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-Bien, salvaré a la familia, al encanto...-se repitió cuando amaneció y fue hora de bajar al desayuno, iba a a salir pero -Espera, no se cómo se salva un encanto...casita ¿Tú sabes cómo se salva?- preguntó a su hogar, este movió algunos mueves y la ventana en respuesta -Oh, debí suponer que nadie sabría, después de todo nunca pasó, de igual modo gracias casita, me ayudarás ¿No es así?- pregunta, obteniendo una respuesta positiva que le hizo sonreír -Por eso eres la mejor- y con eso fue al desayuno, esta vez lo harían en el patio pues el día estaba muy lindo.

Salió rápido, quería agarrar sus arepas sin ser molestado. Agarró bastantes como tenía acostumbrado

-Camilo, ya te dije que dejaras de agarrar el doble de arepas que te toca!- dijo su padre

-Tocaba intentar- respondió con simpleza, recibiendo un golpe de casita que casi hace que se le caiga la comida, miró mal a su hogar. Su padre se fue y pudo ver la figura de su hermana mayor aparecer -¡Dolores!-

-No grites- dijo y lo miró -¿Qué pasa, Camilo?-

-Sabes que eres mi hermana favorita ¿No?- habló con una sonrisa, mirándola -Y que puedo confiar en ti y contarte lo que sea, y tú contarme a mi lo que sea. Cómo quizás un problema con la magia- eso último lo susurró -Que casualmente todos ignoraron después de lo que dije hace una semana-

-El único preocupado por la magia son tu, Mirabel y las ratas que hablan en las paredes- respondió yendo a agarrar sus arepas -Ah, y Luisa, escuché su tic en el ojo toda la noche, hm- agregó y se fue

-Con que Luisa ¿Eh?- se dijo a si mismo, caminó hacia la mesa y tomó el asiento que estaba al lado de su prima Luisa, sacándole el lugar a su madre a la cual le apareció una nube —Lo siento mami, no fue mi intención enojarte— se disculpó abrazando a la mujer, eso logró calmarle e incluso hacerla sonreír.

—No te preocupes mi vida, no pasa nada— murmuró

El adolescente asintió, miró a Luisa —¿Te sucede algo, prima? Dolores me dijo que tuviste un tic nervioso toda la noche ¿Se debe a la falla en la magia de hace una semana?— susurró, no obtuvo respuesta más que su mirada aún con el tic. Escuchó por otro lado a su abuela hablar sobre lo que harían ese día, lo ignoró, tenía que encargarse de algo más serio —Vamos Luisa, eres mi prima mayor favorita, ya lo sabes~ ¿Por qué no me cuentas que es lo que sabes? Puedo ayudarte, porque seguro sabes o sentiste algo ¿No?—

—Yo...— dijo Luisa, pero fue interrumpida otra vez por la emoción de Camilo

—¡Lo sabía, sabes algo!— habló fuerte, llamando la atención de todos en la mesa y, sobre todo, la atención y la mirada de enojo de su "adorable" abuela

—Camilo! Deja de interrumpir, ya muchos problemas nos haz dado como para que sigas con tus molestias, casita acercalo— dijo, la costa obedeció y puso a Camilo sentado al lado de la matriarca —Así quizás puedas oír mejor— lo miró con desaprobación y luego dirigió su mirada al resto de la familia, mostrando una sonrisa —Bien, cada uno puede irse a sus tareas y, Camilo, hoy te toca ayudar a Luisa, no hagas nada que pueda ponernos en vergüenza

—S-Si abuela— cabizbajo respondió el de ojos verdes, apretando los puños ante la injusticia, el no había hecho nada y ya lo estaba tratando mal! Empezaba a hartarse. Luego de que todos terminaron siguió a su prima mayor, la cual caminaba apresuradamente.

—Luisa espera— dijo, pero no lo escuchó debido a que estaba prestando más atención a lo que le pedían los pueblerinos —Luisa...ah!— se cayó cuando trepó la pequeña cerca

—¿Estás bien?— preguntó la más alta, levantando a su primo menor —Lo siento, a veces olvido cuando me vienen a ayudar—

—No pasa nada, oye ¿Puedes hablarme de lo que te pasó anoche? Me preocupas, no solo la magia sino tu, prima. Tu casi nunca tienes un ataque nervioso—

Salvaré el Encanto [Camilo Madrigal]Where stories live. Discover now