Capítulo I

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Actualmente

New Hampshire, Estados Unidos.

Un joven de cabellos rubios se encontraba delante de un gran edificio que podía ser fácilmente comparado con algún castillo de la edad victoriana, o quizá alguna iglesia por su gran tamaño y la torre del reloj que se presentaba majestuosa en lo más alto del lugar. El edificio podía no verse como de la época actual y contar con sólo dos pisos, pero por dentro todo estaba completamente modernizado, con aulas y oficinas climatizadas para que cada estudiante se sintiera completamente a gusto con su estadía dentro de este.

Tenia unos grandes ventanales con los bordes pintados en un color blanco muy sobrio, que resaltaban ante la tonalidad rojiza de las paredes de la entrada. Claramente estos eran los colores que caracterizaban al alma mater que era Phillips Exeter Academy, uno de los mejores y más caros internados de todo estados unidos. Estaba Ubicado en New Hampshire. Al rededor estaba decorado por un patio amplio con césped verde, árboles que comenzaban a tomar tonalidades rojizas lo que anunciaba la llegada del otoño.

Detrás y a los lados de este que era el edificio principal del establecimiento educativo, se encontraban edificios tan bellamente pintados igual que este. Algunos eran por supuesto las aulas que usaban regularmente sus estudiantes para recibir clases, otros eran las habitaciones en las que ellos descansaban, más allá estaban el comedor, las canchas, los coliseos, el teatro, la piscina etc.

El rubio sólo podía observar ese lugar con cierto tinte de resentimiento, aunque la educación fuera la mejor, aunque tuviera los mejores maestros que el dinero de su padre y madre pudieran pagar, los mejores materiales de estudio junto con la tecnología de última generación, la gente era vacía. La mayoría de los que estaban encerrados en esas paredes, tenían la mente tan hueca como una flauta de palo y tantos hoyos en el corazón como esta, quizá más.

Contemplaba el edificio y se repuganaba de si mismo por estar en ese lugar, el mismo que terminó de destruir lo único que le provocaba felicidad en su vida. Acabo con la única persona que le quería, estaba acabando con él también, lo sabía perfectamente. El sabia lo que haría.

El lo sabía todo sobre ese lugar, lo conocía mejor que nadie, regreso ahí cada maldito año desde que estaba en etapa escolar y se le permitió quedarse encerrado como un animal de circo al que estaban amaestrando para que hiciera exactamente lo que sus padres habían idealizado en él. Para que se convirtiera en la triste marioneta que sería cuando fuera adulto, una manipulada que sólo sirve para producir dinero y un nombre.

En algún momento pensó que de verdad el podría ser infinitamente feliz una vez que saliera de ese lugar, que estaba haciendo amigos por su entera voluntad. Se había estrellado contra el suelo y causado una explosión en su interior devastandolo cuando cayó en cuenta de la cruel realidad.

Estaba solo en ese mundo y en ese lugar.

Los amigos que había hecho, no existían, el sólo era una conexión más en sus contactos, un número más a sus cuentas. No importaba cuanto se esforzará por ser lo que los demás querían, nunca era suficiente, nunca sería suficiente para nadie, no era nada, era la triste marioneta que tanto ellos deseaban aún sin saberlo.

Recordaba aquella conversación que quizá nunca debió oír.

—Es un tonto ¿De verdad piensa que saldría con él si no fuera por su padre?

—Piensa que lo ayude con su campaña porque de verdad creía en lo que decía. Idiota.

—Esa campaña estaba arreglada, nadie iba a querer que el hijo del mayor beneficiario de este lugar pierda.

—¿Y sus notas? ¿De verdad piensa que le creemos ese teatro de niño matado en los estudios?

—Se cree un Nerd, cuando sabemos que aunque no hiciera ese teatro tendría diez en todo.

The Soul At Stake Where stories live. Discover now