Capítulo 5 "Un after desastroso." (3ra parte)

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El olor a alcohol que emanaba el "hombre" frente a ella le causa náuseas y asco. Nunca creyó que Sting fuera esa clase de personas, incapaces de autocontrolarse y llegar a estos extremos, ¡Pues claro que no se lo imaginaba! La chica lo había conocido en ese mismo día y había confiado en él ciegamente, pero terminó rompiendo sus alucinaciones; con cada apretón, con cada palabra, con cada mirada.

Pero qué estúpida era, se sentía tan decepcionada de una persona de la que ni siquiera estaba enamorada, es más, de una con la que no tenía ningún especie de vínculo. A pesar de que eso no sea "tener el corazón roto", había un dolor en su pecho, pero no sólo por lo que estaba haciendo Sting; sino, porque, a causa de eso, empezaba a creer que no podría confiar en un hombre más... pero inmediatamente se regañó a ella misma.

Que un hombre -un alcohólico imbécil- le esté haciendo aquello por como está, no quiere decir que los demás harían lo mismo. Era injusto meter a todos en "la misma bolsa" vamos, ella también se molestaría si lo hicieran con ella; así que decidió desechar esos pensamientos de su mente.

-Sting, por favor, ya basta.- Rogó la Heartfilia una vez más, su voz sonaba ronca y sin fuerzas.

-Acaso cuando le pedí que dejara de jugar, ¿Ella hizo caso?- El rubio lanzó un gemido de dolor y un gruñido.- ¡Jamás!

Se acercó al cuello de la rubia, lo acariciaba con la punta de su nariz y el borde de sus labios, Lucy sólo se retorcía y trataba de librarse de su agarre, sin éxito. Sting bajó hasta su clavícula, inhaló profundamente de ella y le dio un silencioso beso en la misma.

-¡Aléjate!- La chica pataleó, al borde del llanto.- ¡Basta ya!

Eucliffe ignoró sus órdenes, y descendió hasta el pecho de la universitaria, pudo observar como la rubia paró su respirar en seco. Esbozó una sonrisa victoriosa. Inundó su cabeza en el busto de la chica, fue cuando sintió un líquido desplazarse por su nuca; alzó el rostro... Lucy Heartfilia estaba llorando.

-Oh no llores, tranquila, que habrá más.- Sting dio una media sonrisa.

Unos jadeos secos y rasposos intentaban salir de su garganta, pero no podía pronunciar nada más, ni siquiera podía gemir o gritar por ayuda, sus piernas tiritaban y se sentían cansadas. Estaba muy agotada, tan agotada y aterrada como para planear algo. Le daba asco sentir el aliento y los suspiros de aquél ebrio, pero para su mala suerte -y buena suerte del rubio- se sentía fatal.

¿De verdad terminaría siendo violada ahí mismo? ¿Violada por ese infeliz en una fiesta? ¿Perdería su virginidad con una violación? Su cabeza daba vueltas y lo único que quería era regresar el tiempo, no haberse detenido al bajar las escaleras, no haber aceptado su invitación, no haber tropezado con él; no haberse dejado llevar...

Pero todas esas cosas le darían una muy grande y dolorosa lección, una que nunca se le borraría de la mente durante todo lo que le quedara de vida. Ni siquiera darse un baño de tres horas y tallarse todo el cuerpo hasta que éste quedara rojo y ardiera con intesidad le quitarían la marca que le dejaría, después de que él hiciera lo que hiciera... Oh dios, ¿Cuál sería el rostro de Levy al enterarse? ¿El de Erza, el de Mirajane, el de Jellal, el de Gray, el de Gajeel? ¿Qué expresiones encontraría en sus rostros?

¿Lástima? ¿Dolor? ¿Vergüenza? ¿Ira? Probablemente todas...

Pero no se rendiría, si ella permitía que un ebrio como Sting la violara allí mismo, jamás se perdonaría a sí misma. Aunque sea una completa pérdida de tiempo y fuerzas, no iba a dejar de luchar.

Ésta intentó patear al hombre en su zona sensible, pero no pudo lograrlo, ya que Sting lo esquivó segundos antes, éste pisó con furia el pie de la universitaria; haciendo que ésta gimiera de dolor.

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