Capítulo IV

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Centro del Laberinto

Annabeth Chase tenía una meta muy clara desde que llegó ahí y eso era ganar, no estaba para presentarse con otro montón de adolescentes hormonados, no vino aquí a hacer amigos. Comenzó a moverse de un lado a otro mientras cada uno comenzaba a interesarse sobre la vida del otro en los pocos minutos que quedaban.

—Annabeth, ya casi termina y hay un equipo que no lo ha logrado —La voz de Frank la sacó de sus pensamientos.

Conoció al chico hace un momento atrás en el laberinto había estado atrapado en una enredadera mientras intentaba cruzar un pasillo, ella se había detenido a liberarlo pues estaba en su camino luego se había fijado en los colores de su muñeca. Ella desconocía que es lo que pasaba si tu equipo no lograba completarse pero no iba a permitir que el suyo no lo hiciera al menos por culpa de ella.

Desde entonces se estaban haciendo compañía, resultó que el gran Frank tenía una estupenda puntería lo que sería de gran ayuda en su camino por lo que se quedó con él, fue una fortuna que mientras caminaban hacia ahí encontraran más cosas para ayudar en su camino.

Ella alzo la cabeza quedaban apenas unos segundos en el marcador la mayoría de equipos estaban completos y con nombres asignados sólo faltaban dos equipos. Entonces por dos pasillos pudieron escucharse los pasos de los jugadores que faltaban.

—¿Qué pasa si ninguno lo logra? —Pregunto Hazel con temor.

—Creo que todo sabemos lo que pasa, pierden —Explicó Annabeth sin piedad. Los demás se la quedaron mirando —Ay por favor, creo que todos hablamos con el que... —Un ruido detuvo su discurso, uno de los caminantes había logrado llegar a su equipo y una bocina sonó.

Las pantallas arriba de sus cabezas se iluminaron dejando ver una vez más al líder del juego o al que Annabeth suponía sería el jefe final de este. El sólo hecho de que aparezca, a la rubia le ponía de los nervios, ella nunca había temido a nada en su vida con su inteligencia estaba segura de poder sobrevivir a todo, pero sinceramente desconocía todo sobre este sujeto lo que la ponía en desventaja.

—Muy bien, muy bien, los equipos han sido completados —Su voz fría hizo temblar a más de uno en el círculo que habían formado —Pero no todos por lo que veo —El equipo cuya jugadora no había logrado llegar a ellos comenzó a temblar —Lo lamento equipo Bravo, pero sabían las reglas —

Entonces unas compuertas se abrieron bajo los pies de aquel grupo incompleto, sus gritos de horror al caer al vacío hicieron que Annabeth apretara los labios. Miro como Jason cubrió los oídos de Hazel y esta se acurrucó contra él, los demás también cubrieron los suyos.

Lo que lo hizo peor fue cuando escucharon un grito aterrador desde el pasillo por el que no había logrado llegar el integrante faltante del equipo, es entonces cuando vieron a una persona envuelta en llamas salir corriendo por él. Annabeth se tuvo que cubrir la boca con ambas manos para no gritar de terror ante lo que sus ojos veían.

—Bien, bien, ahora podemos comenzar —Habló de nuevo su anfitrión, todos miraron con temor una vez más a la pantalla, una compuerta en el suelo se terminó tragando a la chica que antes estuviera en llamas —Cómo en todo juego, aquí hay reglas mis niños —

—Eso quiere decir que esto será aún más difícil —La voz de Nico fue apenas audible, el se había pegado a Hazel y a Jason, desde ahí miraba a todos los demás con aturdimiento.

—Primera regla del juego, sólo hay un deseo y por tanto un ganador.

—¡Dijiste que cumplirías mi deseo!

—¡Nos dijo lo mismo a todos!

Los gritos y reclamos parecieron hacerle gracia a su anfitrión porque comenzó a reírse con una voz que parecía salida de lo más profundo de la tierra, tan horrible como el sonido de unas uñas afiladas chirriando contra un pizarrón.

The Soul At Stake Donde viven las historias. Descúbrelo ahora