Capítulo 7

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Muy a su pesar se separaron y entraron en la casa antes de que empezaran a buscarlos, no sin antes darse un último beso.
Al día siguiente era domingo y era un día triste para ambos porque no se podían ver hasta el lunes en las clases de baile, algo no dejaba a Jisung estar tranquilo, se habían besado por primera vez, pero Minho no estaba en su mejor estado, ¿y si el alcohol le había afectado demasiado y no se acordaba de lo que había pasado entre ellos?, Si algo así ocurría Jisung se moriría, llevaba tanto tiempo deseando probar los labios de Minho, cada día que pasaba sus sentimientos por el mayor eran más fuertes, y por fin ese deseo se había hecho realidad, estaba tan nervioso que se encontraba a punto de encender siete velas para pedir a los dioses que el mayor se acordara de lo que había pasado.
Y por si fuera poco se sentía demasiado culpable, se estaba enamorando de su futuro cuñado, eso no era para nada algo bueno, la angustia inundó todo su cuerpo al darse cuenta de que saldría muy mal parado de esta situación.

Minho se pasó el día soñando despierto, reproduciendo una y mil veces la escena del beso en su cabeza, le daba las gracias al cava por potenciar su lado valiente y mostrarse transparente por primera vez en mucho tiempo, pero al igual que a Jisung, la angustia no lo dejaba disfrutar al completo del recuerdo de la noche anterior.
La mañana del lunes pasó rápido y a las 5 Minho ya se encontraba entrando por la puerta de la academia de baile.
Ese día no fue su mejor ensayo ya que no podía concentrarse en la música mientras por su mente se paseaba una y otra vez la idea de encontrarse con Jisung, haciendo que cualquier sonido en la sala sonase distorsionado en su cabeza.
A las ocho y media todo el mundo se había ido y él era el único en la sala, se había quedado más tiempo de lo habitual a ensayar, ya que las primeras horas las había desperdiciado.
Llevaba unos 20 minutos solo cuando escuchó la puerta de la sala cerrarse, se volteó y su corazón como de costumbre empezó a saltar como loco al ver al dueño de sus pensamientos.
-Me he recorrido toda la maldita academia buscándote como un perrito- Dijo acercándose a él con pasos lentos.
-No me digas, ¿Me echabas de menos?- dijo con un tono meloso acercándose a él.
-Nah, no te creas tan importante- Dijo con una sonrisa ladina.
-Vaya, yo que creía que no podrías dormir pensando en mis besos, que iluso fui- Estaban ya a medio metro de distancia.
-¿Besos? ¿Qué besos? No los recuerdo, vas a tener que refrescarme la memoria- Bromeo, mientras un alivio recorrió todo su cuerpo, Minho se acordaba de lo ocurrido.
-Ai mi dios, ¿Cómo pudo ocurrir algo así?, Yo estaba borracho y eres tú el que tiene lagunas mentales, no me lo puedo creer-Sonrió en grande enseñando sus dientes y pegó su frente a la de Jisung al mismo tiempo que pasaba sus manos alrededor de su cintura, abrazándolo.
-Ya ves a veces lo imposible ocurre- dijo acariciando el cabello de Minho y pasando sus manos alrededor de su cuello.
Minho acortó la distancia con un beso lento, sintiendo como unas cosquillas dibujaban todo el recorrido de su espalda, nunca jamás se podría cansar de sus labios, tan suaves y esponjosos, los acarició con su lengua antes de que esta se encontrara con la de Jisung, aumentando el ritmo del beso.
A los pocos minutos se separaron, ambos con los labios rojos e hinchados.
-¿Te he aclarado.. un poco las ideas?- susurró sobre sus labios con la respiración entrecortada.
-De un solo golpe, están más transparentes que el agua ahora mismo, fijate que se me hace un poco conocida esta sensación, creo que he tenido un deja vu- bromeó de nuevo, separándose un poco de su rostro y acariciando su mejilla, lo miró a los ojos sintiendo un leve temblor en sus piernas- Jamás, podría olvidar tus besos Minho, me podré olvidar hasta de mi nombre, pero jamás de algo que tenga que ver contigo- dijo atrapando de nuevo sus labios con deseo.
Minho estaba a punto de morirse de amor en ese mismo instante, le faltaba muy poco para ponerse a llorar.
Después de varios besos se fueron a cenar juntos, deseando no tener que volver a sus casas nunca, Minho nunca pensó que llegaría a sentir tanto odio hacia su familia, pero es que ésta le estaba impidiendo disfrutar de lo mejor que le había pasado en mucho tiempo, les estaban impidiendo ser libres, la rabia y la impotencia eran su segundo nombre en esos momentos.
Faltaba un mes para la boda y los momentos a escondidas con Jisung eran lo único que le sacaba una sonrisa, normalmente sus quedadas eran lo mejor de su día, pero esa mañana su madre le había comido la cabeza de nuevo, recordándole que no le hacía caso a su prometida y amenazándolo con dejar de pagar sus clases de baile si se enteraba de que se estaba viendo con su cuñado.
Odiaba la palabra cuñado, cada vez que su madre la decía le daban ganas de vomitar, maldita sea, era el chico del que estaba perdidamente enamorado, no era un simple cuñado, deseaba poder gritar eso en voz alta, pero sabía muy bien que no podía.
Ese día había quedado con Jisung en el parque pero no se estaba comportando como de costumbre y el rubio notaba que algo malo le pasaba.
-Minnie, estás bien- se atrevió a preguntar por fin mientras caminaban agarrados de la mano, dejando suaves caricias en el dorso de su mano con el pulgar.
-No es nada, no te preocupes- obligó a sus labios a dibujar una sonrisa que no salió del todo bien.
-Enserio puedes decirme lo que sea, de verdad, me preocupa tu estado- dijo dejando de caminar.

La fuente de los deseosWhere stories live. Discover now