Capítulo 37

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2 meses. Habían pasado 2 meses desde que Damian y Kayla había empezado su relación. Los primeros en saber fueron sus amigos, claramente. Estos celebraron y los felicitaron; luego toda la academia supo sobre ellos, hasta Zill, el cual al principio no lo tomó de la mejor manera, pero sabía que no podía hacer nada, así que después de un tiempo lo olvidó y continuó con su vida.

Ambos estaban en el cuarto del demonio, acostados en la cama de este mientras veían una película. Disfrutaban de la compañía del otro, y los pequeños besos y abrazos hacían que el ambiente fuera hermoso. Cuando los dos estaban juntos, no había nada más, eran ellos y sólo ellos.

—Damian, ¿puedes ponerle pausa? Es algo importante —preguntó ella de repente. Él se sorprendió, y puso pausa. Se recostó en la cabecera de la cama, y ella a su lado.

—Claro, ¿que pasa, Kay? —.

—Es sobre mis padres. Quieren conocerte —.

Cuando ella terminó de hablar, dirigió su vista a los ojos de su novio, y este estaba atónito. Parecía que le había caído un balde de agua fría en todo el cuerpo, pues ni siquiera se movía.

—¿Conocerme? Pero si ya lo hicimos, y... —recordó cuando el padre de su ahora novia lo conoció por primera ve, y sus orejas se agacharon así como su mirada. La canguro lo observó con un poco de lástima– no fue algo bonito.

—Lo sé, Dam, pero ahora ya supo aceptarte, o bueno, eso me dijo. Es importante que se lleven bien, o por lo menos que sepa con quien estoy saliendo. Además mi madre no te conoce del todo tampoco, sólo conoce tu nombre, y bueno, que eres un demonio —dijo ella, y luego colocó su mano en la mejilla del chacal. A este se le derritió el corazón con este gesto— Confía en mi, cariño. Hoy, a las 8 PM, sabes donde es mi casa.

El demonio sujetó su mano, y le dio un suave beso.

—Confío en ti —respondió, y esta se inclinó otra vez para besarlo, y claro, él no se iba a negar. Rieron, y continuaron viendo la película, aunque la mente de Damian ya no estaba concentrada en la televisión, sino en la preocupación del cómo iría esa cena.

Antes de que se diera cuenta, el demonio ya estaba frente a la puerta de la casa de Kayla, con su dedo presionando el timbre. Estaba nervioso, parecía que se desmayaría en ese mismo instante; de repente, la puerta se abrió, mostrando a Kayla vistiendo un vestido de seda color carmesí. Parecía un ángel, y para él, lo era.

—Amor, hola, pasa —dijo ella, y este caminó hacia dentro del lugar. Se giró, y le dio un pequeño beso en los labios a la canguro, el cual este correspondió— Mis padres ya están en el comedor, te estábamos esperando.

—Bueno, no podía llegar tarde a algo tan importante como es conocer a los padres de mi novia, ¿no crees? —dijo él, y ella rió un poco. Esto lo hizo sonreír. Ambos caminaron hacia el comedor, y se sentaron. Hubo un poco de silencio, pero el joven habló para presentarse— Mucho gusto, señor y señora Christling, gracias por invitarme a su hogar.

—Oh, no te preocupes... Damian, ¿cierto? —preguntó ella, y él asintió— Bueno, Damian, no hay necesidad de ser tan formal, puedes llamarme Sarah, ese es mi nombre. Él es mi esposo John, creo que ya se conocían.

—Sí, ya... ya nos habíamos conocido —hubo otra vez un silencio incómodo. El señor Christling carraspeó un poco, y habló.

—Damian, quería disculparme por cómo me comporté aquella vez que me enteré que... bueno, eras un demonio y estabas saliendo con mi hija. Sé que no debí tratarte así, pero estaba cegado por mis creencias y mis ideales. Espero puedas disculparme en ese punto —.

—Oh, señor Christling, no se preocupe. Todo quedó en el pasado, entiendo su forma de actuar respecto a... lo de que soy un demonio. Gracias por darme otra oportunidad, también —.

Ambos hombres se sonrieron, y Kayla no puedo evitar sonreír también. Ahora habían hecho las paces, y eso era un buen comienzo. La cena continuó durante un rato más, la plática ahora era fluida, y había risas por doquier.

—Bueno, Damian, cuéntanos sobre tu familia. ¿A que se dedican? —preguntó Sarah, y Damian tragó saliva. No iba a ser fácil decirles a los padres de su novia que sus padres eran los reyes y gobernantes del Infierno. Kayla notó esto, y tomó su mano, con una mirada que decía que todo estaría bien, que podía decir la verdad.

—Bueno... mis padres son, en cuestión, los —empezó a decir, sus manos temblaban, así que para tranquilizarse y seguir tomó un corto respiro, y continuó— son los reyes del Infierno.

Silencio. Completo silencio en la mesa. Se volvió a sentir la tensión, hasta que la canguro mayor habló.

—E- eso significa que si Kayla y tú, llegaran a casarse, ¿ella se convertiría en- —antes de que pudiera terminar la pregunta, Damian la había interrumpido con un leve grito.

—¡No! —dijo él, y la mesa quedó en silencio. Carraspeó y continuó— Lo- lo siento señora Christling, perdón por interrumpirla, pero como decía, no, me aseguraré de que Kayla no tenga que asumir ese cargo, aunque me cueste todo, su hija no será reina del Infierno.

La cena siguió un rumbo natural, la tensión se había disipado poco a poco. Volvían a charlar tranquilamente, y descubrían nuevas cosas, por ejemplo, a John y a Damian les gustaba mucho la música de banjo, y ambos tocaban ese instrumento.

—Bueno, papá y mamá, Damian y yo nos retiramos un rato, iré a su casa, volveré antes de las 12, ¿está bien? —preguntó ella, y estos asintieron dándole permiso para irse. Kayla los abrazó y les dio un beso en la mejilla a ambos— Los amo, regreso en unas horas.

La pareja cruzó un portal que llevaba directo al cuarto del demonio, y ambos se recostaron en la cama de este, abrazándose otra vez.

—¿Ves? Te dije que todo saldría bien, Dami, no tenías nada de que preocuparte —dijo ella, subiendo su cuerpo en el de él, para luego robarle un pequeño beso.

—Sí, aunque sentí la mirada aniquiladora de tu padre cuando mencionaron lo de ser reina —mencionó él para luego reír, pero ella no lo hizo, sino que se puso pensativa— ¿Kay, todo bien?

—Ehm... sí —.

—Amor, sé cuando mientes. Siempre frunces un poco el ceño cuando te preocupas, así que cuéntame qué ocurre —.

—Bueno... ¿enserio no me haré reina del Infierno? Sabes que no quiero ser una interrupción o una carga para ti, Dam, no quiero que te pelees con tu familia por ese tema —dijo ella con la mirada y la voz baja, pero luego sintió una mano en su mentón que hizo elevar su rostro, y así logró ver al demonio frente a ella con una sonrisa.

—No me importa las peleas que tenga que pasar, lo que tenga que perder, todo lo que tenga que hacer para que no seas reina. No quiero darte ese destino, no es lo que buscas para ti, y yo tampoco quiero gobernar, sé que lo tengo que hacer, pero no voy a arrastrarte a eso, y descubriré una forma para poder hacerlo a mi manera. Ya lo verás, no tendrás que ser reina —.

La canguro escuchó esto, y vio los ojos del demonio, brillantes y cariñosos. Hundió su cabeza en su pecho, y este la enredó entre sus brazos. Se proporcionaban calidez y amor.

—Damian —.

—¿Si? —.

—No te alejes nunca de mi lado. Quiero estar contigo, sólo contigo —.

Él hizo el agarre un poco más fuerte.

—Nunca me iré de tu lado, porque tú eres mi otra mitad —.

—Damian —.

—¿Qué pasa? —.

—Te amo —.

—Yo a ti —.

Fin

Damian (Zoophobia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora