Capítulo 41: La vida de un mago.

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—Trataré de acomodar un poco mis programas con la Academia para asegurarme de tener el suficiente tiempo para ti Flare —aseguró Mia luego de haberse cambiado de ropa

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—Trataré de acomodar un poco mis programas con la Academia para asegurarme de tener el suficiente tiempo para ti Flare —aseguró Mia luego de haberse cambiado de ropa.

—No tienes por qué hacerlo, yo soy la que está de intrusa en tú casa —replicó Flare agitando la mano con gesto desinteresado—. Si alguien tiene que ajustarse a tus horarios esa debería ser yo.

—De todas formas me aseguraré de marcar un espacio libre, ya que prometí ayudarte a estudiar para el examen de licenciatura.

—Ah... no me lo recuerdes —dijo la chica y exhalando un gruñido, dejó caer la cabeza en los brazos.

—Tranquila, ya verás que no es tan malo. Bueno, me marchó. Xion si necesitas algo solo escríbele a Iris, ¿de acuerdo?

—Ya, déjalo todo en mis manos —expresé, alzándole un brazo en señal para que se largara de una vez.

Ella me sonrió enseñándome los dientes y me lanzó un beso antes de salir del apartamento. Rodé los ojos y terminé riéndome para mis adentros.

—Xion, oye, aquí entre nosotros dos, ¿habrá alguna forma hacer trampa en el examen ese? —preguntó Flare, al confirmar que la puerta de la entrada se había cerrado a sus espaldas.

Apoyé un codo en la mesa y la miré curioso de que tal idea se le asomara por la cabeza.

—Las hay, no obstante, yo en tu lugar no lo intentaría —le advertí—. Las pruebas se llevan a cabo en instalaciones especiales que cuentan con decenas de cámaras, sensores y aparatos mágicos que rastrearan cualquier actividad sospechosa de los aspirantes. No conozco a nadie que haya burlado su seguridad y a los que han descubierto haciendo trampa, no se les permite volver a tomar el examen por el resto de su vida.

—Uy, pero estrictos —se burló ella soltando una ligera risita—, bueno no me sorprende, si haces trampa en algo tan básico como un examen, no imagino que otros crímenes cometerías si tuvieras una licencia mágica.

—Veo que entendiste la idea.

Sus palabras llamaron mi atención y no supe ver si la chica llegó a darse cuenta del peso de lo que dijo, sin embargo, no soltó algún otro comentario referente al tema por lo que preferí dejarlo así. La atención de Flare se desvió a sus manos, contemplando con fijación la fotografía que Mia había olvido levantar de la mesa.

—¿Puedo... preguntar en que tanto piensas? —hablé, no porque me interesara saber la respuesta sino con el fin de romper el incómodo silencio entre los dos.

Flare enderezó la espalda y cuando nuestras miradas se encontraron percibí cierto nerviosismo en sus ojos.

—Hace una semana —comenzó diciendo—, si me hubieran dicho que dentro de siete días mi vida cambiara de esta forma, no lo hubiera creído. A los eruditos de fuego nos les enseñan a vivir lejos de su Círculos. Bueno, no les enseñan a tener sueños o deseos de ningún tipo, a decir verdad, por lo que al ser exiliada pensé que ya no tenía derecho a vivir en ningún lado. El Círculo me cree indigna y el mundo de los humanos me rechaza por mi condición elemental, tanto que ni siquiera soy capaz de caminar entre ellos sin causarles daño. Fue entonces cuando pensé: ¿A dónde podría ir? ¿Acaso existirá algún lugar en donde se me permita ser yo misma sin lastimar a nadie? —Flare se cruzó de piernas sobre la silla al mismo tiempo que dejaba escapar un lamento—. Por supuesto al poco tiempo me di cuento que tal lugar no existía, o por lo menos no mientras tuviéramos tantas ideas equivocadas el uno del otro.

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