— ¿Por qué lo dices? —me escucho como una niña de once años y carraspeo.

  Tarda un momento en contestar pero suelta:

  — ¿No viste eso, cierto? Emma, esos eran asesinos experimentados. Era la gente que no debería conocerte y tú los provocaste, los hiciste merodear cuando ellos no debían siquiera enterarse de que había una muchacha en la mansión de su jefe —suspira y vuelve a hablar — esto tenía que ser secreto, no puedo creer que ni siquiera podías hacer algo bien. Creí que eras lo suficientemente buena para aunque sea esto, luego te preguntaste porque lo ocultábamos de ti, fue inútil.

  Trago saliva y reprimo un grito, tienes que contenerte Emma, no estalles o arruinarás todo y serás despojada, volverás con tu familia y tendrás que soportar las tediosa monotonía, continúa insultándome y balbuceando sobre lo diota que soy y como pude arruinar todo por dejar escapar a las sectas de Borgen. Estallo.

  —Cállate, ¿qué me dices de ti? solo puros lloriqueos de lo inútil que soy, pero yo pude entrar y asesinarlo, en cambio tú solo te quedaste en tu precioso confort dentro de la limusina petrificado, tu no tuviste que herir tu mano para entrar, no soportaste ver a dos personas follando, no hiciste nada de lo que yo hice y aun así te pones a recriminarme —jadeo y vuelvo a bramar, este muchacho no me ridiculizará y me hará ver débil, no más — ¿ahora te vienes con el resentimiento hacía mí? no eres un muchacho, no eres un asesino, solo eres un cobarde que quería una venganza sin sentido.

  El coche se detiene en seco y me balanceo hacia delante con el resto, escucho a Ryan musitar cosas por lo bajo como si lo hubiese quebrado, maldigo el día en el que aprendí a hablar, desde que lo hice solo he causado problemas emocionales y físicos a la gente, ahora yo soy la que se siente mal, soy una idiota. De nuevo, aunque dije que no lo haría, me repito que soy una idiota porque es cierto. Escucho como traga saliva y el coche vuelve a seguir su rumbo, ese fue un momento bastante incómodo que espero nunca volver a experimentar en mi vida, la oscuridad vuelve a hacerse presente, aun con las luces frontales sigue siendo la penumbra por completo.

  Chispeante y cercano, cruzamos un coche de lado que había estado siguiéndonos sospechosamente, observo y me encuentro con los ojos verdes de una muchacha de aproximadamente veintidós años a la que acabamos de chocar con las ruedas de la limusina, el silencio sigue inundando el interior del coche hace varios metros y casi kilómetros, ninguno ha hablado y esto me recuerda demasiado a cunado fuimos a la fiesta donde callé a la pobre Myrna, una muchacha tan distante en estos momentos que su recuerdo me es apenas visible en mi mente.

  Volvemos a adentrarnos a la ciudad, después de haber recorrido los campos de Edehasis por completo sin sentido alguno volvimos y alcanzo a visualizar una parte bastante peculiar de la zona donde nos encontramos, veo casa con números y nombres que resaltan para advertir la presencia de una familia completa como debe ser. McGregor, Sanders, Stevenson y por último uno que me eriza la piel, Blair. Estamos por la zona donde vive mi familia, estoy cruzando por las mismas as calles donde antes me he caído miles de veces, observo de lado y veo miles de figuras conocidas hasta que giramos y las pierdo de vista. Esto fue un retroceso y volver a lo que antes fue una semana pasada y normal.

  Jadeo lentamente viendo más casa y más luces esplendidas, parece recorrer las calles del barrio chino por la noche, siempre iluminada con letreros de neón deslumbrantes y de buen porte. Damos un par de giros bruscos más seguidos intercalando entre izquierda y derecha hasta volver a detenernos y veo que la mansión se alza a un lado mío, parece tan gloriosa y cuidada.

   —Bájate —me ordena Ryan.

  Obedezco algo enojada y me bajo azotando la puerta detrás de mí, es increíble que este haciendo caso a las palabras de un estúpido, pero es que siento un verdadero enojo y en parte tiene sus motivos al igual que yo, creo que deberíamos entendernos mejor, ya que lo único que he hecho ha sido pelear o contestar a las respuestas sarcásticas que me dice, nunca hemos sido como amigos como tal dice la palabra. Camino hacia la entrada escuchando discusiones que intentan silenciarse desde mi ubicación, siento las puertas de la limusina abrirse y volver a cerrarse, no soy la única que ha bajado y eso me reconforta ya que yo no podría entrar sin que abran. Escucho risas de parte de Dave por lo bajo mientras introduce la llave, me deslizo y la puerta se abre después de dos giros y pasan. Ryan se detiene.

  Me adentro admirando el lujoso vestíbulo, extrañaba ésta comodidad —a pesar de ser igual de grande que la casa de Borgen —, trueno mis dedos y por impulso corro en dirección a las escaleras, para no perderme por culpa del insomnio inventé un patrón que me ayudaría a descubrir donde está cada lugar sin tener que abrir veinte puertas, me deposito y caigo de rodillas en el suelo de arriba, jadeo lentamente, mi habitación es la tercera puerta desde mi ubicación, gateo hasta ella y salto hacia la manija cayendo y adentrándome con un fuerte dolor que parte por mi barbilla.

  Escupo y me yergo lentamente intentando no gemir de dolor, huelo a tierra y colonia barata mezclados con un fuerte aroma a jengibre. Me relamo los labios y observo como la habitación se encuentra tal cual la dejé antes, mi maleta tendida en el suelo y la ropa guardada en el guardarropa, la cama con todas las sábanas a un borde de caerse, las mesillas de noche con espejos y lámparas, el escalonado escritorio lleno de espejos de diferentes formas y tamaños. Es todo por completo un lujo.

  Salto y me desplomo sobre la cama sintiendo los resortes arquearse contra mi peso, siento algo duro chocar contra mi espalda, mi columna a chocado contra una placa de oro. Me aparto y deslizo la mano debajo de mí, cuero original, con un lomo y se siente como antigüedad, la placa de oro parece ser un adorno, lo saco y descubro lo anhelado que siempre esperé descubrir, algo que era de Judith y Peter Blair, un diario personal. Esto había sido una leyenda que mi abuelo contenía un diario lleno de frases, bastante útiles debo decir y ahora después de haberle ganado a la curiosidad por fin tengo entre mis manos el último recuerdo que tengo de ellos.

La secta © #1 (SIN EDITAR)Where stories live. Discover now