Capitulo 10

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Minho, ¿recuerdas el día que nos conocimos? Me descubriste pidiendo un deseo en tu fuente, quiero que sepas que ese deseo se ha cumplido, le pedí que ese precioso chico que acababa de conocer cayera rendido a mis pies, y ocurrió antes de lo esperado, por eso me gustaría que pidieras por mi estos cuatro deseos..
En primer lugar desearía poder quedarme atrapado en tu sonrisa, aprenderme de memoria cada rasgo de tu rostro para poder sentirte conmigo cuándo no estás, poder escuchar para siempre tu voz junto a la mía, mientras me hablas de tí.

Desearía poder decirte
que las veces que me has salvado
sin tu saber que lo hacías, no llegan para contarlas los dedos de nuestras manos.

Desearía poder salvarte a ti, agarrar tu mano cuando quieras desaparecer y perdernos juntos en la inmensidad de tus pensamientos.

Quiero que sepas que mi existencia se ha vuelto más importante desde que tú empezaste a formar parte de ella,
por eso mi último deseo, es poder compartir contigo cada latido que le quede a mi corazón por bombear.
Por favor corre ahora mismo a tu fuente y deja que la magia ocurra.
Te quiero.

Minho se encontraba de rodillas en el suelo, sollozando como nunca antes en su vida, se levantó a trompicones y corrió todo lo rápido que pudo hacia su jardín, al llegar a la fuente cogió una moneda, la lanzó al aire y pidió que todos los deseos de Jisung se cumplieran, se quedó allí, sentado en el bordillo, recordando todos sus momentos juntos, hasta que llegaron sus padres y tuvo que acostarse para estar descansado en "su gran día".

Acababa de abrir los ojos y ya estaba deseando volver a cerrarlos para no abrirlos nunca jamás, pero los golpes en su puerta se lo impidieron.
-Vamos Minho, debes prepararte, no podemos hacer esperar a la novia- el tono alegre de la mujer hizo que su vientre se contrajera y tuvo que correr al baño para vomitar, su día no podía empezar peor.
Se vistió con desgana, le dolía el corazón, en sus veinte años era la primera vez que se sentía enfermo y la causa eran sus sentimientos destrozados, al salir de la habitación desayunó por obligación y fue casi arrastrado dentro del coche.
Pensaba que no se podía sentir peor, pero la sangre se le heló al llegar a la iglesia y encontrarse a Jisung, tan precioso, con ese traje azul, apoyado en un rincón de la pared, observándolo con la mirada perdida, sintió como su alma se caía a sus pies, esto no podía estarle pasando, gracias a dios que la iglesia tenía baño y pudo entrar corriendo para refrescarse la cara.
A los pocos minutos la puerta se abrió y las lágrimas se acumularon en sus ojos.
-Estás… increíble…-La voz de Jisung era un simple susurro.
-No...no digas eso por favor…-Las lágrimas empezaron a bajar por su rostro.
-No puedo no decirlo Minho...Eres la persona más hermosa del planeta- dijo acercándose.
-No.., no te acerques por favor.. si te acercas no podré salir ahí fuera..-dijo dando un paso atrás.
-Entiendo... ¿Prefieres.. que me vaya?...-dijo con la voz quebrada, el nudo en su garganta no le dejaba ni tragar saliva.
Minho no despegaba la vista del suelo y Jisung se giró muy despacio para irse.
-Espera…-Si no fuera que Jisung estaba completamente atento a cualquier sonido que pudiese salir de su boca, era casi imposible oír esa palabra de lo bajo que habló.
Jisung se giró y a los pocos segundo el cuerpo de Minho se encontraba totalmente enrollado en el suyo, en el abrazo más desesperado de toda su vida, ambos lloraban desconsoladamente y ninguno decía nada, pero es que las palabras no tenían el poder de demostrar lo que demostraban en ese momento sus latidos totalmente sincronizados.
Se separaron unos centímetros para unir sus labios en un beso cargado de todo el amor que se tenían, mientras las lágrimas seguían bajando por ambos rostros.
Era momento de ser fuertes y salir de ese baño, lo hicieron por separado.
Caminar nunca había sido tan difícil para Minho, se llamaba cobarde a sí mismo mentalmente cada vez que daba un paso hacia el altar.
Sentir las miradas de todos los invitados sobre él le hacía querer vomitar de nuevo.
Al llegar a su sitio, se centró en intentar respirar con normalidad.
Al poco tiempo la música lo sacó de su ensimismamiento y notó como alguien vestido de blanco entraba por la gran puerta, se imaginó que era la novia, pero las lágrimas no le dejaban ver bien.
Confirmó que era ella cuando estuvo a su lado, ésta se acercó a él y le susurro- Todo saldrá bien- Minho no entendió del todo sus palabras, nada podía salir bien en esos momentos.
Era ya el momento de decir los votos matrimoniales pero antes el sacerdote miró al público- Si alguien está en contra de que se celebra este matrimonio, es su momento para hablar- el silencio en la sala hacía que Minho se sintiera mareado, estaba a punto de desmayarse, pero una voz cercana a su oído izquierdo le hizo dar un pequeño salto.
-Yo me opongo- dijo Lia con una expresión seria en su rostro.

La fuente de los deseosWhere stories live. Discover now