Dos días, cuarenta y ocho horas, dos mil ochocientos ochenta minutos o ciento setenta y dos mil ochocientos segundos habían pasado.
Eran las once con cincuenta y nueve minutos.
No se veía ni un alma en el pueblo. Si gente de afuera -que viniese de turismo- viera el valle no creería que siempre hay vida en él. Se observaba gente comprando, niños jugando y ancianos charlando, aunque ahora fuese todo lo contrario.
No les gustaba este ambiente, pero todo era por la seguridad de las personas. Sería aún más imprudente tenerlos en medio, pudiendo salir lastimados. Al menos en la iglesia estarían a salvo, tenían animales cuidando los alrededores y plantas venenosas en los suelos.
—Atentos, faltan cinco segundos —informó Felix viendo su reloj.
No tenían dones, pero ambos sabían de peleas. Por lo que decidieron apoyar a su familia en el asunto de lucha cuerpo a cuerpo.
—Cuatro —Antonio montó sobre su amigo felino. Siendo apoyado por la manada de éste. Los animales no permitirían que dañaran a uno de los suyos, por ello la manada decidió participar.
—Tres —la chica fortachoña cargó sobre sus hombros gigantescas piedras, preparada para lanzarlas. Ella cargaría con el peso necesario con tal de proteger a su familia.
La morena de cabellera perfecta habia levantado delante de ellos una separación de cactus que le llegaban a la altura de la cintura.
—Dos —el camaleón optó por tomar la figura de su prima, haciendo un doble exacto de ella. No podría copiar su don pero aquellos músculos no eran broma, serían suficientes para ayudar en el combate.
—Uno —respiró y contuvo el aire. Le dolía la panza de los nervios pero en su cara estaba reflejada la expresión de una fiera.
—Ya están aquí —dijo Dolores escuchando como los pasos se acercaban cada vez más.
Bruno se escondió detrás de su hermana, quien cargaba con tres bolsas llenas de arepitas con queso. Él sólo veía el futuro, no estaba hecho para peleas que involucren esfuerzo físico.
Al rededor de Pepa ya se estaban formando vientos bruscos, esperando que la señora liberase sus emociones y así convertirse en un huracán.
Alma estaba al frente de todos, junto con Mirabel, como cabeza de familia haría lo que estuviese en sus manos para evitar un conflicto. Por lo que mentalmente preparaba distintos argumentos para convencerlos.
Todos dejaron sus pensamientos de lado al ver a lo lejos una cabellera asomarse. Debido a la inclinación en el camino no los podían ver de cuerpo completo.
Mientras más avanzaban fueron mostrando el físico de cada integrante. Eran ocho hombres y dos mujeres, parece que según la genética era más probable que nacieran en la familia chicos que chicas.
No bajaron la guardia, miraban amenazantes a los invasores, listos para atacar.
Mientras que del lado contrario, las personas los observaban sorprendidos. No esperaban que supieran de su llegada, no tenían cómo saberlo. Debido a eso, la cabeza de la familia sospechaba de un extraño pero valioso don, sonrío ante el pensamiento.
—¡Que alegría! No esperábamos una bienvenida —comentó lo suficientemente alto para que lo escuchasen.
Entre lo dos grupos solo habían tres metros de espacio, cada uno cuidando que su área no fuera violada.
—Con todo respeto, quisiera saber a qué han venido —ignoró lo anterior dicho y dio a relucir su intención.
—Entiendo —pausó su hablar— Verá, nuestro hogar fue destruido y no tenemos donde quedarnos. Somos unas pobres almas en desgracia —explicó el hombre canoso.
—¿Qué me asegura que lo que dices es verdad? —interrogó Alma.
—No tengo como probar eso —fingió sentirse apenado.
—Yo si —
El señor dirigió su vista al dueño de la voz, encontrándose con un niño.
—¿Ha si? —
Antonio solo se limitó a asentir. Dio un silbido y a los segundos llegó un perro a su lado, un ovejero alemán. En un susurro le explicó al canino lo que debía hacer y éste acató el pedido.
Con seguridad caminó hacia el desconocido y lo olfateó y observó con detenimiento. Soltó un ladrido en signo de que decía la verdad. Los perros tienen la habilidad de detectar cuando alguien les miente, y según su amigo éste no era el caso.
—Prosigue —indicó la abuela.
—Nuestro milagro está dañado, necesita tiempo para recuperarse. Pero no lo podemos hacer al aire libre, sin un lugar adecuado para evitar el peligro —suspiró tristemente— Le pido, por favor, que nos deje quedarnos con ustedes hasta que el milagro esté bien—
Dudas, no sabía que hacer. No podía dejar que extraños vivieran en su casa, podría ser peligroso. No expondría a su familia a tal riesgo. Pero por otro lado, sería aún más peligroso no tenerlos vigilados. Si vivían con ellos podría mantener un ojo sobre aquellos extraños.
Había tomado una decisión. ¿Era la correcta? A saber.
—De acuerdo —
Los visitantes festejaron, tenían donde dormir por las noches sin tener que preocuparse por ser atacados.
Los Madrigal miraban impactados a su abuela, ¿Oyeron bien? ¿Extraños en su casa?
Parece que la mujer mayor les tendrá que dar una buena razón para tal decisión.
—Pero habrán condiciones —continúo la frase.
—Claro, lo que usted diga —aceptó sin dudas el hombre mayor.
🄽🄾🅃🄰:
Imagen random porque el fandom no quiere a la abuela para hacer fanarts.
Pd: La historia ocurre un año después de los acontecimientos de la peli.
¡Nos vemos en la siguiente actualización ciudadanos promedios!
Att: Con cariño, Le_Bois
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¿¡Nꮻ ꮪꮻꮇꮻꮪ ꮮꮻꮪ ꮜ́ɴꮖꮯꮻꮪ!? ᨒ 𝙴𝚗𝚌𝚊𝚗𝚝𝚘
FantasyGénero: Bl, Gl, fantasía, aventura La familia Madrigal parece no ser la única con dones. ¿Quiénes serán aquellas personas que dicen ser iguales? -Historia oficial en la plataforma de Wattpad. -Los personajes no me pertenecen, a excepción de mis oc's...
