Capítulo 7

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—¿Qué estás haciendo aquí? —la voz se me había quebrado de forma involuntaria, y el calor de mi cuerpo había aumentado

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—¿Qué estás haciendo aquí? —la voz se me había quebrado de forma involuntaria, y el calor de mi cuerpo había aumentado.

—Supongo que lo mismo que tú —se mordió los labios—; disfrutar.

Llevaba puesto un jean y una americana blanca que se veía casi trasparente por el sudor que emanaba su pecho bien definido.

Me quedé en silencio, y las manos comenzaron a temblarme. Me recogí de inmediato el cabello en una coleta para disimular el movimiento. ¿Cómo era posible que este hombre que no conocía de nada pudiera volverme tan vulnerable?

—Estuve tratando de comunicarme contigo, pero no obtuve respuesta.

—¿Para? —se acomodó en una de las sillas a mi lado.

—Por lo de tu manuscrito, será publicado.

—¿Vas a hablarme de trabajo en este momento?

—¿De qué más podría hablarte, Ryan? —tragué en seco cuando terminé la pregunta.

—No sé... —señaló a mis espaldas—. Mira lo que hay a tu alrededor, podríamos hacer algo más que hablar, ¿no?

No, no, no Loren. No ibas a caer en ese juego.

Ryan me miraba coqueto. Sus ojos azules como el mismísimo cielo estaban enfocados en los míos, su pupila dilatada hacia que cada vello de mi piel se erizara y mis bragas se mojaran. Colocaba sus manos en mis muslos y trataba de irlas subiendo lentamente por dentro de mi vestido; las corrí.

Se rio por lo bajo y asintió.

Pedí un trago más, para mí.

—¿No tomaremos juntos? —le daba pequeños golpecitos a la mesa.

—No vine contigo.

—¿Con quién viniste? —preguntó, curioso. Bastante curioso.

Comencé a buscar por la habitación entre todas las personas hasta poderlo encontrar. Gracias al cielo estaba ahí, Jules.
Con la mano le hice señas para que se acercara, él no tardó ni un segundo en hacerlo. Se posicionó a mi lado tomándome de la cintura y dándome un beso sobre la cabeza. Los celos que sentía eran más que notable.

—Con él —me removí incomoda hasta que logré que Jules quitara su mano de mi cintura—. Él es mi pareja de la noche.

—¿Solo de la noche? —se mordió el labio.

—Solo de la noche —asentí.

Me puse en pie y agarrando a Jules de la muñeca caminé hasta llegar al centro de la habitación. Me acomodé delante de él pegándome lo más que podía a su pecho, dejé que sus manos se resbalaran por cada una de mis curvas a su gusto. Su respiración en mi cuello, el sonido lento de la música y la mirada llena de ira en los ojos de Ryan que trataba de esconder con cada trago que le daba al líquido en su vaso, hacían que el deseo creciera en mí, y los deseara a ambos.

No seguiré tus reglas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora