Capítulo 3

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Hombre y lobo están inquietos, caminando por la habitación, mientras escuchan llorar a su Soulmate detrás de la puerta del baño. Son sollozos amortiguados, pero que para el oído del animal no pasan desapercibidos. HyukJae quiere entrar y abrazarlo contra su pecho y prometerle que lo protegerá de todos y todo, pero se contiene, porque entendió que a DongHae le gusta que respeten su espacio personal.

Quiere respetar sus límites y empezar bien su relación.

—DongHae... —Lo llama, al tocar la puerta con los nudillos—. HeeChul trajo la ropa. Está sobre la cama, saldré de la habitación para que te puedas vestir. Te estaré esperando afuera.

Inhala hondo y empuña las manos a sus costados antes de cumplir con su palabra, porque no quiere apartarse del menor ni un solo centímetro y menos en esta situación, pero desea darle un tiempo a solas; tal vez eso lo tranquilice.

Afuera, recuesta la espalda contra la pared a un lado de la puerta y se cruza de brazos, ansioso por el estado de ánimo de su pareja. Se muerde la mejilla interna y termina alborotando su cabello azabache por la impotencia.

Nunca se había sentido así, ni siquiera cuando fue desafiado por JaeSang o peleó contra su hijo.

Reconoce que está alterado, pues lobo y humano están en la misma situación y ninguno puede apaciguar al otro. Ambos han caído en un vértice de agobiante intranquilidad al saber el mal momento por el que pasa DongHae. El lobo está mucho más agitado que su contraparte, al verse obligado a mantener la distancia, ya que el humano no le obedece de ir con su pequeño lobo blanco y reconfortarlo.

HyukJae usa toda su fuerza de voluntad para mantenerse afuera de la habitación, porque sabe que empeorara la situación si actúa de forma impulsiva, así el lobo negro en su interior rasgue furioso la superficie para tomar el control.

Termina deslizando la espalda por la pared, sentándose en el suelo, escondiendo la cabeza entre las rodillas, esforzándose por dominar sus emociones, para que gobierne el raciocinio sobre los instintos.

Sin embargo, salta sobre su puesto, cuando la puerta se abre; DongHae sale, vistiendo una camisa oscura de manga corta que tiene abotonada hasta el cuello y un pantalón de mezclilla, descalzo, aunque le trajeron zapatillas. Sostiene todo su peso sobre el pie sano.

—Ven, HyukJae. —Le habla suave, como si de un niño asustado se tratara. El menor estira su mano para que la tome y lo hace; es levantado, introducido en la habitación y sentado sobre la cama. DongHae se sitúa entre sus piernas, sin apoyar la adolorida en el suelo, y rodea su cuello con las manos. Se miran a los ojos y la calma en los celestes lo sobrecoge—. Estoy bien. —HyukJae lo abraza por la cintura, pegando la cabeza contra su abdomen, aferrándose con fuerza—. Tranquilo —dice, acariciando la coronilla de su cabeza.

HyukJae inhala hondo para llenar su sistema del aroma al que se ha vuelto adicto. El olor a flores de cerezo consigue calmar a su lobo, lo que le ayuda al humano a respirar y serenarse.

—Te protegeré con mi vida si es necesario —promete en sincronía con su animal.

Cruzan nuevamente sus miradas y el corazón de HyukJae se salta un latido, cuando nota los opuestos cristalizados por las lágrimas que se acumulan en sus bordes. DongHae acaricia su mejilla derecha.

—Hubiera sido tan bueno conocerte antes —responde con una sonrisa rota.

El mayor se pone de pie y lo abraza. Le lleva varios centímetros de diferencia y al ser más corpulento, logra esconderlo contra su cuerpo y apoyar su mentón sobre la coronilla del menor, que rodea su pecho con los brazos.

Se quedan abrazados lo que pudo ser una eternidad, pero en realidad solo fueron algunos minutos. Tiempo que les sirvió, ya que el aroma y la presencia ajena consiguió calmar a cada uno por completo; HyukJae se tranquiliza, cuando percibe que DongHae también lo ha hecho.

War of HeartsWhere stories live. Discover now