Capítulo 10

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HyukJae está sentado en una mesa rectangular en el segundo piso del ayuntamiento con SuJae a la cabeza, el consejo, KangDae, EunYeong y él ubicados a los costados.

Aprieta la mandíbula, frenando las ganas de golpear a SuJae y romperle la nariz. Su arrogancia se desborda en sus gestos y forma de mirar, pues observa con desprecio a los jóvenes, sentados a cada lado de HyukJae, después de leer el pliego de peticiones.

No tienen la más remota intención de cumplir lo plasmado en las hojas.

—Deseamos que el pliego sea aceptado en este momento —exige EunYeong—. Queremos que su cumplimiento, según los presupuestos señalados de tiempo e inversión, sea firmado como aprobado con el señor HyukJae como testigo.

—Lo tendré en cuenta en mi próxima reunión con el consejo —dice, tratando de ocultar la rabia que le causa la insistencia de la muchacha.

HyukJae ríe altanero ante su respuesta.

JaeSang y SuJae no han entendido que la manada ha evolucionado, ha cambiado, bajo el liderazgo de su familia, pues las nuevas generaciones ya no son como las antiguas, que aceptaban las ordenanzas del Alfa Líder como leyes sagradas e indiscutibles.

No, esa ya no es Akela.

La generación de HyukJae y las que vinieron después de esa no aceptan órdenes sin analizar las consecuencias de estas. Son libres de manifestar sus pensamientos y opiniones. Ese es el legado que heredó de su abuelo y padre, uno que nadie podrá desaparecer.

—Te daré un consejo y espero que lo acates si quieres seguir siendo el Alfa Líder de Akela. —Le dice con una sonrisa ladina—. La manada la conforman tres mil personas, de las cuales dos mil doscientas son mayores de veinticinco años. Mil ciento cuarenta y siete de esas personas votaron en mi contra, pero te aseguro que no lo hicieron, porque no están de acuerdo con todo lo plasmado en este pliego, sino por miedo a mis cachorros —habla, mirándolo a los ojos—. Son matemáticas simples. Desprecia las peticiones que estos jóvenes recolectaron y la manada casi por completo se revelará contra ti. —Lo amenaza—. Ambos sabemos que los escuadrones son liderados por Alfas mucho más fuertes y experimentados que tú o yo. Irrespeta al pueblo y el más apto no dudará en desafiarte a muerte por el liderazgo.

JaeSang titubea y mira a su padre, que asiente con la cabeza, dándole permiso para aceptar el pliego. Los jóvenes le ceden copias a los ancianos que leen y, finalmente, el documento original es firmado por todos los presentes.

—Mañana después del mediodía, abandonaré el pueblo —comunica—. Pero tengo tres peticiones que hacer, Alfa Líder —dice la última frase cantarín con cierto tono burlón. SuJae lo mira con rabia, sin esconder la molestia que le causa—. Estas son cartas de abandono de algunos miembros. —Coloca los documentos de sus compañeros sobre la mesa—. La primera solicitud es que las acepten; la segunda, es que me den una semana para salir de los territorios de la manada con el fin de que mis cachorros y los otros niños se acostumbren a tener una vida nómada. —Miente y oculta sus planes; no confía en ellos—. La tercera es que el Consejo compre mi vivienda y las de los Alfas y el Beta que se irán conmigo. Les servimos con responsabilidad y sacrificio, no sería justo que nos saquen con las manos vacías, ¿verdad? —pregunta altiva.

Los ancianos del consejo se miran unos a otros, reticentes a ceder antes sus propuestas, pero terminan por acceder a todas, ya que a SuJae le conviene que abandone el pueblo lo antes posible, si se lleva a hombres que simpatizaba con él mucho mejor y compran las propiedades y les dan la semana en los territorios de Akela, porque se verían como viejos tacaños y egoístas antes los jóvenes presente en la reunión, quienes difundirán comentarios negativos del nuevo Alfa Líder entre la manada al tartar de esa forma a HyukJae.

War of HeartsWhere stories live. Discover now