008- Cuando la conoció

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Thomas

-Tu café favorito, cariño- le dijo Gloria dejándole el café en la mesa.

-Gracias, Gloria.

-Tienes que venir a visitarme más seguido, prometiste hacerlo y es solo la segunda vez que te veo desde que te fuiste.

Era verdad, la vida de Thomas ya no era lo que solía ser. Su vida había cambiado hacía un año, ya no volvía mucho, ya no tenía por qué.

-Lo prometo- le dijo él.

Sabía que era una promesa falsa, como todas las que hacía últimamente. Pero no podía pasarse por ahí con regularidad. Su estilo de vida ya no le permitía hacer nada con normalidad, tenía una hora o con suerte dos antes de que la cafetería se llenara de fans o aún peor, paparazis. Lo seguían a todas partes. Pero bueno... ese es el precio de la fama como dicen por ahí.

-Eso espero- le dijo la señora antes de pellizcarle un cachete con ternura.

Gloria era como una figura maternal para él, a pesar de haber sido su empleado en la cafetería durante dos años, Gloria siempre lo había tratado como un nieto, ella se había convertido en una gran parte de su vida por un tiempo.

-¿Olivia viene en camino?- preguntó Gloria. Thomas asintió

Apenas recibió el texto de Olivia corrió a la cafetería, hacía meses que no veía a su amiga, y sentía que ella necesitaba de él.

- Iré a prepararle su café favorito- dijo Gloria dejándolo solo en la mesa.

Por lo que Thomas sabía, Olivia hacía todo lo contrario. Iba a la cafetería cada vez que podía aunque ya no trabajara ahí. Había conseguido un nuevo puesto como maestra de danza en una academia de baile para niños y adolescentes. Le pagaban mucho más y podía trabajar en lo que le gustaba hacer. Sin embargo nunca había dejado de visitar la cafetería.

Estaba sentado en su mesa favorita de la cafetería, la mesa junto a la ventana. Olivia no se tardó mucho en llegar, la vio entrar a la tienda con lagrimas en los ojos, de repente le recordó a la primera vez que la vio.

Revivió ese momento en su mente una vez más.

Tomó la bandeja repleta de tazas y platos y la transportó directo a la cocina.

-Tommy ¿Podrías quedarte unas horas más hoy, por favor?- le pidió Gloria, la amable señora que era dueña del local- Nos falta personal.

Thomas depositó la bandeja sobre el mesón y comenzó a organizar los platos sucios.

-Claro que si, jefa- contestó él sin dudarlo dedicándole una sonrisa. Tenía ensayo en la tarde pero podía reprogramarlo, sabía que les hacía falta persona y no era gran cosa para él tener que quedarse.

La mujer le sonrió y Thomas siguió con su trabajo.

Le gustaba mucho su trabajo, le gustaba estar en la cocina, atender mesas y hablar con muchas personas, lo increíble era que se conocían a muchas personas siendo mesero, era la excusa perfecta para endulzar la vida de las personas. Nada mejor que un dulce café cada mañana. Además... era lo mejor que podría conseguir siendo músico a medio tiempo. Últimamente se estaba enfocando mucho en la música. Había decidido no ir a la universidad para dedicarle más tiempo a su banda. Sentía que llegaría lejos, solo había que seguir insistiendo.

Thomas era fiel creyente de que todo lo que quieras lo podrás alcanzar, no de daría por vencido sin siquiera haberlo intentado. Él no se rendiría tan fácil.

Tomó su libreta y salió de la cocina para atender a las personas recién llegadas. Ahí fue cuando la vio.

Una chica. Bueno, en realidad dos. En la mesa de la ventana estaban sentadas dos chicas, pero él se enfocó en una de ellas. La luz de la mañana iluminaba su piel pálida que hacía un perfecto contraste con su cabello corto y oscuro, eso le llamó la atención de inmediato.

Té para tres 2: Té sin azúcarΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα