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—¡Hay grietas en casita, se está rompiendo!— y con eso, llamó la atención de su abuela y de todos en la fiesta —Por todos lados, yendo hacia la vela...—

—Muéstrame— dijo la abuela con seriedad, siguiendo a su nieto a dónde estaban, supuestamente, las grietas. No había nada

—P-pero hace un momento... había...había por todos lados...— murmuró mirando el lugar sano, sin grietas, ¿Acaso era un maldito truco? ¿Una mala broma de su visión? No entendía —Abuela te juro que...—

—Ya basta, Camilo, silencio! No permitiré que seas tan egoísta y vuelvas a dañar a la familia como siempre, hoy es la ceremonia de Antonio y todo estaba saliendo bien hasta que llegaste— habló severamente, luego se giró y miró al pueblo con una sonrisa —¡No pasó nada, son solo delirios de mi nieto! ¡La magia está fuerte! Y los tragos también— bromeó, e hizo un gesto a su yerno para que pusiera música, lo cuál hizo, y todos se fueron a seguir con la fiesta, bueno, todos excepto tres personas, Julieta, Pepa, y Camilo.

El adolescente soltó un suspiro aguantando las lágrimas que amenazaban con salir luego de las duras palabras de su abuela, miró su mano lastimada y se fue a la cocina, siendo seguido por su tía y su madre.

—¿Qué fue eso, hijo?— preguntó Pepa, acercándose a él con tono de preocupación, hizo un gesto a su hermana para que le hiciera algo para la herida

—Vi grietas mamá, lo juro, no mentí...— murmuró ya sin poder aguantar las lágrimas —Y-yo no mentí, jamás lo haría...n-nunca sería capaz de a-arruinar la ceremonia de Toñito—

—Ay hijo, lo sé— dijo la mujer, abrazándolo

—Fue una noche difícil para ti, Camí, no te sientas mal por eso ¿Si? Anda, come esto— habló esta vez Julieta, dándole una arepa. Este la agarró y la comió —Eres especial para esta familia—

—Te queremos mucho, hijo—

—Si...y la tía acaba de curar mi herida con una arepita con queso— dijo mirando hacia otro lado

—Curé tu herida con mi amor por mi sobrino— respondió dulcemente—

—Si tan solo pudieras verte como nosotras te vemos a ti, mijo— agregó su madre, mirándolo a los ojos —Eres hermoso, no solo físicamente, sino también internamente, eres el chico más dulce que jamás he conocido—

—Tienes un bello corazón, sobrino—

—Eres una cosita linda, mi niño— y con esos Pepa besó la mejilla de su hijo, sacándole una pequeña sonrisa

—Ustedes son las mejores, ojalá la abuela pensara lo mismo de mí y no me viera como un mentiroso, una desgracia...—

Las mujeres se miraron entre ellas, con tristeza, teniendo un pequeño deja vú...el niño se parecía a su padre biológico más de lo que esperaban, ¿Acaso eso significaba que la historia se repetiría?. Una nube se originó en la cabeza de la pelirroja ante la idea de también perder a su hijo/sobrino de la misma forma que a su hermano.

—Claro que no, hijo, tu abuela sólo...está de los nervios, ya sabes cómo es, pero te quiere—

—Mamá, tía, ustedes...ustedes me creen cuando digo que ví las grietas ¿No?— preguntó inseguro, mirándolas, obtuvo un silencio en respuesta, genial —No estoy loco, se lo que ví—

—Camilo, mi hermano Bruno perdió el camino en esta familia...no quiero que eso te pase a ti— dijo Julieta con la mirada perdida

—Será mejor que vayas a dormir, Cami, hoy fue un día muy cargado para ti— pidió su madre, solo asintió en respuesta y se fue a su habitación, la cual ahora solo sería ocupada por el, ya no tendría un compañero.

Salvaré el Encanto [Camilo Madrigal]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora