Es triste pensar que las personas que más amas, son las que más te mienten y lastiman.
Pero la vida es así.
Kreese le enseñaba a su hija lo que son las primeras decepciones de la vida.
Siempre había que golpear primero, golpear fuerte y sin pieda...
— ¿Qué parte de que no toquen a Daniel no les quedó claro? — preguntó enfadada.
— Oye, primero que nada, nosotros no lo tocamos, segundo todo ésto pasó fuera del Dojo y tercero, ya te dijimos que fue un anciano, no Daniel. — se excusó Jimmy. Todos le siguieron el juego y asintieron.
Lucy salió bufando del lugar y no encontró a Daniel ni a Ali por ningún lado.
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Daniel LaRusso.
Ali había tomado su mano y se lo llevó lejos de la escuela. Buscaron sus mochilas y se retiraron de la secundaria. Mientras llegaban a la bicicleta de Daniel, éste se montó y Ali hizo lo mismo poniéndose cómoda en el caño del medio de ésta.
— ¿Dónde quieres ir? — preguntó Daniel mientras seguía su vista en el camino.
— Vamos a la playa que queda más cerca. — respondió con una sonrisa y el chico morocho hizo caso.
(COLOCAR CANCIÓN DE MULTIMEDIA)
Daniel y Ali dejaron la bicicleta tirada, se quitaron ambos los zapatos y tomaron asiento en la arena fresca. Ambos miraban cómo las olas golpeaban fuertemente entre ellas.
— ¿Sabes? Siempre digo que las olas bailan. — contó Daniel y Ali sonrió embobada por cada palabra que éste le decía.
La rubia desde que Johnny se había comportado cómo un puerco con aquél chico, comenzó a sentir cierta curiosidad por él. ¿Y la verdad? No le importaba para nada las clases sociales, las dejaba de lado y todo por Larusso, porque éste chico si que le había llamado la atención desde el primer día.
— ¿Le he dicho que es muy linda, señorita Mills? — preguntó con cierta sonrisa de coqueteo. Aunque se sentía un poco avergonzado por su ojo morado y su frente raspada.
— Usted también es muy guapo, señor Larusso. — respondió la chica de risos rubios con una sonrisa tonta y tímida.
Ambos se quedaron varios minutos mirando el atardecer, el agua golpear contra la arena y el sonido de los pájaros cerca de ellos. Ésa sensación si que le gustaba, pero no se sentía igual, no era nada igual a cuando estaba con aquella chica de cabellos morochos en Newark, aquella chica que le había robado el corazón por primera vez, junto a su sonrisa perfecta y su mal carácter. Ella no era igual a Lucy. Pero se sentía bien.
— Ali... — la nombró, ésta la miró y Daniel estampó sus labios con los de ella, aceptó gustosa de aquél beso que tanto tenía ganas.
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A los minutos se separaron y Daniel bajó su cabeza apenado.
— Yo de verdad lo siento Ali, yo no qui... — estaba a punto de arrepentirse de lo que había hecho, pero Ali Mills lo tomó de ambas mejillas y volvió a estampar sus labios finos con los gruesos de Larusso.
Ambos se gustaban y era lo que realmente importaba, aunque más luego se las vería con los golpes de Johnny Lawrence, pero ahora éso pasaba a segundo plano teniendo a Ali en sus manos.
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