Capítulo 6

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Una semana había transcurrido desde el incidente, el dolor y las consecuencias de la hierba dejó a Hinata durante dos días en cama sólo reposando, a modo de recuperarse luego de que Reiji le hubiera avisado que ya le habría dado el antídoto. A su vez, durante aquel tiempo había reflexionado acerca de su situación, recordó todo, desde los sucesos que precedieron al accidente hasta los actuales, también recordó a sus amigos, y la culpa la llenó de nuevo.

Probablemente ellos seguían en el campo de batalla buscando la manera de derrotar a Uchiha Madara mientras ella estaba sana y salva, bueno no completamente, pero algo era algo, el punto es que ella no estaba ahí para apoyarlos y eso le producía una ansiedad que en ocasiones no podía controlar. También recordó a un chico rubio de ojos azules, se le hizo raro que sus pensamientos no hayan sido inundados como habitualmente eran por él.

De alguna manera, aquello no la asustó, y se volvió a cuestionar el por qué. ¿Acaso ella no estaba enamorada de él? ¿Acaso su amor no era tan fuerte? E incluso se preguntó si lo que sentía por él en verdad era amor. No logró llegar a una conclusión acerca de ese tema, pero si llegó a la resolución de que debía comenzar a entrenar, ponerse horarios y mejorar en esto, además de investigar cuando sería la siguiente «luna roja».

Apenas se levantó, se dirigió a la salida del lugar, con cuidado de ser vista. Al salir llenó sus pulmones de la brisa mañanera, se estiró un poco y se encaminó al bosque detrás de la mansión, aumentó la velocidad a medida que se introducía en el lugar, llegando así a un pequeño campo abierto rodeado por gruesos árboles. "Perfecto", pensó.

Se paró en el centro del campo, activó su doujutsu para comprobar que se encontraba sola, luego flexiono las rodillas y estiro las palmas adoptando la posición de pelea de su familia, respiro hondo nuevamente y comenzó a golpear al aire, dando patadas y giros por todo el espacio, visualizando a un enemigo frente a ella para mejor concentración.

– Ocho trigramas, sesenta y cuatro palmas. – susurró para luego impactar el ataque contra un árbol cercano, se detuvo unos minutos para observar el daño producido, sonrió levemente al concluir que no estaba tan oxidada como pensaba, pero siempre podía mejorar. Continuó algunas horas más en aquel lugar, hasta que observó en su celular que pronto sería la hora de almorzar, por lo que se apresuró a regresar, ya que no quería ser castigada, o hasta asesinada por un loco amante de los modales.

...

Hinata se sentó en su cama secándose el cabello, apenas llegó, tomó una ducha rápida, después de todo odiaba estar sucia. Se colocó los tenis y amarró su cabello en una coleta alta para dirigirse al comedor a paso veloz, se acomodó en su lugar y espero a que los demás residentes de aquel lugar llegarán, algo que solo tomó unos minutos completar.

Mientras la comida era acomodada frente a ellos, Hinata notó las intensas miradas que eran dirigidas hacia su persona, más solo las evito y se removió incómoda en su lugar. Comió con cuidado cada bocado, intentando ignorar el inquietante silencio de la habitación, ¿la habían descubierto? Dudaba de aquello, era la primera vez que asistía al comedor desde el "castigo", por lo que sus comidas eran mandadas a su habitación puntualmente y los platos eran recogidos en la próxima comida, es por eso que aprovecho de salir en la mañana.

– Hinata. – llamó el oji-magenta.

– ¿S-Si? – respondió un poco ansiosa.

– Retomarás tus clases a partir de mañana. – Hinata asintió desviando la mirada y exhalando levemente. El lugar volvió a sumirse en el silencio hasta el final.

La peliazul se tiró exhausta a su cama, observó el techo levemente cansada, no era fanática de dormir durante el día, pero se sentía extrañamente cansada, sin darse cuenta solo bastaron unos cuantos parpadeos para que se durmiera y cuando despertó notó que ya era de noche. Se sentó rápidamente frotándose los ojos.

ATÍPICOWhere stories live. Discover now