Esto es la guerra.

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-¡Catalina, baja al living! – Grita mi madre desde el primer piso.

-¡un momento! – Cierro mi  laptop y me dirijo a ver qué quiere.

-Cata, necesito que vayas al supermercado a comprar algunas cosas.- me entrega una lista de compras  del porte de los porros  de mi amigo ,Gabo..

-¿Y por qué yo? – Pregunto indignada – Es tu trabajo  y soy pésima en las compras.

-Es parte de tu castigo cariño, además mi teleserie ya empezó. Ten el dinero y hazte una mujer.- Si claro. Ir al supermercado me hace más mujer. Bla bla bla .

-Esto es extorción.- Digo con un gruñido.

-ay, como si fuera un suplicio hacer las compras de tu hogar. Adiós cariño. ¡No olvides mis palomitas de maíz!

Ok. Catalina, esto es sólo parte del castigo. Sólo concéntrate y haz de este viaje  algo rápido y placentero. Bueno, al menos podré comprarme cajas y cajas de mi cereal Trix, que es el mejor cereal que alguien  puede comer.  Y podré salir en el auto de papá. Ok, esto no es tan malo.

Ya en el auto, pongo la música a todo volumen.  Y me pongo mis lentes de sol. Oscuros como mi cabello. Ok. Hay que admitirlo, tengo mi estilo.

Me dirigí al supermercado con el disco Falling Into Infinity, uno de mis favoritos, de Dream Theater. Cantando lo mejor que me daban los pulmones, llegué al recinto, y me bajé del auto.

Unos chicos de alrededor de 15 años se me quedaron viendo. Bueno, para qué estamos con cosas, mi estilo de “rockera” llama la atención. Les guiñé un ojo y entré riendo al super.

Tomé mi carrito y caminé por los pasillos. Es increíble que esté comprando detergente  “el suavecito”  la ropa más suave para tu piel más suave.  Después de esto necesitaré terapia.

Luego de echar en el carrito todas las estupideces habidas y por haber, caminé hacia el sector de los cereales y ahí lo vi. Estaba solo. Se me hizo agua la boca.

Mi cereal Trix estaba en el mostrador. ¡UNA SOLA CAJA!

Miré a mi alrededor. Había cerca de  siete personas visibles, entre ellas dos niños, de siete u ocho años. Y miraban la caja de cereal. MI caja de cereal.

Esto es la guerra.

Corrí hacia la repisa donde estaba el preciado alimento. Ellos también lo hicieron.

Fui más rápida.

Lo tomé antes de que ellos llegaran y  lo puse en mi carrito, en el sector de honor.

Me miraron sorprendidos. Sonreí engreídamente y les guiñé un ojo.

- ¿No eres un poco grande para eso? – El chico cambió su cara de asombro por una de burla y… ¿me hizo un guiño?

-¿No eres un poco menor para eso? – Pregunté haciendo alusión al guiño.

-Como sea, ese cereal es nuestro.

-¿A sí? Que lástima. Yo lo tomé primero.

-Pero nosotros lo vimos primero.

-pues que mal, es mío.

Mientras me iba. La chica me dijo- porfi, es el único cereal que podemos comer, los otros nos hacen mal- creo haber visto sus ojos brillar. Mierda ¿está llorando?

Le hubiera creído. Lástima que yo también soy una chica. También tuve su edad. Y también soy manipuladora. Lástima.

-Ohh querida, qué pena – Dije con un tono de falso horror – Lo siento tanto, pero resulta que mi madre sufre de  esfilidosis crónica, que es una enfermedad donde pierdes los pigmentos de la piel con el viento, y sólo puede ingerir cereales con un 99,9% de colorantes – Puse mi mano en frente de forma melodramática. Y me dirigí a la caja para pagar.

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