Capítulo 1

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-¿Otro cambio de ropa?- pregunté divertida.

-No digas nada, y mejor haz lo tuyo- respondió Claudia con un gesto de molestia.

Solté una risita, eso la hizo enfurecer más.

Me di medía vuelta y continué cortando los vegetales.

A mis espaldas escuchaba a Claudia refunfuñar y meter la ropa a la lavadora.

-Lo único que me consuela, es saber que tú pagas el recibo del agua- comentó seria.

-Y a mí me consuela saber que tu ropa queda con una mancha horrible- contesté con una sonrisa en la cara.

-ELENA- oí él grito desde la parte de arriba.

-Voy a comprar lo que falta antes de que esto vuelva a pasar- mencionó mi amiga mientras salía de la casa.

Deje lo que estaba haciendo, me lavé las manos y subí para ver qué pasaba.

Abrí la puerta de mi habitación y miré a mi padre un poco desesperado. Sin embargo, su semblante era lo que menos llamó mi atención, sino la mancha de vomito que había en su playera y pantalón.

-Claudia y tú no entienden que no lo deben de abrazar después de comer- dije acercándome a ellos.

-No es mi culpa que tu hijo quiera ser abrazado- respondió.

-Puedes esperar 15 minutos para eso-

Tomé al pequeño entre mis brazos, y automáticamente una sonrisa apareció en su rostro.

-Iré a lavarme- dijo saliendo del cuarto.

-Ay amorcito, no puedes vomitarle a tu abuelito y a tu tía- le dije mirándolo.

Sus ojitos me enfocaron y brillaron, eso impedía que me molestara con él. Sin contar los balbuceos que sonaron por la habitación.

Comencé a cambiarlo de ropa, un pequeño pantalón gris, un pañalero blanco un estampado de ovejitas y su gorro a juego. No era por presumir, pero mi hijo era una hermosura.

Lo envolví en su cobija y lo pegué a mi cuerpo. Lo mecía lentamente de un lado a otro, mientras tarareaba una canción infantil. No tardó en caer dormido. Sus largas pestañas adornaban sus ojos, y transmitía una paz tan grande que me olvidaba de todos mis problemas.

Sonreí al verlo.

Bajé a la sala, y me acerqué al pequeño lugar que tenía para acostarlo ahí. Acomodé a mi bebé y lo abrigué.

La estancia quedaba enfrente de la cocina, lo que me permitía verlo mientras hacía de comer.

Me quedé mirándolo unos segundos más, luego regresé a cortar vegetales. Acababa de terminar la ensalada cuando mi papá bajó las escaleras.

-Voy a hacer la carne, aprovechando que se durmió- entró a la cocina -¿Dónde está Clau?-

-Fue a la tienda, faltaban unas cosas para la comida- respondí.

No susurrábamos, pero hablábamos bajito. Así no lo despertaríamos, pero lo acostumbramos al ruido, cosa que nos ha hecho más fácil la vida desde que nació.

Mientras cocinábamos, platicábamos de cosas triviales y sobre nuestra semana.

Minutos después llegó Claudia, traía un jugo, un pequeño pastel y las cosas que yo le había encargado.

-Te veo cambiado Alfonso, ¿tú nieto te vomitó?- preguntó divertida dejando las cosas en la mesa.

-De la misma manera en que te vomitó a ti- respondió mi padre.

Siempre Contigo #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora