Te odio y Te amo. (Fan-Fic de Crepúsculo)

Capítulo 26 "Síndrome Couvade".

¡Hola personitas lindas!.

Este capítulo prometí que sería hasta el domingo, pero como no tengo hay clases el lunes en la universidad, pues tengo un poco de tiempo libre y publicare hoy que es sábado

Espero que les guste, me documente para poder escribir este capítulo… Claro yo estudio ingeniería pero eso no quita que quiera aprender sobre algo de medicina xD

Ahora pasemos a leer el capítulo :3

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Capítulo 26 “Síndrome Couvade”.

Edward POV

Me sentía frustrado, enojado y jodidamente excitado… ¿Cuándo fue la última vez que había estado con mi Bella?, me preguntaba en varias ocasiones duarte el día.

—Edward, Edward ¿Amor?—. Pregunto mi novia al ver que no respondía.

—Que paso linda—. Bese su mejilla y la abrase mientras veíamos una tonta película de amor, que de solo ver como los protagonistas se besaban y tocaban, me daban ganas de ser Bella y yo, quienes hacíamos eso.

—Nada—. Forzó una sonrisa, pero yo la conocía muy bien y sabía que algo le pasaba.

—¿Cómo que nada?, ¿No confías en mí?—. Hice una expresión de dolor, para convencerla para que me dijera que le sucia.

—Es que te extraño—. Ronroneo como gatita, abrazándome fuerte.

—Si de algo te consuela, yo te extraño muchísimo más mi amor—. Susurre muy cerca de su oído, cosa que me encantaba hacer ya que ella se estremecía ante ese pequeño rose.

—Mmmm Edward—. Gimió de manera encantadora.

—Bella, tu papá está en su habitación—. Esta vez mi cara si era de dolor, claro dolor de poder estar de manera íntima con mi Bella.

—Lo sé—. Contesto triste e hizo un puchero que me convenció de acercarme más a ella, con el riesgo de ser balaceado por su padre.

—Mi Bella, te amo—. Empecé a besarla, de manera lenta, succionando su labio inferior y recibiendo como regalo sus hermosos gemidos.

—Te amo, te amo, te amo—. Dijo entre gemidos mi linda gatita, poniendo sus brazos alrededor de mi cuello.

Tome sus caderas y la levante, para ponerla en mi regazo, ya que estábamos sentados en el sofá de la sala de su casa.

La mejor parte fue que cuando la moví para ponerla en mi regazo, ella abrió las piernas y las puso uno a cada lado de mi costado, sentir tan cerca su intimidad me estaba volviendo loco.

—Bella, tu padre nos puede ver—. Hable sin despegar mis labios de los suyos.

—Olvídate de él, debe ya estar dormido— Diciendo esto, ella empezó a deshacerse de mi ropa,  sacándome la camisa y al mismo tiempo moviendo sus caderas para que su intimidad se encontrara con mi erección.

Mierda podía morir aquí y moriría feliz, con una jodida sonrisa tatuada en el rostro.

Cuando por fin mi camisa estuvo fuera de mi cuerpo, ella acaricio con sus delicadas manos mi pecho, rozando con la yema de sus dedos las líneas de mis oblicuos.

Yo bajé mis manos hacia sus caderas, masajeando si nívea piel, para después posar mis manos en su trasera, Dios eso era el cielo, lo tenía tan firme y suave a la vez.