Prefacio

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Hace 10 años

Ciudad de los Ángeles, California.

Era una de las noches más frías que estaba teniendo la ciudad de Los Ángeles, California. La nieve comenzaba a caer sobre los techos de todas las casas, un viento helado soplaba sin clemencia alguna, las tuberías congeladas hacían ruido como si se fueran a romper en cualquier momento, la noche apenas estaba iniciando y ya se sentía como si fuera la parte más oscura de esta.

—Ven, Jason, hay que ir a la cama —Una chica de unos doce años arrastraba de la mano a un pequeño niño rubio de ojos azules tan eléctricos como los de ella.

—Pero... siguen peleando —El pequeño niño de no más de seis años giraba su cabeza hacia la puerta. Un estridente ruido se escuchaba desde el otro lado, un hombre y una mujer gritaban a viva voz palabras soeces de ida y vuelta, luego se oían los vidrios quebrarse junto con el llanto.

—Lo sé, pero mañana estarán como siempre —Ella lo levanto en brazos besando su mejilla y acariciando su rostro, le dio una sonrisa fingida mientras levantaba las gruesas cobijas de la cama para acomodarlo.

—¿Por qué hacen eso? —El pequeño Jason no comprendía porque siempre al llegar la noche sus padres no paraban de discutir y decirse tantas groserías, reclamaban cosas sin sentido para su frágil mente.

La niña cuidadosamente se acostó a su lado y los arropó a los dos, acaricio su mejilla con gentileza aún limpiando las lágrimas que quedaran en estás, beso su frente con dulzura sonriendole.

—Porque a veces los adultos son tontos hermanito, por favor nunca seas así ¿De acuerdo?

—No entiendo Thalia.

—Lo entenderás cuando seas grande, ahora debes dormir —Lo abrazo protectoramente entre sus brazos cubriendo sus oídos de los gritos de afuera, comenzó a cantar una dulce canción para que el ruido aminorara.

—¿Siempre estarás conmigo hermana? —El se aferraba a la blusa de ella con fuerza mientras comenzaba a sollozar una vez escuchando lo que decían sus padres afuera de la habitación.

—Siempre, Jason, siempre —Susurró ella apretandole más contra su pecho, una lágrima rodo por su propia mejilla.

De la nada una cegadora luz se hizo presente por toda la habitación, el cielo se había iluminado como si fuera de día. Jason salió de entre los brazos de su hermana y miro por la ventana asombrado igual que ella como la luz casi los cegaba.

Ciudad de Malibú, California

—Vamos Piper una vez más —Decía la voz de una mujer mientras comenzaba a tocar el piano de nuevo.

Una pequeña niña de unos seis años de cabello castaño suspiraba y comenzaba una vez más a poner en punta de pies, estaba dejándose llevar por la música como cada vez que la oía, sus brazos se movían con delicadeza. Pero el cansancio y el sueño comenzaban a ganarle a su pequeño cuerpo.

—¡No! ¡No! ¡No! ¡Otra vez desde arriba! ¡Vamos! —La mujer hablaba con brusquedad mientras comenzaba una vez a tocar la melodía, la pequeña niña comenzaba a sollozar, las lágrimas recorrían su mejilla.

—Ya, por favor, ya me cansé —Se detuvo del todo aún llorando.

—Eres inútil, no sirves para nada —La mujer sonaba severa mientras la niña se acurrucada en el suelo llorando —No sé como el gran Tristán McLaen puede tener una hija como tú —

La pequeña lloraba con más ganas, sintió como la mujer tiró de su brazo para que se pusiera de pie una vez más. Llevaban horas en esto y sus piernas no daban más, no había descansado en lo absoluto, además que nadie la salvaría de esto.

The Soul At Stake Where stories live. Discover now