Capítulo 18.

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Primero, mis ojos llorosos se clavan en ella y las lágrimas caen una seguida de otra. Entonces empieza algo a moverse dentro de mi pecho, y...

Me estoy riendo.

Mis hombros se empiezan a sacudir un poco en una risa pequeña y avanza hasta que mi risa es histérica.

No me lo puedo creer. Ella está ahí. Ella está ahí mirándome tranquilamente, recargada contra el granito de la isla, casi curiosa. Tan hermosa como siempre. Sin embargo esto es diferente, porque me recuerda ese tipo de belleza fría y cruel que vi en un principio en Alex. Veo... Veo el infierno.

Mi risa histérica se convierte lentamente en un llanto incontrolable. Me cubro la boca con las manos en un intento de detenerlo.

--¿Isabel?-Logro articular, entre jadeos--¿Eres real?

--Claro que soy real, tonta. Duh. 

Abro la boca para hablar pero entonces oigo el auto de David estacionándose en la entrada. Isabel sonríe y pone un dedo en su boca, pidiéndome que guarde silencio. Mete las bolsas de pastillas rápido en una bolsa deportiva y se dirige a la puerta.

 Me lanzo a tomarla del brazo antes de que se desvanezca.

Ella abre la puerta, pero no logra salir.

--No te preocupes, cielo-Sonríe-Volverás a verme. Lo juro.

Está viva.

Isabel está viva.

Es cuando un flash viene a mi cabeza: Marina, An, Kate, Graham, Alex, mamá, papá, David... Yo. Todos nosotros. Nosotros sufriendo por la muerte de Isabel. Por lo que nos había causado. 

Por lo que ella nos había hecho.

Lo que nos ha hecho pasar.

--Isabel-Murmuro sin aliento--¿Por qué?

Isabel me mira un minuto y  me da un beso en la frente. Entonces abre la boca para contestarme, pero la puerta delantera se abre y yo volteo para comprobar que ni mi madre ni David vienen. Ella se libera de mi agarre en mi momento de distracción y sale por la puerta, caminando hacia atrás con agilidad, casi como si estuviera flotando.

--Porque podía.

Ella se desvanece en la oscuridad y siento que no puedo respirar. Me doblo en el suelo y me pecho se aprieta, mis pulmones rechazando el aire, mi cabeza dando vueltas.

Estoy muriendo.

--¿Cassidy?-Llama David--¡Cassidy, hemos llegado! ¿Estás aquí?

Oigo decirle a mi madre que a lo mejor sigo afuera, pero aún sigo aquí.

Me levanto, temblorosa, y voy hacia las escaleras, enfrente de la puerta principal, dónde ellos están parados.

David me mira y abre la boca. Mamá empieza a sonreír pero su expresión cambia al ver la mía.

Puedo ver las interrogantes flotando en el aire: "¿Qué está mal?"

Estoy muriendo.

--Lo siento, no puedo-Susurro, y salgo disparada escaleras arriba.

¿Cómo Isabel me ha hecho esto?

Tomo una bolsa azul que mi madre me regaló en mi cumpleaños quince y meto la bolsa de  pastillas y el CD. 

David entra por la puerta.

--Cassidy, sé que es duro tener a tu madre de vuelta, pero...

--¡Cállate, tú no sabes nada!

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