CAPÍTULO 25

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Johnny Lawrence

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Johnny Lawrence.

Lawrence había aceptado su destino. Sus Cobra Kai ya eran cuatro en total, Tommy no volvería al grupo, tampoco al Dojo, era mejor que descansara por un tiempo; además de que no debía recibir más golpes. Ali Mills ya estaba eliminada para siempre de su vida, pero para molestarla, siempre golpeaba a Daniel. Y Lucy aún seguía siendo el amor de su vida. La niña de ojos marrones brillantes que le había hecho tocar el cielo con una sonrisa cuando era más niña. Debía aceptarlo, debía aceptar que sus sentimientos siempre iban inclinados a la hija de su Sensei.

En menos de un mes se acercaba el gran campeonato y debía de ser el mejor cómo lo venía siendo hace cuatro años seguidos.
Por el momento no quería concentrarse en otra cosa que no sea Cobra Kai. Pero sus pensamientos siempre se dirigían a Lucila Kreese.

Ahora mismo se encontraba en su cuarto, miraba el techo y un pequeño suspiro salió de entre medio de sus labios. Miró su muñeca y aún permanecía ahí... La pulsera con su nombre.

Se colocó de pie y tomó su chaqueta de Cobra Kai que estaba colgada en el respaldar de su silla. Bajó las escaleras y su padrastro se encontraba en la sala.

— Oye, niño. — Johnny se asombró al no recibir insultos cómo, ''inútil ", "imbécil". Y demás cosas que sólo Sid podía pensarlos y decirle.

— ¿Si? — preguntó curiosos. Aquél hombre se incorporó en el sofá y lo miró.

— Voy a ir a verte en el campeonato. — dijo sin más para seguir viendo la televisión. Johnny no aguantó sonreír y asintió, para luego marcharse de ahí.

Buscó su motocicleta al garage de la casa y se montó en ésta, tomó rumbo a casa de Lucila nuevamente.

Buscó su motocicleta al garage de la casa y se montó en ésta, tomó rumbo a casa de Lucila nuevamente

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Lucila Kreese.

Una bocina se oyó de afuera, se colocó de pie, ya que se encontraba en pijama y ya recostada en su cama. Abrió la ventana y se apoyó en el marco de ésta. Ahí vio aquella cabellera de color oro, sus ojos miraban la puerta de la casa y su pierna se movía de arriba hacia abajo; seguro por nervios. Ella cruzó sus brazos, estaba molesta con Johnny.
Una de las razones; porque seguía golpeando a Daniel, cuándo ella había sido bien clara en que no quería que lo tocaran. Segunda razón; la dejó completamente sola en el hospital cuando fue a visitar a Tommy y tercero; era un idiota.

— Voy. — dijo y Johnny subió la mirada hasta la segunda planta de la casa. Asintió mientras mordía sus cutículas de los nervios.

No se cambiaría, le daba igual que la viera así en pijama y sus pantuflas. Se acomodó un poco su cabello castaño y salió de su habitación para ir directo a abajo.

Abrió la puerta sin hacer tanto ruido. Ya era de noche y mañana sería la fiesta de noche de brujas. No quería despertar a sus padres y menos a John, sino estaría en graves problemas el señor Lawrence.

— ¿Qué haces aquí y a ésta hora? — preguntó con sus brazos cruzados.

Johnny la miró un poco nervioso y se acomodó mejor en su motocicleta, se encontraba a un lado apoyado con su parte trasera en ella.

— Vengo a disculparme por lo de hoy. — habló. — Vi lo de Tommy en el hospital y... — dijo cabizbajo, pero Lucy lo interrumpió.

— ¿Te pusiste celoso de tu mejor amigo? — preguntó sorprendida. — No te la puedo creer. — soltó indignada, dejando caer ambos brazos  a sus costados y las palmas de su mano golpearon ambas piernas.

— Sé que fue estúpido e inmaduro y por éso vengo a disculparme. — fueron sus palabras y Lucy simplemente asintió. — Lo extraño mucho... — dejó aquellas palabras en el aire, su voz se había cortado y la castaña se le estrujó el corazón. Lo abrazó y el gustoso aceptó aquél gesto.

— Está bien... Yo igual lo extraño. — respondió cabizbaja. — Pero sé que estará bien. — dijo para hacer sentir mejor a Johnny.

Ella clavó la mirada en su muñeca. Ahí estaba, la pulsera que le había entregado cuándo eran unos niños. Sonrió y Johnny pudo darse cuenta de éso, también lo hizo.
Levantó su brazo y arremangó su chaqueta de Cobra Kai para que Lucy pudiese ver su nombre en su muñeca.

— Aún lo tienes. — fueron sus palabras, no lo podía creer.

— Obvio que lo tengo, lo llevo a todas partes conmigo desde niño, jamás me lo quité. — confesó con una sonrisa y Lucy tocó aquella pulsera con sus pequeños dedos.

— Yo también te llevaba a todas partes conmigo. — respondió y tiró su cabello lacio hacia atrás.

— Wow, no lo puedo creer. — rió sorprendido por el collar de oro que le había regalado antes de que Lucy se fuera a Newark.

— Siempre estuvimos unidos. — dijo con una sonrisa.

Ambos se unieron en un gran abrazo.

Kreese cerró las cortinas de su casa y gruñó al ver ésa escena.

Kreese cerró las cortinas de su casa y gruñó al ver ésa escena

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COBRA KAI |Johnny Lawrence| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora