Capítulo 39. EN ESTE MUNDO PASAN UNAS COSAS MUY RARAS, EN SERIO

167 11 3
                                    

No me lo podía creer. ¿Qué era esto? Ahora ni siquiera podía moverse. Mi Nessie, mi ángel, ¿qué demonios le habían hecho?

Intenté incorporarla hacia mí, tirando de sus muñecas, pero era imposible, no se despegaba del saco. Tiré más fuerte, con todas mis fuerzas, sin embargo, lo único que conseguí es que ella llorase más.

―Vale, cielo, vale, no... no nos asustemos ―intenté calmarla, enjugando sus lágrimas con mis dedos, aunque yo también estaba algo nervioso―. ¿Esto es... parte del hechizo que te han puesto?

Sus ojos me miraron desesperados y frustrados, porque no podía hablar ni gesticular, no podía ni moverse.

Guay, ¿y ahora qué hacía?

―Vale, preciosa, vamos a hacer una cosa ―le propuse, acariciando su rostro sin parar―. Yo te pregunto y tú mueves los párpados para asentir o negar, ¿vale? ¿Puedes... puedes pestañear?

Sus párpados se cerraron una vez y se abrieron para mirarme de nuevo.

Bueno, algo es algo.

―Vale, eso es un sí ―entendí―. Para negar, parpadea dos veces, ¿de acuerdo?

Sus ojos se cerraron una vez y se quedaron abiertos, mirándome.

―Bien. ―Cogí aire para tranquilizarme yo un poco y empecé con las preguntas―. ¿Esto es parte de ese hechizo que te han puesto?

Sus párpados bajaron una vez, pero acto seguido lo hicieron dos veces.

―¿Sí y no? ―inquirí, sorprendido―. ¿Y eso qué quiere decir? ¿Es que han pasado de un hechizo a otro? ―se me ocurrió.

Sus largas pestañas bajaron una vez.

―Pero no... no lo entiendo ―afirmé, llevando la mano a mi cabeza para rascarme―. Aquí solamente estamos tú y yo, ¿cómo han podido hacer eso?

Me quedé pensando durante un rato, mordiéndome el labio. Sin embargo, no daba con la manera. ¿Cómo se podía pasar de un hechizo a otro si el autor o autores no estaban presentes? A no ser...

―Esos chupasangres no estarán por aquí, ¿no? ―me alerté―. No sé, como no se les puede oler, a lo mejor también son capaces de hacerse invisibles o algo.

Pero sus ojos se cerraron dos veces. Eso me tranquilizó un poco, aunque, por otra parte, también me volvía a llenar de incertidumbre, ya que ahora sí que no sabía cómo habían sido capaces de transformar un hechizo en otro.

Genial, esto era un lío. A no ser...

―¿Es que el hechizo se ha transformado solo?

Sus ojos adquirieron una mota de esperanza mientras se cerraban una sola vez.

Guau, increíble.

―¿Y qué sería lo que ha hecho que el hechizo pasase a ser otro? ―empecé a indagar para mí mismo, mirando hacia abajo, pensativo―. Vamos a ver, estábamos muy bien y, de repente, te quedaste tiesa... ―Mis ojos se abrieron como platos al darme cuenta de cuándo―. No puede ser... ―murmuré―. Fue... fue a partir... Fue cuando te dije que te quería ―resolví, mirándola con certidumbre y consternación a la vez―. Te lo dije y a partir de ahí empezaste a reaccionar raro.

Sus ojos me lo confirmaron cuando se cerraron una vez.

―Pero, ¿por qué? ―inquirí, confuso―. ¿Y por qué te hará esto? ¿Por qué no podrás moverte? ―seguí preguntándome, incorporándome un poco más―. Porque está claro que esto tiene que estar provocado por algo...

Me quedé mudo cuando vi que entonces sus manos y sus piernas podían moverse un poco y que su respiración se agitaba como si hubiera estado oprimida y ahora pudiese inspirar mejor.

NUEVA ERA I. PROFECÍA (por mí, su autora). Continuación de mi Fanfic Despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora