Capítulo 3

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Salió a la azotea, y ahí lo vio. Sentado en la cornisa. Kayla se imaginó el peor escenario posible, pero prefería no pensar en eso. ¿Qué iba a decirle? Ni siquiera había pensado en eso.

Se comenzó a acercar, pero aún con miedo. ¿Cómo iba a reaccionar Damian? Tal vez asustado, o le diría cosas románticas las cuales ella no tomaría en cuenta. Era impredecible y eso no le gustaba a la canguro. A ella le encantaba que las cosas fueran comunes, con un resultado esperado con anterioridad. Pero Damian no era así. Damian podía salir con cosas muy alocadas derivadas de una pequeña situación, o de una gran situación puede sacar cosas muy pequeñas.

Lo vio otra vez, y el no notaba la presencia de ella. Usaba audífonos y veía el cielo gris. Kayla aún no sabía que decirle, no podía ni formular una simple palabra hasta que pudo armarse de valor y sentarse a lado de Damian. Aun no había dicho nada

Cuando se sentó pudo notar algunas lágrimas mezcladas con las gotas de lluvia. No eran tan notables pero Kayla podía reconocer cuando alguien había llorado. En el momento en el que se sentó, el chacal la notó y se quitó los audífonos. Estaba nervioso. ¿Cuánto tiempo había estado Kayla ahí? Sabía que sentada no mucho, pero detrás de él no lo sabía.

—Kayla, mi preciosa dama, ¿qué te trae por aquí? Las horas escolares ya acabaron, pensé que ya te habías ido a tu casa —dijo Damian en un tono confiado. No debía notarse que había llorado. No quería que nadie lo supiera. No quería que nadie supiera de sus problemas, y menos la chica que le gustaba desde hace tiempo.

—Hey, hola Damian. Bueno, estaba aquí por unas notas que dejé en el salón de música, unas partituras... pero bueno, te hago la misma pregunta. ¿Qué haces aquí en la azotea? La escuela acabó hace unas horas —.

—Hmm, nada interesante. Me gusta apreciar el cielo. Aun gris sigue siendo hermoso. Las nubes, las gotas de lluvia empapando el pelaje. En el infierno no se puede apreciar nada de esto —mencionó y rio un poco. Kayla también rio.

Kayla quería correr. "¿Por qué te importa Damian de repente? Hace un día lo ignorabas por completo y no te interesaba lo que le pasara. Es un demonio, un ser del mal, sólo vete de ahí y déjalo solo", pensaba la canguro una y otra vez. Pero no. No saldría corriendo. No le importaba que fuera un demonio. No se había dignado a conocerlo tan siquiera y estaba aterrada de él. ¿Así de mala era? No lo sabía.

—Kayla, ¿puedes responderme algo? —preguntó Damian. Había desánimo en su voz y era apagada. Kayla asintió. Damian bajó la cabeza, mirando el suelo— ¿Por qué me odias?

La canguro quedó estática. No esperaba esa pregunta por parte del chacal, y menos en esos momentos. Esa pregunta había recorrido muchas veces su mente, pero nunca encontraba una respuesta concreta. El demonio volvió a tomar la palabra.

—Nunca hemos hablado, Kayla. Siempre huyes de mi. Cuando te coqueteo y corres... diablos, duele, ¿sabes? Sé que no te gusto pero, aun así podrías dirigirme la palabra. Ahora me preguntas que si que hago en la azotea de la academia. Se que soy un poco molesto y que a veces hago cosas malas, pero no soy una horrible persona... aunque todos crean eso —mencionó y lágrimas empezaron a correr de sus ojos. Kayla sólo observaba.— Siempre que intento hablar con alguien, salen corriendo o me piden que me vaya. Creen que sólo les voy a hacer un mal o que me burlaré de ellos. Es horrible que te vean como un pedazo de mierda cuando ni siquiera les he dirigido la palabra. Ni Addi ni Sahara ni nadie sabe como es sentirse solo porque ellos al menos tienen personas con las cuales platicar. Yo sólo los tengo a ellos.

El chacal ahora tenía sus rodillas cubriendo sus ojos mientras lloraba. Las gotas de lluvia seguían cayendo. Kayla lloraba por todo lo que Damian había dicho. El demonio se sentía solo, y nadie lo sabía, mas que ella y él. La canguro por fin respondió la pregunta.

—Per- perdón —se disculpó Kayla y lo abrazó. Damian correspondió. Lloró en su hombro— Nunca me interesé en saber como eras y jamás te dirigí la palabra por miedo... en verdad perdón Damian. Perdón.

No sabía que más hacer, sólo disculparse. Era estúpido, pero no podía decir nada más, porque no se le ocurría alguna otra cosa. El demonio alzó su cabeza con la mano en su mentón y sonrió. A Kayla le pareció extraño.

—No es tu culpa, Kayla. No pidas perdón por algo que no es tu culpa, en verdad. Si quieres seguir huyendo de mi, de verdad lo entiendo —.

La canguro lo miro. Damian tenía esa sonrisa. Una dolorosa sonrisa que demostraba que, aun con las disculpas, nada se había resuelto y que sólo fue el momento. Que no se había arreglado nada y que mañana él volvería a coquetearle y ella a correr.

—¿Por qué huiría de ti? Eres mi amigo Damian, y aunque me dejé llevar por mi miedo y los prejuicios que tenía de ti, ahora sé quien eres —dijo Kayla, olvidando el tema sobre la cortada y la canción por un momento. Pero lo pensó, y mejor no dijo nada. Hablaría con Damian sobre eso después.

El chacal sonrió y la abrazó. Los dos se separaron y admiraron el cielo aún lluvioso por unos minutos más. No les importaba el estarse mojando ni el silencio que se presentaba. No necesitaban hablar. No era incómodo. A Kayla se le había olvidado por completo la invitación de sus amigos a tomar café.

Unos minutos después, Kayla se levantó de la cornisa.

—Ya debo irme. Ya está haciéndose un poco tarde para ir a casa, y parece que la lluvia va a empeorar. Damian... hasta mañana —se despidió Kayla. Damian invocó un paraguas y se lo dio.

—Sé que ya nos mojamos, pero no puedo permitir que te sigas empapando bajo la lluvia. Y no creo que quieras ir en un portal, ¿cierto? —dijo Damian. Kayla rio y el también.

Compartieron miradas. Miradas que decian mucho, pero al mismo tiempo, nada. Kayla abrió la puerta de la azotea y bajó. Damian sólo quedó sentado, observando las nubes. La lluvia siguió. El chacal sonrió.

Damian (Zoophobia)Where stories live. Discover now