𝑬𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝑵𝒂𝒗𝒊𝒅𝒂𝒅.

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Kyle miraba por la ventana de su dormitorio los precipitados cristales de hielo que caían con delicadeza en su jardín, cubriendo la superficie terrestre con la nevada. Al terminar de apreciar el amanecer, bajo las escaleras y se adentro a la cocina disfrutando del embriagante olor a café que desborda la taza de su madre; quién parecía disgustada con la presencia del hijo mayor.No dijo nada y dudó un momento en iniciar una conversación.

-Hazlo por mí, enserio es muy impor...

No pudo terminar la frase. Su madre negó con la cabeza para dar a entender su inconformidad.

Definitivamente Kyle no sabía que hacer; ir a la fiesta de navidad de los Marsh como si nada o cumplirle el capricho a su mamá y quedarse en casa para respetar él Hanukkah.

-Querido, al parecer no te bastó con la vez pasada, ¿Cierto?

Kyle no responde, sólo mira a su madre, esperando a que siga hablando, porque no pensaba caer en su maldito juego. Apreta la mandíbula, conteniendo sus insultos dentro de él. Se rasca la nariz por nervios, pero sostiene su mirada retadora.

-Vamos mamá, es sólo una cena familiar, a la cuál fuimos invitados.-Dijo el canadiense, entrando a la cocina para robarse un Waffle del tostador.

El pelirrojo suspira con pesadez y alivio, al saber que Ike lo ayudaría. Apesar de sólo tener ocho años, es un pequeño demonio manipulador escondido en el cuerpo de un niño con rostro angelical. Debe admitir que es un genio: su promedio jamás baja de 10 y ya tiene una beca asegurada para el resto de su educación.

Ambos hijos levantan la mirada, esperando la respuesta de su madre. Ella los observa como si tramaran algo, lo cual es verdad y piensa unos segundos antes de hablar.

-Esta bien, lo hablaré con su padre.-pone los ojos en blanco y mira a Kyle con seriedad.-Pero con una condición.Aceptaras la Universidad de Brooklyn.-dijo sonriendo.

El judío negó con la cabeza, no dijo nada y le devolvió la sonrisa con melancolía.

-Todavía tengo varios meses para decidir dónde quiero estudiar.-responde y rehuye de la conversación.

-Lo único que quiero es que encuentres tú felicidad sin depender de nadie.-dice Sheila endureciendo la voz.

Ninguno de los dos tenía nada que añadir y tomaron caminos distintos, dejando a un desconcertado canadiense en el sofá.

Kyle sentía una punzada en su pecho.«¿Por qué su madre era tan dura con él?» Llegó a su habitación a recoger el dinero que le daría a su hermano por ayudarlo y ahí, en el cajón de su buró, estaba la fotografía que Stanley le había regalado en su cumpleaños. La observo por unos minutos y la guardó con una pequeña sonrisa.
Al salir, se topo con una indescifrable mueca, proveniente de Ike, quién le había entregado el teléfono de larga distancia que usaba la familia Broflovsky para comunicarse con su tío Murrey o con...

«demonios» Un negro pensamiento nublo su mente y contestó el llamado.

-¿Hola?...

-Primo Kyle.-saludo Schwartz con su respiración pesada, debido al asma.-La tía Sheila me invitó está noche a la casa de los Marsh. Recuerda decirle a Stan que soy alérgico a la carne y que preparé pescado para mí.

Ike y Kyle se miraron desesperados, ninguno deseaba tener al molesto de Schwartz en su casa. Enseguida Kyle gira su cabeza y le sigue el juego al enfermó de su primo.

-Ni se te ocurra venir o te juro qué...-se escucha como cuelgan el teléfono, dejándolo con las palabras en la punta de la lengua.Molestó lanza el teléfono a su cama y mira a otro lado. La única solución que le quedaba por el momento era mantener la calma.
Ike sólo levanta su mano con el pulgar abajo y suelta un pequeño gruñido, saliendo de su aposento.

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