ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora