Epílogo 2

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Segunda parte


Enero, 1926

El silbato del barco y el estruendoso ruido de los motores anuncia nuestra partida, estamos sobre la cubierta despidiéndonos de nuestros amigos, que se encuentran en el andén del puerto.

Adiós... adiós... hasta pronto, —repiten Albert y Archie, sus voces resuenan entre los gritos de la multitud, George es el único que nos mira en silencio...

Nos quedamos sobre la cubierta sin pronunciar una palabra, hasta que perdemos de vista a nuestros amigos, pero creo que ellos aún pueden ver el barco qué se aleja a cada instante, veo a Candy y se me oprime el corazón.

Lo siento susurro en su oído, sé que mudarnos es un sacrificio para ella, perdóname, —dije atrayéndola a mí, para protegerla del aire gélido con mi calor.

—No te preocupes Terry, sé que mientras vivamos existe la esperanza de volveremos a encontrar, ya no le temo a las despedidas, algún día volveremos ¿vedad? —dijo ella, con lágrimas en los ojos.

Sí pecosa, te lo prometo, —conteste con un nudo en la garganta, no me gusta verla llorar.

Luego la lleve al camarote para que descansara y calmar sus emociones, no debíamos abusar el viaje en coche fue largo y me aterra que recaiga de nuevo, apenas y me recupero del susto que me dio. Mi madre se quedó acompañándola, mientras yo fui a verificar que Emma y los muchachos estén instalados en su camarote, ellos decidieron continuar con nosotros, mi idea inicial fue que ellos cuidaran la casa y de Anastasia, fue Candy la que pregunto si deseaban mudarse con nosotros y me alegro que aceptaran, de todas formas, Albert y George se encargaran de nuestras pertenencias y de trasladar a Anastasia a la mansión, sé que ellos la cuidaran.

La noticia de mi próxima paternidad, llego en un momento de angustia, y en mi carrera necesitaba tomar una decisión crucial, pasamos las fiestas de fin de año en el Hogar de Pony, y todos fuimos felices, tanto por la noticia como por la pronta recuperación de Candy, quizás fue por el cariño de todos sus seres queridos y las deliciosas sopas de la señorita Pony, lo único que no cambio fue que Candy dormía más de la cuenta, pero el doctor dijo que era normal, «el doctor Martin es el mejor doctor del mundo» —dice Candy, y ahora le creo.

Y también recuerdo la angustia de Eleonor, cuando se enteró que Candy estaba indispuesta, ella sin previo aviso se presentó en el Hogar de Pony, sin importarle las inclemencias del clima, y también recuerdo su alegría al enterarse de la buena noticia.

¡Cariño seré abuela! —grito sin importarle que las maestras la escucharan, las buenas mujeres actuaron con naturalidad sin hacer ninguna pregunta, creo que ellas ya lo sabían, entre Eleonor y yo, hay un cierto parecido, y creo que nunca podría negar que ella es mi madre...

Para esa fecha mis compañeros ya estaban en Londres, pero a mí lo único que me importaba era cuidar a Candy, aunque en el fondo me doliera perder la oportunidad de trabajar en un teatro de tal prestigio y la gran ventaja es que los actores actúan solo en el teatro, no hay giras, es el público el que viaja a ver la obra, en cambio en América es lo contrario y a la larga me convertiría en un padre y en un esposo ausente, ¡no deseaba esa vida para mí! ¿No sabía qué hacer? Entre Candy y mi carrera, elijo a mi esposa, quizás lo mejor era renunciar y buscar otro tipo de trabajo.

¡Tú naciste para ser actor Terry! Y yo iré a donde tú vayas, no te preocupes por mis malestares se me quitaran en algunos meses, y con los cuidados todo estará bien, no olvides que soy una gran enfermera, —dijo Candy.

«Hijo será duro para nosotras que vivan tan lejos, pero entendemos, ahora tu prioridad es tu familia y todo lo demás es secundario, si estas convencido que es lo mejor para ustedes, sigue adelante y escucha tu corazón» fue el consejo de la señorita Pony, apoyada por la hermana Lane, y mi madre abandono todo para ayudarme a cuidar de Candy por un tiempo.

UN AMOR REESCRITO A TRAVÉS DEL TIEMPOWhere stories live. Discover now