Capítulo 22

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Cuando Kayla leyó ese mensaje, sintió como todo se detuvo. Estaba feliz. Damian ya había despertado. Él ya estaba consciente y eso era todo lo que necesitaba. Y sintió una pequeña corriente de aire meneando un poco su pelaje, y volvió a la realidad. Aún estaba siento abrazada por sus 3 amigos.

—¡Chicos, Damian, él despertó! —gritó Kayla. Su felicidad había aumentado demasiado con sólo ese mensaje. Se levantó de la barda donde estaba sentada, y ahora fue ella la que abrazó a los otros 3 junto a ella. Ellos correspondieron.

—Me alegro mucho, Kay. Te dije que todo estaría bien. Iremos a verlo después de clases, ¿te parece? —le dijo Vanexa y la canguro sólo asintió, con unos ojos llenos de lágrimas de felicidad y una sonrisa cálida y acogedora. Los 4 bajaron de la azotea y volvieron a sus clases habituales.

Kayla estaba impaciente. Sentía como los minutos parecían horas. Sólo quería que el timbre sonara y ella pudiera ir al hospital a verlo. Abrazarlo. Besarlo. Hablarle otra vez. Pero debía esperar.

Después de unas horas, por fin sonó lo que tanto esperaba la peli dorada. El timbre hizo su sonido habitual indicando que la jornada escolar había terminado por hoy. Kayla se emocionó. Salió rápido del salón, pero fue detenida por Jack, Spam y Vanexa.

—¿Chicos, qué pasa? —preguntó Kayla tranquilizándose un poco.

—No planeas ir sola, ¿verdad? —le preguntó Spam. Los 3 le sonrieron a la canguro, y ella hizo lo mismo. Recitó las oraciones y se pudo observar el portal. Los 4 cruzaron y ya estaban en la puerta del hospital. Kayla estaba temblando de la emoción, así que entró y busco a la de cabello rosado, y así duró unos minutos, hasta que pudo divisarla, así que corrió a verla.

—¡Tenta, Tenta! ¿Cómo está él? —preguntó la canguro con impaciencia. Estaba tan eufórica que sentía que en cualquier momento iba a explotar de la felicidad.

—Creo que deberías verlo y obtener tu respuesta —respondió la mujer adulta, y abrió la puerta. Kayla entró primero, y volteó a mirar a sus amigos. Ellos sólo le dieron una cálida sonrisa, indicando que pasarían después.

La canguro lo vio. Estaba sentado en la camilla, vestido con una bata de hospital, mirando por la ventana. Tenía una expresión melancólica, que mostraba dolor, tristeza, decepción. La chica se acercó a la camilla con lágrimas en sus ojos, y antes de que Damian pudiera reaccionar y saludarla, ella ya se había abalanzado hacia él. El abrazo entre los dos enamorados duró unos minutos. El tacto les daba a entender todo lo que sentían.

—Te extrañé —declaró ella entre las miles de lágrimas que aún corrían por sus ojos. Abrazó al chacal más fuerte. Este correspondió de igual manera, y ahora él estaba llorando. Sentían calor. Sentían como se volvían a juntar, como todo estaba pasando.

Damian no sabía qué decir. Había tenido otra recaída. Se había prometido cambiar, pero lo único que hizo fue ponerse en peligro de nuevo. No tenía el valor de ver a la chica a los ojos y ver el dolor que él le había causado, porque lo sabía, muy en el fondo él reconocía el dolor causado por sus acciones. Luego pensó en los ojos de sus padres ahora que todo estaba empezando a arreglarse entre ellos. La expresión de su cuidadora cuando despertó le había sido suficiente.

—Kayla... —fue lo único que alcanzó a mencionar el demonio. La chica lo miró. Las gotas negras manchaban la sábana blanca que cubría el cuerpo de Damian.

—Me alegró que estés aquí —dijo ella. Y lo besó. Sus labios conectaron y Damian no sabía qué pensar. Ella estaba preocupada por él. Todos estaban preocupados por él. Y él... él sólo no podía hacer nada. Cuando terminaron el beso, se separaron y el demonio habló.

—Yo... lo siento —dijo, y sintió como se quebró. Ahora tenía la cabeza agachada y cubría su cara con las palmas de sus manos en un vago intento para esconder sus lágrimas, pero no lo logró. Sólo pensaba que era débil, que hacía sufrir a los demás con sus estupideces, que si no existiera no ocurriría nada de esto— Lamento todo.

Kayla posó una de sus manos en la mejilla del chacal y alzó un poco su cara. Él se veía y se sentía destrozado. Ella lo abrazó y posó su cabeza en su pecho, mientras acariciaba su cabeza y parte de sus orejas, ahora caídas por la tristeza. Ella intentaba comprender como se sentía el pelirrojo, pues no podía sentir lo mismo. Esa sensación de impotencia. De decepción de si mismo. Kayla lo abrazó mas fuerte. Y los sollozos de Damian comenzaron a detenerse poco a poco.

—Tranquilo, estoy aquí —le dijo aún acariciando su cabeza. Era el momento de los dos. El tic tac desapareció, los ruidos de las máquinas se detuvieron. Damian quería llorar aún más. Sólo pensaba en cómo iba a dejar devastadas a varias personas, pero el sólo quería detener el dolor— Estoy aquí y no me iré.

—Perdón por meterte en todo esto —todo lo que podía hacer Damian era pedir perdón. No pensaba en ninguna otra cosa, como si en su mente sólo cruzara el disculparse con todos por su preocupación.

—No me metiste en nada Damian. Estoy aquí contigo porque quiero estarlo, porque te amo y porque quiero que mejores. Que mejoremos —dijo ella soltando unas cuantas lágrimas. Levantó la mirada del Anticristo y lo besó como si no se hubieran visto hace mil años. Con tanto cariño, como si aquel beso dijera "No te soltaré".

—No sé como hacerlo —dijo una vez finalizado el contacto. Y era cierto. Él en verdad quería mejorar, hasta había agendado una cita hace una semana con una psicóloga, pero antes de poder hacer algo, ese video atacó su ser. Sus emociones. Sus sentimientos. Todo dolía. No lo sentía, pero sentía que estaba muriendo por dentro.

—Lo resolveremos. Te lo prometo —dijo ella sosteniendo las manos de aquel ser que amaba tanto.

—Te amo —le dijo él.

—Yo también —contestó ella.

Sus ojos conectaron. Y volvieron a juntar sus labios. Y sintieron aquella seguridad. La seguridad de que todo podría mejorar. La seguridad de que todo iba a estar bien.

Todo iba a estar mejor.

Damian (Zoophobia)Where stories live. Discover now