Capítulo 5|| "Un grupo extraño"

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Cuando Daphne iba a gritar, sintió una mano en su boca que se lo impidió.

—Soy yo, dulzura. No te asustes.

Claro, que eso la hizo asustarse y comenzó a moverse, con tal de que el chico la soltara. Fue imposible y al no haber luz, no distinguió hacia donde iban.

—Es mejor que te tranquilices, porque no me sirves agotada.

Murmuró que la soltará contra su mano y él le preguntó.

—¿Si lo hago no gritarás?—se había posicionado frente a ella, dejando ver sus ojos. El miedo de Daphne se intensificó al fijar su vista en ellos, pero de todas formas negó con la cabeza y lentamente la dejó libre.

—¿Qué quieres?—le preguntó ella, separándose.

—Que vengas conmigo.—respondió, haciendo que las luces de su auto se encendieran presionando la llave. Solo ahí, Daphne notó que habían salido de la escuela.

—¿Para que?

—Debo pedirte algo.—repitió—No te haré daño.

—¿Cómo puedo estar segura de eso?

—Porque si quisiera hacerte daño, ya lo habría hecho—muemuró, comenzando a caminar hacia el coche.

Daphne sabía que no debía seguirlo, pero saber que le pediría fue más fuerte que cualquier cosa hasta del miedo que la recorría. Posiblemente se arrepentiría luego, pero en ese momento se subió al coche y esperó hasta llegar a donde sea que fuesen.

Tardaron unos veinte minutos en hacerlo, se encontraban frente a una casa antigua que Daphne reconocía por siempre evitar pasar frente a ella. Se decía que anteriormente era un manocomio, y un paciente se suicido dejando su espíritu rondando por el lugar. Esas historias asustaban a los niños y nunca, por nada del mundo querían acercarse.

Cuando Daphne vio como su acompañante descendió del coche y se dirigía a esa casa, se desesperó.

Por lo que la rubia recordaba esa supuesta casa estaba deshabitada hace ya tiempo. Una noche junto a Tyler y sus amigos la recorrieron por una apuesta y no fue un lindo momento. Daphne estaba aferrada al brazo de su novio muy asustada y no tardó en salir corriendo por la puerta. No llegó a ver nada.

Por eso no le gustaba lo que sus ojos veían.

—¡Oye!—le gritó llegando a él—¿No entraremos ahí? ¿O si?—no pudo evitar sonar asustada.

—Si lo haremos.

Oh no.

Un cosquilleo frío le recorrió la espalda.

—¿Es sumamente necesario?—preguntó ella y se notó el miedo en su voz. No podía evitarlo.

—No hay fantasmas ni nada extraño.—respondió  él de mala gana, mientras buscaba la llave—Remodelaron el manicomio hace unos años, ahora es una casa normal y sencilla.—explicó

—¿Tu vives aquí?

—Aja.—se le estaba dificultando abrir la cerradura, por lo que Daphne se preocupó más.

—Creo que es mejor que hagamos esto otro día...—empezó ella, retrocediendo—Debo volver con mis amigos...

—¡Joder tío! ¡Te dije que tomarás las otras llaves!—gritó un joven que estaba sin camisa y dejaba ver unos tatuajes de llamas en sus brazos, abriendo la puerta de un tirón.—Oh, veo que traes compañía...

—Hazte a un lado—le dijo el primer chico misterioso, metiendo a Daphne dentro de la casa.

—Eres un maleducado—volvió a hablar el chico y se acercó a la rubia—¿Cómo estas? Me llamo Flama, ¿tu?

MADNESS ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt