Capítulo 13.

19 1 0
                                    

--¿Estás evitándome?
Levanto la cabeza y veo la sonrisa de Alex.
--No, no creo. He estado ocupada.
Se sienta enfrente de mí y me sonríe. Guardo el intento de carta para mi madre en mi mochila.
--Ajá. ¿Evitándome?
Le sonrío.
--Eres un egocéntrico. Mi mundo no gira alrededor de ti, al contrario de lo que tú piensas.
Me sonríe de vuelta.
--Oh, vamos. Soy una buena persona para suspirar cuando piensas que nadie te ve.
Niego con la cabeza hacia él.
--Mañana, ¿Qué vas a hacer?
Me encojo de hombros.
--Iré a casa. ¿Tú?
--Me quedo aquí siempre.
Eso me sorprende un poco.
--¿Siempre?
--Siempre.
--¿Por qué? ¿No extrañas a tus padres?
Hace una mueca.
--Humm…Vivo con mi tía. ¿Qué tal tú y yo, el fin de semana, en dónde tú quieras? Es una cita.
No menciono su repentino cambio de tema. No presiono. Si no quiere contar acerca de su padres, respeto eso. 
--No lo cre…
 Antes de rechazarlo por completo, mi mente destalla.
La razón por la cual lo estoy rechazando no es por An, ni por Isabel ni por ninguna de las chicas con las cuales él ha salido. No me importa. Me tienen sin cuidado. Lo estoy rechazando porque este fin de semana iré a visitar a la señora Rossemount, a pesar de Graham y de David. Mi problema es que sé que tengo que poner una excusa para salir de casa sin decirle a David a dónde voy. Y desde la última vez que mentí y fui a la clínica, sé que él no confía en mí.  Pero. 
…Pero si Alex va a casa a recogerme para una cita, y David lo ve, no va a dudar. Me dejará salir de casa sin preocupaciones. Y yo puedo librarme temprano de Alex.
Una escapada limpia, sin daño ni mentiras. ¿No es eso lo que he querido siempre?
Sí, lo es.
--Claro. ¿Mañana por la noche?

                                                                               ﮪ

--Hola.
Dejo de doblar la blusa rosa de holanes y la dejo caer en la pequeña maleta en la cama. La miro.
--Hola. ¿Qué haces aquí? ¿Dónde están las chicas?
An atraviesa el umbral de la puerta y se queda a unos pasos de mi cama, con sus botines negros de tacón resonando en el piso.
--Están en la cena. No te vi, y pensé que era un buen tiempo para checarte.
Inesperadamente ella se acerca y mete el dobladillo desacomodado del lado de mi cintura derecha dentro de mi falda, así queda parejo y perfecto. Como si fuera mi hermana mayor. Con un destello de la mirada protectora que tiene con Kate y con Marina.
--Sí…--Digo, vacilando—No te preocupes. No tengo mucho contacto con Alex.
Se sienta en la orilla de mi cama y asiente.
--Sí, Marina me ha comentado que estabas saliendo con Graham.
Levanto la mirada hacia ella.
--¿Marina te ha contado eso?
--Sé sobre su amistad. 
--¿Te contó Kate?
--Sabes que tenemos nuestros problemas de vez en cuando, pero lo que no sabes es que nos contamos todo. Somos un equipo. Son como hermanas para mí. Ella creía que me enojaría con ella así que tenía sus dudas, pero me lo dijo de cualquier manera. Tengo que decir que no me sorprendió, conociéndola.
 Tomo de nuevo mi blusa y empiezo a doblarla.
--Bueno, no tienes que preocuparte por mí.  No represento una amenaza para ustedes. Creo que ya habíamos hablado sobre esto.
--Lo sé.
--¿Entonces por qué estás tan preocupada?
--Me refiero a lo sé, que no representas una amenaza.  No que ya habíamos hablado sobre esto… Bueno, eso también.
  Dejo la blusa en mi maleta y tomo un vestido de encaje azul pastel.
--¿Entonces qué haces aquí?
--Vine a chequear que todo está bien.
Hago una pausa.
--Esto es la cosa más extraña. ¿No me odias o algo así?
--Yo no te odiaba. Sólo estaba preocupada de lo pudieras hacer. Pero ahora creo que podemos hacer las paces.
--¿Por qué ahora? Quiero decir… ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
--¿Sabes? No siempre soy una perra.
Hay una pausa. Levanto una ceja.
--De acuerdo—Admite, doblando una pierna sobre la otra—A Marina no le gusta que no te acerques a nosotras por mí. Y Kate está cansada de defenderte, así que me pidieron que viniera a hacer las paces. En verdad soy siempre una perra.
--Eso tiene más sentido… Sin ofender.
--Pero era verdad. Cuando dije que confío en ti. Más o menos.
Ella se levanta y hecha una mirada a mi maleta.
--¿A eso le llamas doblar?
Miro también.
--¿Qué tiene?
Ella sacude la cabeza y se sienta de nuevo, tomando mis ropas y doblándola delicadamente.
--Eres igual que Mar—Dice, poniéndola perfectamente en mi maleta, pero no lo dice con tono irritante, si no con tono suave y algo burlón.
  Tal vez es una perra, pero puede ser una muy dulce cuando quiere.
Me sonrojo por la palabra, resonando en mi mente.
Lo siento, mamá.

Fade.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora