Prólogo

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Cuando besé a Gregory James, no pensé que ese beso terminaría siendo baboso, desastroso, completamente fuera de lugar, no sexy y de nuevo baboso. De tan solo recordar como su boca estaba sobre la mía e intentaba meter su lengua dentro de mi garganta, me provoca vértigo.

Había sido la peor experiencia de mi vida y sin duda la más babosa de todas, pues Gregory tenía problemas severos de saliva. Sí, era asqueroso.

Yo había escuchado que sí tenías suerte, tu primer beso no podía resultar tan malo, sin embargo, decir que mi primer beso fue malo era poco, fue más que malo, fue espantoso, tanto que me dejó sin ganas de volver a besar por alrededor de un mes. Incluso, me dejó sin ganas de tener citas, pues, antes de besarme, Gregory me invitó a una cita y aunque yo lo rechacé en más de una ocasión, terminé aceptando y vaya que me arrepiento de ello, ir a comer fajitas en la primera cita y besar con un mal aliento resultó lo peor de todos, me dejó con un pésimo sabor de boca y nauseas.

A eso, agrégale el hecho de que es torpe y descuidado, porque me dio con la puerta del restaurant antes de entrar, en su intento de ser caballeroso conmigo, también agrega la parte en que, por las siguientes dos horas, se dedicó hablar sobre fútbol, videojuegos y todas esas cosas que evidentemente no teníamos en común, éramos como dos polos opuestos que jamás llegarían a un acuerdo. No me malinterpreten, creo en eso de que los polos opuestos se atraen, pero es que Gregory y yo definitivamente no nos atraemos.

¿Qué si me quedé con ganas de una segunda cita?

No. Ni en un millón de años, pero al parecer, Gregory no entendía el concepto de "lo siento, no creo poder salir por segunda vez" y otras excusas, pues era insistente.

Sabía que no todos los besos eran de esa manera, babosos, fuera de lugar, torpes y para nada dulces, había escuchado a mis amigas contar sus lindas experiencias cuando las besaban y era una fanática de las novelas y películas románticas, y una parte muy interna de mí, quería deshacerse de esa mala experiencia y volver a besar, pero si quería hacerlo, tenía que encontrar al candidato perfecto y asegurarme de no tener a un segundo Gregory Nate besándome, no de nuevo, por eso, escribí las cinco reglas más importantes que debía cumplir mi siguiente candidato.

1. Tener buen aliento.

2. Ir a una cita juntos.

3. Tener pasatiempos en común.

4. No ser Hunter Humphries.

5. No romper la regla número cuatro.


¿Por qué no romper la regla número cinco? Porque Hunter Humphries sería la última persona con la que cruzaría caminos en esta vida, primero porque tenía una novia sumamente celosa, y segundo porque estaba segura de que, aunque cumpliera con las dos primeras reglas, la tercera sería difícil de seguir con una personalidad como la suya, la cual era muy distinta a la mía. Siendo sincera, la lista de razones por las que no debería de romperse aquella regla, eran bastantes.

Los Besos de LivDonde viven las historias. Descúbrelo ahora