Capítulo 31

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Cuando a Kayla le mencionaron la situación actual de Damian, sintió como su mundo se venía abajo. Volvía a sentir ese miedo que ya se había presentado con anterioridad. Otra vez él estaba en peligro y volvía a ser su culpa pues ella sentía que no había actuado con la suficiente fuerza para hacer sentir a Damian seguro. Tenta sólo le había mencionado que estaban en un hospital en Safe Haven y no en el Infierno, pues debían tratarlo de Urgencias.

Ahora la canguro estaba en el suelo, derramando lágrimas. Cualquier persona que la viera en ese momento, podría jurar que salían mares de sus ojos. El rímel se escurría, se veía destruida, y lo estaba. Damian era todo para ella y que ahora estuviera otra vez entre la vida y la muerte le afectaba.

El papá de Kayla, en el momento en el que vio a su hija caer de rodillas y soltar aquellos llantos desgarradores corrió a ayudarla. Se sentía culpable del sufrimiento de la peli dorada, pues él había sacado al demonio de su casa. La abrazó con fuerza intentando calmarla y consolarla, y sintió como la canguro se aferraba a él, pues era lo único que podía hacer. Hundía sus gemidos y lágrimas en la camisa de su padre.

La mente de Kayla no podía procesar la situación de Damian en su totalidad, pero sí lo suficiente para afectarle. Después de unos minutos, pudo calmar un poco sus lágrimas e intentar levantarse de la posición en la que estaba, pero tuvo que sujetarse del canguro mayor pues se sentía débil. Un revuelto en su estómago también se hacía presente.

—Papá... necesitamos ir al hospital —fue lo único que alcanzó a decir en un pequeño y casi inaudible hilo de voz. Su padre respondió asintiendo y los dos se dirigieron al auto. Kayla seguía derramando lágrimas en el trayecto y jugaba nerviosa con su pelaje y sus pulgares, pues era todo lo que podía hacer en esos momentos.

En el instante en el que llegaron al hospital, la canguro bajó corriendo del auto y entró. Buscó rápido entre los asientos para localizar a la cuidadora de Damian, y lo hizo. La observó dando vueltas de un lado a otro en señal de preocupación y miedo. Las dos conectaron miradas, y los ojos de Tenta sólo demostraban tristeza, dolor y decepción. Kayla pudo sentir eso también.

La más joven corrió hacia la adulta, y le dio un abrazo, demostrando que ahora estaba ella. Tentadora lloró más de lo que había llorado en toda su vida. Se sentía una mala cuidadora pues ahora Damian estaba en riesgo de perder la vida otra vez, y ella no estuvo ahí para hacer algo. Simplemente se sentía de lo peor.

—Kayla, volvió... volvió ocurrir, y otra vez no- no estuve ahí —mencionó entre lágrimas la de cabello rosado, intentando mantenerse recta y a flote, pero sabía que se estaba derrumbando. Damian era como su hijo, lo había visto crecer durante toda su vida y que lo perdiera la hundiría.

Las dos chicas se mantuvieron abrazadas, simplemente esperando una noticia, una señal, un indicio de que todo estaría bien y que no ocurriría nada. Y como si sus plegarias hubieran sido escuchadas, el doctor que estaba observando y tratando a Damian se hizo presente en la sala de espera.

—¿Familiares del joven... Beelzly? —se pudo escuchar la voz rasposa del adulto con bata blanca. Tenta y Kayla se acercaron a paso veloz hacia el doctor.

—Sí, somos nosotras, ¿cómo está el? —preguntó la de orejas puntiagudas con preocupación en su voz. Su mente en esos momentos era un completo lío, y sólo buenas noticias podrían deshacer eso.

—Tenemos buenas noticias. El golpe fue fuerte, hay algunos huesos rotos y sus costillas igual, pero estará bien. No perderá la habilidad de caminar ni tendrá secuelas. Fue un chico afortunado, pues el impacto del carro no fue un golpe tan fuerte, sólo que ahora no sabremos cuando despertará. No me confundan, no está en un coma, pero es una situación parecida, sólo que ahora está fuera de peligro —.

Las dos mujeres sintieron un gran alivio cuando el médico les dijo todo eso. Damian estaría bien, se recuperaría, tardaría, era cierto, pero lo haría.

—Si gustan, pueden pasar a verlo. Pero como ya mencioné, justo ahora no está consciente y no sabemos cuando despertará, pero esperemos que sea pronto. Tuvo mucha suerte —dijo el doctor para luego guiar a las dos chicas al cuarto donde Damian estaba internado.

Cuando llegaron y abrieron la puerta, el corazón de Kayla se destrozó una vez más. Ver al demonio y a la persona que más amaba en el mundo conectado, luchando por su vida una vez más la destrozaba completamente. Ella sólo quería su bienestar, que él estuviera feliz y sin ningún problema, y sabría que lograría que Damian se sintiera así algún día, podría pasar algunos días, semanas o meses, pero los dos estarían bien.

—Damian... por favor no te rindas, no sé si me escuchas, no sé que pasa ahora pero sólo quiero ver tus ojos abiertos otra vez, quiero abrazarte y que me devuelvas el abrazo, quiero escuchar los malos chistes que cuentas que siempre me hacen reír, quiero tenerte aquí conmigo. Te quiero a ti —dijo Kayla al acercarse al chacal. Las lágrimas se hacían presentes otra vez. Mirando al joven Anticristo los recuerdos venían a su mente y le daban nostalgia. Quería volver a sentir los labios cálidos de Damian en los suyos.

La canguro depositó un suave beso en la mejilla del ahora paciente, y se retiró del cuarto. Sabía que era tarde y que mañana tendría escuela, y no le era posible faltar ahora que ya estaban en la recta final de bachillerato. Esta se despidió de la adulta y fue con su padre. Los dos subieron al auto y el trayecto hacia su hogar fue silencioso. Se sentía un poco de tensión en el aire pero ninguno de ellos dijo algo sobre esto.

Cuando llegaron, Kayla subió a su cuarto y se encerró. Al momento de colocar el seguro en su puerta, cayó de rodillas y se sostuvo de esta, pero ahora su llanto era silencioso. El silencio y la tristeza la consumía. Logró llegar a su cama, y como pudo, durmió.

La noche se sentía pesada. Y Kayla lo sabía.

Damian (Zoophobia)Where stories live. Discover now