Jeon Jungkook, el nuevo líder del Yong Jegug, lleva el peso de su frágil imperio sobre sus hombros. Desesperado por una distracción, se dirige a un burdel del inframundo donde Kim Taehyung, la tentación envuelta en seda y encaje, está subastando su...
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A Jungkook le toma poco más de un año y medio salir del Yong Jegug.
No tanto como pensó que iba a tardar, pero mucho más de lo que hubiera preferido, porque cada día que pasa como líder de la mafia más poderosa de Seúl, es otro día lejos de Taehyung. Sin verlo, sin estar a su lado, sin siquiera hablar con él. Ambos se han tomado en serio la interrupción de toda comunicación, sin llamadas telefónicas, ni correos electrónicos, ni siquiera un mensaje de texto de vez en cuando. Es mejor así, mantiene a Taehyung a salvo. Cada tanto recibe una actualización de Yoongi, de que Taehyung todavía vive en Busan, sólo eso, sin más detalles.
Es todo lo que necesita saber, que Taehyung está vivo. Eso es lo más importante para él.
Sólo unas pocas semanas después de que Jungkook se había alejado de Taehyung, descubrió que fue Baekhyeon quien lo vendió a Min Sungwon, jugando en ambos lados para ver cuál le daría el mejor trato. Saber que otro líder fue en parte responsable de que casi mataran a Taehyung presentó un pequeño dilema para Jungkook: ¿debería matarlo o no?
Por un lado, matar a Baek satisfaría su necesidad de cazar a cualquiera que hubiera causado daño a Taehyung y convertirlo en cenizas. Por otro lado, derribar a un líder podría envolverlo en una guerra de pandillas, mantenerlo en el inframundo por mucho más tiempo, incluso costarle la vida. No sería como limpiar esa mancha de mierda que había sido Jwi Haechung de la faz de la tierra; Baek era un verdadero jefe de la mafia con numerosas conexiones y soldados, alguien cuya muerte tendría graves consecuencias.
Después de recostarse en su sofá y perder el sueño durante una semana completa, decidió consultar a Nam Kangdae, el amigo de confianza de su padre.
—Hmm... Es complicado —dijo el anciano, recostándose en su silla y acariciando su tupida barba gris cuando recibió a Jungkook en su oficina—. Muy complicado. Sin duda, Baek actuó fuera de lugar cuando te traicionó y la retribución no pasaría del todo inadvertida... Aún así, puede llegar a haber una guerra y, francamente, estoy muy viejo para esas cosas —suspiró, tamborileando con los dedos sobre su escritorio, mirando a Jungkook con ojos solemnes. Pero luego se encendieron con un destello de humor—. Tal vez tengamos que ser pacientes. Tal vez en algunos años, Baek estará en el territorio de Imugi y se encontrará con un desafortunado accidente.
Jungkook asintió, reprimiendo una sonrisa. —Sería una pena que Baek estuviera en una camioneta fuera de control o algo así. Como sea, los accidentes pasan.
—De hecho, lo hacen.
Jungkook se levantó para irse, haciendo una respetuosa reverencia a Nam Kangdae. —Gracias por tus consejos, Nam Kangdae-nim. Estoy en deuda contigo.
Nam Kangdae agitó una mano desdeñosa, sonriéndole. —No es nada. Cuando has estado en este negocio tanto tiempo como yo, sabes cómo hacer el juego largo.
Jungkook respetó el consejo del anciano y dejó a Baek solo. Ser paciente y jugar a largo plazo era algo que apenas estaba aprendiendo a hacer. Pero ahora era más fácil ya que veía cada decisión a través del filtro de "¿Esto me acercará más a Taehyung?" y perder el tiempo en represalias violentas y guerras de pandillas solo pondría a Taehyung aún más lejos de su alcance.
