• CAPÍTULO 3 | PLACER EN EL INVERNADERO.

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Draco consiguió que Hermione entrara por la puerta de uno de los invernaderos que solían utilizar para la clase de Herbología. Ambos estaban cegados por la pasión que de un momento a otro había colmado sus cuerpos.

La noche había caído y el frío comenzó a descender desde las nubes que se arremolinaban en el cielo. No obstante ambos magos no percibieron en qué momento había cambiado la temperatura.

Draco tomó a Hermione por la cintura y la pegó a su ser como si estuviera exacerbado por el deseo. Sintió las curvas de la castaña por encima del vestido, la acarició con intención, fervor y algo más que las repentinas ganas de yacer con alguien meramente por necesidad. Ella a su vez estaba extasiada por las sensaciones que el rubio le brindaba meramente con un beso.

¡Merlín! ¿Qué sucedería cuando volvieran a ser ellos mismos? ¿Cuándo la adrenalina del momento terminara y los golpeara la realidad?

Ninguno se detuvo a pensarlo.

Estaban cegados por la excitación que corría por sus venas en aquel momento.

Hermione no había emitido palabra hasta ahora, se limitó a saborear los labios del rubio que estaban arrasando con los suyos, con su cuello, causando que sus piernas empezaran a flaquear. Jamás en todos los años en los que estuvo en Hogwarts, pensó que terminaría en uno de los invernaderos haciendo cosas inapropiadas con nada más y nada menos que su némesis.

Ella se deshizo del broche que habían formado con los besos que estaban dándose. Se estiró hacia atrás para colocar algo de distancia entre ellos si es que aquello era posible. Eran un desastre de besos, piel, saliva y respiraciones agitadas.

—¿Qué quieres, Malfoy?— le desafió ella, siendo la primera en hablar. Su voz era sedosa y Draco no pudo evitar excitarse aún más.

—Granger...

—Quiero que me digas que quieres. Quiero que lo pidas como el caballero en el que supuestamente te haz convertido.

Esas palabras provocadoras no hicieron más que desatar los más oscuros instintos del mago. Quiso romperle el vestido así sin más y poseerla en ese instante. Pero se contuvo, había prometido que esa noche sería memorable y no podía quedar como un idiota frente a ella después de vanagloriarse de sus habilidades sexuales.

—Quiero follarte, Granger. Quiero hacerlo ahora— susurró mordiendo su cuello, saboreando su piel que ardía bajo las atenciones que él le daba.

Ante esa respuesta ella lo tomó en un abrazo por el cuello y él la apretó con más fuerza a su cuerpo. La tomó en vilo en brazos, sosteniendola por el trasero hasta posicionarla sobre uno de los mesones de madera; de un sólo movimiento tiró al suelo los implementos que allí habían sin importarle que fueran a romperse.

Ella se quedó sentada mientras abría sus piernas para hacerle espacio a él en ese reducido lugar. Aquella imagen consiguió que todo el control que Draco estaba manteniendo se fuera por el caño y se abalanzó sobre ella. Sus manos amasaron sus pechos con delicadeza pero con muchas ganas, algo que provocó que la bruja gimiera sin poder reprimirlo.

—¿Veo que te gusta como te toco?— gruñó con una sonrisa de suficiencia—, eso Hermione, me gusta ver cómo abres tus piernas para mí.

Una de sus manos bajó hacia su centro y se deleitó notando que estaba empapado, ella inició a frotarse contra su miembro que yacía aprisionado contra su pantalón. No podía controlar el impulso de sus caderas. Él por su parte sintió que con aquellos movimientos se correría en ese instante, no obstante dedicó su concentración en los trazos que sus dedos hicieron sobre la ropa interior de la castaña, hurgando, rozando y acariciando los pliegues que aquella zona tan íntima le estaban ofreciendo.

𝐀𝐒𝐈́ 𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐏𝐄𝐂𝐀𝐒, 𝐏𝐀𝐆𝐀𝐒 [𝐃𝐫𝐚𝐦𝐢𝐨𝐧𝐞 +18]Where stories live. Discover now