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Mientras el sonido de la música llenaba el aire de su habitación, Rose bailaba al son de la musica. Así como si sólo existiera ella en este mundo, la música provenía del tocadiscos que Ryan le había regalado para su cumpleaños número quince.
La puerta de su habitación fue empujada abierta, revelando a Ryan, a la cual una sonrisa adornaba su rostro.
—¿Todo bien?— Rose preguntó.
La sonrisa de Ryan se agrandó. —Mhm, ya por fin Yesi terminó de hacer todo el papeleo para que yo entre a la DEA.— Ryan habló, —y voy a ir a Estados Unidos para aplicar.
Rose mordió su labio inferior. —¿Te vas a tardar mucho?— Ella preguntó, frunciendo el ceño.
Ryan alzó los hombros, —No creo que me vaya a quedar por mucho tiempo.— Ella suspiro. Miro como Rose se puso pensativa, sintió un vacío en su estómago. —No te preocupes, no me voy a tardar tanto tiempo. No te puedes deshacer de mi tan fácil.— Ryan bromeó.
Rose sonrió, juguetonamente rodando los ojos. —Desgraciadamente.— La chica bromeó. —Cuidate allá, ¿okey?
Ryan asintio. —Todo va a estar bien.
—Ryan llamó,— Enedina suavemente a Rose para despertarla de su profundo sueño. La chica suavemente abrió los ojos, la luz de la ventana enorme enfrente de ella le molesto, así que volvió a cerrar los ojos.
—¡Ey!— Ramón exclamó, causando que la chica abriera los ojos rápidamente. —¡Ya despiertate!
Rose rodó los ojos. —Ay dios mio.— Rose murmuró, luego miró hacia Enedina. —¿Que paso?— La chica preguntó, frotando los ojos.
